Vive… vive para estar en la cima; vive para pisotear los rostros de aquellos en quienes te apoyas para escalar hacia el tope de una montaña que te han dicho que existe y que, una vez estando ahí, podrás hacer lo que te venga en gana. Esfuérzate por subir y, en el camino, ve maquinando las maneras en las que puedes trepar más alto… más rápido…
Fíjate en las tácticas de los demás, pues te pueden servir a ti. Más alto… más rápido…
Domínalos a todos, domina ese Everest de la humanidad. Hazte de armas y herramientas para tirar a otros, sobre todo a los que te hagan mayor competencia… Pero, eso sí, habla y promulga la justicia: Di que existe, pregona que hay un karma universal en donde el bueno, aquél lleno de moral, aquél en el cual se inculcaron todos los valores humanísticos, es quien alcanza la cima del poder y, desde ahí, ve por el bien de todos los que se encuentran sobre la montaña; grita… sí, grita que existe este tipo de honestidad, de verdad, de justicia, de heroísmo, aunque sepas que no es cierto; pues así podrás mezclarte entre los demás; así podrás ganarte su confianza para después aventarlos hasta las faldas del monte que escalas… Más alto… más rápido…
Cuida tu labia, tu afabilidad… Convéncelos de que tú eres aquel magnánimo y digno del trono que reposa en la cima; trátalos bien, codéate entre los que tienen lo necesario para ayudarte a subir… más alto… más rápido…
Trata al hombre como hermano para, después, tratarlo como esclavo. Mira hacia arriba, pues el único sentido que tiene mirar hacia abajo es para escupir en el ojo de quien viene tras de ti.
Alienta a los de abajo a subir despacio, mientras persuades a los de arriba que, si te esperan, entre ambos podrán ascender más alto… más rápido…
Ten en cuenta lo más importante; antes que nada, después que todo, aprende lo que realmente te interesa: Crear distracciones. Cuando llegues a la cima, hazles creer que la felicidad está a la mitad del camino; dale al pueblo “panem et circum” (pan y circo); pues así asegurarás tu poder sobre la humanidad. No es tan difícil subir la empinada carrera por el poder, sino mantenerte ahí. Conserva tu poder a toda costa; vuélvete tirano si es necesario.
Pero, eso sí, ten también en cuenta que puede haber alguien más alto, en alguna otra montaña o en las nubes; alguien que haya escalado tan alto que sea aquél quien comenzó a pregonar que la cima de esa montaña era algo excelso; ese alguien quien comenzó el rumor de que se debía subir por aquel cerro y no por otro; ese quien esté animándote y convenciéndote con palabras como: “En la cima de esa montaña serás feliz; no avances más… Mantente alejado de mi trono en la nubes…”
Escala, sube, asciende, esfuérzate por ir a la cima más rápido… más alto…
Cuando seas viejo y te des cuenta que el poder te ha consumido y que tus sueños se vieron destrozados por el paso del tiempo, no mires hacia abajo, pues querrás volver a las faldas de esa montaña del ego humano para volver a ser feliz, libre… humano…
Más alto… más rápido… Pero una vez en la cima, no habrá tiempo para volver atrás…
Querido lector, no busques lo que los demás encuentran. Busca lo que nunca buscas y encontrarás lo que nunca encuentras. No escales por lo que quieres, sino por lo que necesitas; pues el sentimiento de libertad aparece cuando tenemos lo necesario… jamás con la ambición.
Soñar con dinero y poder, es lo mismo que querer comerte un pastel de dos pisos en una hora: Es posible, pero también ridículo, estúpido… Todos te aplaudirán por haberlo logrado, pero siempre te guardarán rencor por no haberlo compartido.
Tómate tu tiempo… menos rápido… menos alto…