Ensayo sobre la juventud

Soy fanántico de la sinceridad; y no confundamos la sinceridad con la honestidad. Ser sincero se trata sobre uno mismo, sobre no reprimir lo que uno siente o piensa y, así, exteriorizarlo; ser honesto es externo, se trata sobre rectitud hacia las acciones propias ante los demás. En otras palabras, lo sincero es el "ser", o lo que "es"; la honestidad es el "deber ser", o lo que "debiera ser".

Soy Pablo Navarro, soy alcohólico social, me gusta probar las cosas de la vida, pues sólo así podemos opinar y no satanizar las cosas: No puedes juzgar la vida sin realmente vivirla.
Hoy hablaré sobre un tema que, aunque no lo crean, es tabú: La juventud.

La juventud… no es la edad, no es ser juzgado como quien no conoce la vida, sino más bien lo contrario: Ser joven es saber exactamente vivir y no más. Mientras uno crece deja de aprender a vivir y se ve envuelto en las responsabilidades y en la crueldad de tener que ganarse la vida para independizarse y ser parte del mundo útil. Se trata de un cierto ciclo que, entre ser natural para reproducirse y conservar la especie y adaptarse a lo que no queremos pero tiene que ser, abandonamos nuestros sueños con una resignación casi imperceptible donde pensamos que el vivir se trata hacia los demás y olvidamos que internamente se trata de nosotros mismos y de quienes nos acompañan en este teatro existencial: Pasamos horas estudiando y trabajando para, solamente, pasar unos momentos con nosotros y nuestros queridos. Ganar dinero para vernos exitosos no es opción: No nos llevamos el dinero al morir. Vivir se trata de que, cuando nos vayamos de este mundo, haya otra vida o no, nos lloren cientos, miles de personas que nos tuvieron en algún momento en sus corazones, y a quienes les pesa no poder pasar otro momento con nosotros.
No vivamos con reglas que no fueron escritas en el vientre de nuestra madre: Reglas sociales, legales, espirituales, religiosas... La vida se trata de descubrir realmente quiénes somos, qué nos pide nuestra esencia, aceptarnos y, haciendo la paz con nuestro “yo” interior, vivir plenamente.

¿Por qué, como bien dice Bob Dylan, los adultos no entenderán jamás a la juventud?
La respuesta es muy sencilla: Envidia. Siempre, cuando vemos a los adolescentes divertirse haciendo cosas que no haríamos, inmediatamente, talvez inconscientemente, nos saltan frases como: “Ay, pubertos...”; “Esos escuincles...”; etc.
¿Qué no hacíamos lo mismo y éramos felices haciéndolo? ¿Es, nuestra felicidad, cuando crecemos, salir en familia, trabajar y ser parte del todo?
Talvez, pero muy dentro sabemos que nada, nada se asemeja a cuando pasábamos un rato en una fiesta, donde todos nos sentíamos jóvenes, libres y sin responsabilidades, platicando con un amigo(a) al que le acababan de romper el corazón, tratando de consolarle.
¿Por qué? Por que a esa edad sabemos sentir; sí, sentir profundamente.

Cuando somos adolescentes y empezamos a descubrir nuestros sentimientos y los dejamos ir con total fluidez, es cuando realmente amamos, pues amamos con el corazón y no con la razón, sin temor a ser heridos, y nos soltamos a nosotros mismos, soñando que es un sentimiento que durará por siempre y que eternamente tendremos a nuestros amigos cerca.
¿Por qué cuando crecemos vamos dejando amistades y nos hacemos de otras más maduras? La respuesta: Dejamos de ser sinceros con nosotros mismos.

Por esto soy seguidor n°1 de la sinceridad y nunca he aceptado al tiempo como amigo, sino como enemigo; un enemigo con el que no puedes querellar por que siempre, siempre, siempre, saldrás perdiendo.
Creo que soy de los pocos que jamás podrán aceptar esto; y llámenme inmaduro y, como bien dijo Lennon, soñador.

La realidad, sin más detalles, es que todos amaríamos volver a ser jóvenes y nunca, nunca, jamás, sempiternamente, crecer y saber lo que son las responsabilidades y el estrés y el miedo. Talvez es por eso que en épocas antiguas todos morían y se hacían reyes a tan temprana edad; talvez el que con la medicina contemporánea y toda nuestra tecnología podamos vivir por tantos años, sea un error, y la naturaleza nos lo recuerde con reminiscencias de algo con lo que nos hubiera gustado morir; pero es esa espina que nos aguijonea de existir por siempre dentro de ese momento, lo que nos impulsa a morir viejos: Que no nos asombre ver o indagar el porqué de sucesos como “El Club de los 27”, pues todos tendremos siempre esa sensación de morir jóvenes para quedarnos por siempre así: Bellos y jóvenes: “Live fast & die young”.

Traer el pelo largo, hacerse tatuajes, dejarse el bigote y/o la barba largos, teñirse el cabello, tomar, drogarse, tener sexo constante… Todo ello, no es un sinónimo de rebeldía sin causa, es tratar de detener el tiempo, rehusarse a madurar, crecer, y saber que, sí, estamos en rebeldía, pero no con la gente que nos critica y nos mira como fracasados, sino contra el mismo tiempo enemigo.
Talvez por eso me hice músico y puedo pasar horas y días tocando, componiendo para mí; talvez por eso me hice esritor, pues es en esos momentos donde me olvido de todo y me encuentro platicando con mi paz interior.
Estas ganas de proyectar las verdades interiores hacia el exterior es lo que yo he llamado: Sincerismo... y escribir me lo recuerda, talvez incluso amo más ser literato que músico: Antes escritor que músico.

Hemos de existir muchos en este mundo que, en alguna ocasión o época de sus vidas, creemos que necesitamos saberlo todo y que la cultura es el único camino que nos lleva a la verdad. La realidad: entre más se adentra uno en la información y la cultura, mientras más se escala esa colina del saber, al llegar a la cima, uno se da cuenta que la verdad no es algo deseable, pues es cruel y explica, finalmente, que la ignorancia en la cultura y la filosofía de razón, nos aleja de lo más importante: La felicidad; pues, terminantemente, la verdad no es algo grato. Yo llegué a pensar, en ese momento de estar cerca de la cima, que jamás podría ser feliz de nuevo.
¿Qué mayor depresión descubrir esto?
En ese momento tuve dos opciones: Morir o tratar de olvidarlo todo y buscar la felicidad. Por eso, mi consejo hoy, que sigo vivo a razón de mi decisión, es: Apréndelo todo, después, olvídalo todo y sólo lo importante quedará.
Por esto, no culpen si alguien toma alcohol, drogas, trae el pelo largo, o vive para el rocanrol: Puede ser que solamente estén buscando la felicidad y la puerta a la eterna juventud.

Sí, soy como soy, así pienso, acéptenme o déjenme soñar con mi pasado por siempre, pero no dejemos de aceptar de un modo plenamente sincero, o, digamos con redundancia, sinceramente sincero, que nos enamoramos por que nos recuerda esos tiempos donde todo parecía posible, incluso la paz mundial y la hermandad eterna, pues el amor nos hace amar, no solamente a esa persona que nos extasía con su compañía y buscamos incesablemente estar a su lado, sino a todo a nuestro alrededor… O, en palabras de Louis Armstrong, “La vie en rose”.

Soy Pablo Navarro, sempiterno antagonista del tiempo cruel. Acéptenme, pues yo ya aprendí a aceptarme…

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