TRAS LAS ELECCIONES: ¡Que viva México... "cabrones"!


¡Que viva México... "cabrones"!: México y la desesperación según Søren Kierkegaard

 Kierkegaard, en su "Tratado de la Desesperación", nos comenta que -en pocas palabras- existen dos tipos de desesperación en el hombre: la de ser uno mismo (ser "yo") y no ser él mismo. Nos dice también que la desesperación es "la enfermedad mortal", mas no en el sentido de que ello conduzca a la muerte, sino precisamente el saber que, por más que queramos, el desespero en sí mismo no conduce de ninguna manera a la muerte: es el no poder morir tras no haber ya una vida real.


El pueblo de México se me antoja como algo similar (y, por cierto, algo no muy ausente en todo el mundo): un pueblo confundido, ególatra, machista, ignorante de sí mismo, seguidor más que innovador, quejumbroso, hastiado de la miseria, doliente, incrédulo ante sí mismo y desconfiado entre los de su raza; el mexicano es algo de mucho decir y de poco hacer -por nada saber-; somos una Nación harta de una vida que no conduce a un vivir, sino más bien a un "morir" pero que jamás terminará en la muerte, como si aún esperásemos a algún salvador (¿el "Enmascarado de Plata" tal vez?) que nos libere de unas cadenas... Mas ya no son éstas cadenas impuestas por algún conquistador español, sino bien es que nos encadenamos a nosotros mismos, pues al parecer nos gusta sufrir al mismo tiempo en que decimos lo contrario: "Estoy hasta la 'madre' de la corrupción, pero sigo siendo corrupto; me quejo de la ignorancia, pero me pesa más la pereza que el estudio..."


México es un país desesperado, de valores distorsionados, aplastados y casi extintos, un país que patea sin objetivo alguno, que dispara sin un blanco, que avienta 'balonazos' al área contraria para 'ver' si anotamos un gol... Aquí, en tierras aztecas, todos pretendemos ser sabedores de política, de fútbol, de mecánica automovilística, etc., pero la realidad es que nada sabemos porque en cada esquina las verdades son distintas: en este taller el problema es la "batería", en aquél el "alternador", y en este otro le falta "afinación": el 'motto' de aquél es "el que no tranza no avanza", mientras el de 'aqueste' es "la verdad nos hará libres"... Y finalmente resulta que ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario... Y, ¿qué es lo contrario? Pues nadie lo sabe....


México es un país que desea morir, que está acostumbrado a vivir esclavizado desde épocas coloniales (por respeto, al oír nuestro nombre, aún decímos "mande Usted", como si aún fuésemos indígenas subyugados); somos un pueblo sumiso que -repito- habla pero que nada hace: queremos y creemos 'pendejear' a los demás cuando, finalmente, vemos que somos nosotros los 'pendejos pendejeados'.


Y volviendo finalmente al tema de la desesperación, si bien ello no nos conducirá a la muerte, entonces, habrá de ocurrir un momento en donde esa desesperación estalle de un modo atroz, cruel, bestial, cuasi-psicótica... Y entonces volveremos a destruirnos para poder reconstruirnos... 'a ver' si no nos aclanza de nuevo la corrupción que tanto se imprime en los corazones mexicas.


Mas no hay que preocuparnos aún, pues México todavía no está listo para pelear consigo mismo... o, como decimos, "todavía aguantamos vara..." Y, ¿por qué 'aguantamos' esa vara? Pues porque somos "chingones", somos "cabrones", somos "fregones" y, nunca de los jamases y jamás de los nuncas, por ningún motivo, nos "rajamos": ¡somos "mexicanos"!

Y, entonces -repitiendo-, seguimos aguantando esa 'gran' vara que tanto nos gusta que nos lastime (sin álbur)... Por lo menos, hasta que nos demos cuenta que, no es que unos ganen y otros pierdan en los comicios presidenciales, sino que, realmente, todos perdemos: Y es que un pueblo que no está unido, una Nación sin un objetivo, un país sin una meta en común, un Estado donde sus partes individuales desconfían unas de las otras, es un país condenado a la miseria eterna...


Y ahora sí...

¡Que viva México... "cabrones"!

...¿o no?


Søren Aabye Kierkegaard, (Copenhague, 5 de mayo de 1813 – ibídem, 11 de noviembre de 1855) (Wikipedia).