DIARIO DE LA HABANA (Tecrer día)



Tercer Día

Atardecí… Una resaca insondable se burla de mí: imágenes en vuelta, mareos, recuerdos vagos… Miro por la ventana: Ha llovido toda la noche y aún caen gotas cristalinas que se estrellan contra el vidrio de la descuidada habitación del hotel. La Habana está nublada, húmeda, triste… Pienso en ello y mi malestar vuelve, mas me río de vuelta dando un salto para levantarme: Es viernes, estoy en la selvática ciudad del placer; no hay lugar para las náuseas.

Tomo un mar da agua; luego, por alguna razón ajena a mi entendimiento, se me presenta la oportunidad de mi primer baño caliente… delicioso, vigorizante, aliviador de residuos alcohólicos.

Un tabaco; pienso en Jack, pero el estómago me ruega que espere…

Bajo hacia la “Cadeca”, nombre de la casa de cambio de La Habana: Está cerrada por el momento. Mientras vuelvo al hotel un hombre negro de apariencia terrorífica me ofrece venderme marihuana… Tentador, mas, por un lado, no haré esa clase de negocios en un país ajeno; por otro lado, vine a disfrutar del paisaje y el hedonismo de la isla, no a encerrarme en el cuarto del hotel para viajarme a otros lados: Ya estoy de viaje.

Resolvemos salir y buscar algo para desayunar: Se nos antojan unos mariscos, algo fresco que reviva el alma, mas no encontramos el lugar adecuado, por lo que decidimos, después de varias vueltas, comer una hamburguesa en la cafetería “La Rampa”, ubicada sobre la Av “23”, más arriba del hotel.

Ordenamos, nos sentamos y fumamos un cigarrillo mientras esperamos nuestras viandas. A lado nuestro un grupo de europeos saborean sus alimentos, extasiados por el viaje familiar a la isla.

Después de devorar nuestro refrigerio, decidimos cambiar de mesa rápidamente, pues bajo la sombra hace frío y el sol es codiciado. Ordenamos un espresso y nos acomodamos, saboreando la exquisita mezcla de café cubano combinado con el humo del tabaco rubio caribeño, el sol de frente que se posa sobre el océano del Malecón; del otro lado de la acera los famosos helados “Coppelia” atraen a todo tipo de gente, mientras cientos se pasean por la avenida aquí y allá; pero todo desaparece, es un momento mágico, donde los placeres sencillos de la vida me ofrecen un sentimiento de libertad: No hay nada, sólo yo, mis ojos y mi paladar.

Un hombre canadiense, de edad avanzada, se desmaya en medio de la cafetería, mientras la joven cubana con quien viene trata de reanimarlo. Yo no me muevo, no me importa; podría morirse aquél, pero yo… yo estoy enamorado del momento.

Empieza una ligera lluvia… mi momento ha muerto. Bajamos por la “23” hasta la calle “O”, donde se encuentra nuestro hotel. Subimos; no pasa mucho tiempo antes de que destapemos un vino que traíamos en la maleta: Un exquisito Shiraz californiano del valle de Napa, con un atractivo aroma parecido al del gruyere y un sabor perfectamente adecuado al momento: No fuerte, no seco ni avinagrado… Es, simplemente, un perfecto “bouquet”, y sólo existe algo que puede descollar aún más aquel placer hedonístico: Un habano, mientras vislumbro por la ventana el cartel destruido de lo que fue en su época, puedo imaginar, el magnífico hotel “Capri”; las ruinas de aquello no hacen más que obligarme a imaginar la elegancia de los huéspedes década atrás.

Anochece, mientras nos bebemos la tarde en una copa de tinto, acompañado de botanas misceláneas y, desde luego, cigarros. Ahora, es tiempo de encender la oscuridad con una chispa de fiesta…

Un antiguo y ruidoso taxi nos deja en la entrada del Cecilia, un restaurante que por la noche se convierte en el núcleo de los libertinos extranjeros. Decenas de personas, la mayoría cubanas, se amontonan en la entrada del lugar a modo de hilera, esperando su turno para ingresar a la pecaminosa fiesta del lugar. Nos formamos entre las despampanantes cubanas a esperar nuestro turno, mientras sus chulos nos miran con recelo: Son jineteras, prostitutas, pero de un calibre extraordinario: Si el amor existiera en Cuba, de ahí tomaría a mi futura esposa.

Mientras esperamos impacientes, un extenso grupo de lo que parecen ser rumanos, se aparece, con aire maldoso, sedicioso, revoltoso… Todos los convidados pueden sentir esa desconfiada vibra que emanan. Tratamos de no darle importancia a aquello, pero se hacen de palabras inentendibles con otros; finalmente, termina ello cuando cruzamos la puerta. Costo de la entrada: $5.0 CUC’s; Grupo invitado: P.M.M.

Entramos e inmediatamente amo el momento; soy un amante del presente y vaticino una gran velada: Mulatas, rubias, negras, trigueñas y pelirrojas se pasean con sus mejores ropas por todo el lugar, blandiendo sus cabellos, bajo un rutilante cielo estelar, cual si fueran Roldán y su Durandarte entre moros; todas vienen y van, repasando sus miradas hacia todos nosotros: hombres extranjeros, pidiendo a grito interno que les brindemos tragos para después invitarlas al hotel.
El lugar es un jardín, bellamente adornado para la ocasión con luces y sonido digital, con unas mesas dispuestas bajo el gran escenario, donde P.M.M. daría un extasiante espectáculo. En medio de todo, un árbol enorme vigila a todos los cazadores de caribeñas.


Yo no voy con intención de cacería, mas pongo el tiro de mis ojos en la barra, donde se aprecia el elixir Bucanero; antes de pedir aquello, mi cuerpo me pide azúcar y un poco de cafeína, por lo que encargo un refresco “Tu Kola” helado.

“Glu, glu, glu… aaaaah”… No hay mejor medicina para la resaca. Volteo y, no pasan dos minutos, cuando se acerca una mulata conmigo. Me dirige unas tres palabras, mas contesto seco, sin vida: Quiero mi momento a solas; se me antoja disfrutar mi refresco con un cigarrillo, callado, mientras repaso el bufete de mujeres que se me presenta. Ella lo entiende y se va. Nuevamente me enamoro del instante, mientras comienza el espectáculo de aquellos entretenedores: Luces de todo tipo, sonido ambiental, pantallas de plasma y, sin más, un grupo de mujeres irreales bailando despacio y sensualmente sobre el escenario: Es tiempo de una cerveza.

La fiesta continúa y yo intercambio miradas con las locatarias, mientras mi compañero de viaje ya se encuentra hablando con alguna de ellas. Alguna de cuerpo escultural se da cuenta de ello y me percibe vulnerable, por lo que se acerca y comienza la plática de coquetería. Le invito un trago mientras ella pasa de las palabras indirectas a las directas tratando de convencerme para que la lleve al hotel: Me ofrece un masaje inolvidable seguido de una noche apasionante. Yo me niego mientras ella continúa su esfuerzo: Es un canino disfrazado de ratón, esperando a que yo me convierta en gato y caiga en su juego: Me abraza, me susurra al oído, me acaricia el rostro, me besa el cuello y los labios, pero éstos últimos sólo dicen: “Hoy me iré sólo”.

Después de unos momentos, me toma de la mano e intenta llevarme hacia unas pequeñas mesas casi privadas que se encuentran en la parte de atrás, cerca del sanitario de hombres, mas ella no contaba con que alguna otra me arrebataría los ojos, conque era una diosa de cabello negro, ojos grandes y brillantes y una boca inmensamente deseable, que, sabiendo sus infinitas cualidades, se interpuso entre aquella y yo, donde no pude más que soltarle la mano a la primera para poner toda mi atención sobre la diosa, a quien ya había visto desde la entrada, vestida con una pequeña chamarra blanca, mostrando su abdomen plano y su délfica espalda baja, donde habitaba un ave divinamente tatuada; ¡oh, cómo quise ser ave por una noche!

Comienzo la plática con la pregunta obligada en aquella ciudad: “¿Quieres algo de la barra?”; “Unos Hollywood”, contesta. Me dirijo por los cigarrillos y mi Bucanero helada; en el camino me tropiezo y casi caigo: quiero pensar que fue por que todavía me encontraba estupefacto ante tal belleza cubana.
Al volver, no pasan cinco minutos cuando ya me ofrece un extraordinario masaje y un momento lujurioso en el hotel. Me niego, decepcionado de saber que el amor en Cuba es sólo cuestión de negocio. Ella insiste, regatea sus precios; yo sólo quiero charlar, mas para ella el tiempo es dinero… literalmente, por lo que se va en busca de alguna otra víctima.

Me paro de frente al escenario, donde se organiza un concurso entre extranjeros organizado por la P.M.M.; con cigarro y cerveza en mano, disfruto mi tiempo a solas, mientras vienen y van aquellas ofreciendo sus servicios. Finalmente, encuentro a mi compañero de viaje, quien se encuentra platicando con alguna chica de ojos turquesa y rostro de coquetería pura, delgada, atractiva, fina… Me siento con ellos a degustar un trago, cuando se acerca una cubana y se sienta a lado mío: no es guapa, ni atractiva, ni bonita, mas yo sólo tengo deseos de platicar y pasar un buen rato, por lo que le invito una piña colada, mientras los cuatro nos divertimos bajo la noche tropical.

Después de unos momentos, se va aquella, quien debía ir a jinetear para poder alimentar a su crío en el hogar. Me levanto al sanitario, y vuelve la diosa insistiendo en que debemos hacer negocio de placer, mas yo estoy convencido de volver solo a mi cama.

Entre copas y tabaco, pasa la noche y, finalmente, volvemos al hotel. Mi compañero sube al cuarto; yo, me dirijo al bar del hotel: “Un etiqueta negra en las rocas… hazlo doble, por favor”.

Por fin, tranquilidad; me siento en el cómodo sillón del lobby, saboreando mi Hollywood y mi J. Walker… es mi momento "Johnnie-Hollywood". De pronto, siento que debo escribirlo todo antes de que se me olvide… No hay pluma ni papel… Saco mi teléfono móvil y comienzo a escribir por primera vez mi historia… “Sólo una y media hora de sueño… La Habana espera. Un gélido viento madrugador y un equipaje que parece pesar más que yo; pero nada importa: Me aguarda un destino paradisíaco..."

Momentos después, baja una chica de negocios por el elevador y se sienta en un sillón frente al mío… “Vete”, pienso, “este momento es mío y de mi alma”.

De pronto, se abren las puertas del ascensor, y sale una pareja extraordinaria: Jack, tomado de la mano de mi amigo. Se sientan junto a mí y, a modo de salvación, obligan con su presencia a la chica a retirarse.

Uno de los custodios del hotel se encuentra embriagado; se sienta a lado nuestro y le ofrecemos una copa de nuestro elixir, mas antes de probar su trago queda aquél en los brazos de Morfeo, por lo que decidimos, mi amigo y yo, continuar nuestra fiesta privada en el cuarto, donde entablaríamos una platica sincerísima hasta el amanecer… No siempre se puede “netear” con un amigo en Cuba, acompañado de un elegante Jack Daniel’s…

DIARIO DE LA HABANA (Segundo día)

Segundo Día

Despierto… ¿Dónde estoy?... Un poco mareado, nada está claro, el sabor del whiskey añejado continúa paseándose por mi lengua. “Nada ha pasado”, pienso; pero el aroma de las sábanas blancas y unos vagos recuerdos me dicen otra cosa y… mi cartera lo confirma.

Sonrío, estoy en La Habana, estiro mis músculos y me levanto; me pongo ropa limpia para alcanzar el desayuno tipo buffet que ofrece el hotel Saint John’s. No comemos, sino tragamos todo lo que repasa nuestra vista: Fruta, yogurt, leche, omelet, verdura, café, queso, pan con mantequilla, jugo y unos exquisitos “hot cakes” embadurnados con un almíbar dulce y agradable.

Volvemos a la habitación, una ducha de agua fría, un Jack en las rocas y al Malecón. Nos sentamos frente a la fuente del Hotel Nacional a beber nuestras “Bucanero” mientras encendemos nuestro primer habano que habíamos conseguido la noche anterior con el custodio del hotel, a quien habíamos invitado una copa de nuestro “All-american-whiskey”. Nuevamente, gozamos del sol y la brisa, pero ahora el viento sopla con una fuerza terrífica, obligando a las olas del mar a estrellarse, con tal fuerza sobre la barda de la avenida, que alcanzaba a inundar la calle del Malecón, por lo que la policía decidió cerrar el acceso de los coches hacia ésta. Pareciera que, mientras los lugareños intentan salir de Cuba, el mar embiste furioso con intenciones de entrar y quedarse para disfrutar de la paz que ofrece la ciudad tropical.


Terminamos el puro, una cerveza más y encaminamos nuestros pies rumbo a la Habana Vieja, pasando entre charcos y edificios viejos, deteniéndonos aquí y allá para fumarnos un cigarrillo y
ver la magnificencia de las olas que formaban explosiones sobre la amurallada ciudad.

Hoy nos sentimos más turistas, tomando fotografías en cada bello cuadro que nos ofrece el paisaje, donde conocimos a una pareja de artistas cubanos “aseres”, con quienes intercambiamos fotos y palabras.


Entre cuadro y cuadro, pasamos por la fortaleza de San Carlos, donde cada día a las nueve de la noche se escuchan los cañonazos hacia el mar; ladeamos el Museo de Bellas Artes y otros tantos museos y edificaciones importantes, donde me detuve un momento en el servicio postal nacional para enviar una postal desde La Habana a una buena amiga mía. Seguimos hasta llegar al Capitolio, con su exuberante cúpula tipo colonial, pasando entre calles atestadas de locales y foráneos.

Finalmente, decidimos que es momento de un trago. Descendemos entre callezuelas, pasando por la afamada “Floridita”, hasta llegar a la bien conocida “La Bodeguita del Medio”. Entramos, mirando de lado a lado todas las paredes pintadas con letras y mensajes de todos los visitantes; subimos a hasta el último rincón del lugar, donde se ofrecía una cómoda imagen para pasar el rato. Nos sentamos, se acerca la mesera: “Dos mojitos”.
Mientras esperamos deseosamente las bebidas, del otro lado del lugar, un estadounidense con su hijo gozaban de la presencia de una cubana con su hija. Me impresionó ver que la niña, de unos doce o trece años de edad, ya conocía perfectamente las astucias del arte del amor cubano, ofreciéndole de vez en cuando su mano al hijo del extranjero y brindándole una sonrisa; luego, seca, volteando al lado contrario, mientras aquél imberbe quedaba estupefacto ante la belleza caribeña: El pequeño rubio estaba ya enamorado.

Llegan los mojitos… “Glu, glu… aaaah”… Exquisito, con poca azúcar para no destruir el sabor de la hierbabuena. “Esto es vida”, pienso, mientras un grupo de locales tocan un son cubano.
A lado nuestro, un grupo de europeos que destellaban gran riqueza, piden un habano cada quien, el mejor que encuentran sobre la caja que ofrece el empleado sobre sus brazos. Siento envidia, quiero un habano…; mas detengo mis deseos con un cigarrillo “Hollywood” de caja roja.

Una “Bucanero”, una botana, otro cigarrillo; las palabras en el manuscrito impreso en el menú del local me llenan de envidia y empujan al exterior mi instinto de escritor, pero me contengo, y, antes de partir, repaso nuevamente las palabras: “My mojito in La Bodeguita… Ernest Hemingway”.
Tomamos un taxi hasta el hotel: La noche ha mostrado su velo.

Llegamos al cuarto, brindamos con una copa de vino rosado; es el segundo día y ya parece rutina: Un Jack Daniel’s derecho, tabaco, otro trago, cigarrillo… Para este momento ya somos adictos a la nicotina del lugar; sin darnos cuenta ya podemos fumar cuatro cajetillas de cigarros entre ambos por día (y noche).

Un cambio de ropa y a buscar el hedonismo nocturno…

Salimos del lobby… “Mmmh… aaaah”; no hay nada como el olor de La Habana bajo el nublado y negro cielo del Caribe.

Pregunta obligada: “¿Qué haremos hoy?”. Resolvemos que lo mejor será preguntar a los taxistas, quienes conocen bien los suelos y lugares hedonísticos.

Mientras preguntamos, sobre la esquina del hotel, el custodio de un lugar que figura ser una discoteca subterránea nos invita a pasar, mostrándonos con su mano derecha a una mujer…; no, no es una mujer, es una niña, lanzando miradas coquetas para que entremos al recinto y le invitemos unos tragos. Mi compañero acuerda entrar y dar un vistazo, mientras platico con el custodio sobre mi nacionalidad, contestando aquél a modo como se habla en mi país, tratando de imitar mis gestos.

Sale mi acompañante de viaje. Adentro, el lugar no promete mucha diversión. Le creo y, finalmente, tomamos un taxi y decidimos que iremos al lugar donde tocará el grupo de moda: P.M.M. (Por un mundo mejor), quienes son reconocidos por tocar “covers” de canciones de reggeaton. El nombre del lugar: El Túnel.

Pasamos por municipios y zonas, pasando por Cerro hasta llegar a Víbora, una zona meramente residencial de no muy buena facha. El chofer detiene el auto: “Aquí es”.

Bajamos; el ambiente parece hostil, extraño; Hay un murmullo constante, de esos que hacen lo mismo que un silencio, lo mismo que el ir y venir de las olas del mar o el ruido mitigante de la turbina del avión donde veníamos ayer.
Un racimo de cubanos se aglomera en la entrada del lugar; nos aproximamos con el custodio, pensando en que nuestra nacionalidad hará muestras de su poder, mas nos exige pareja del sexo opuesto para lograr entrar.

Hay pocas mujeres que, a primera vista, se vean dispuestas a entrar con nosotros, pues la mayoría viene en grupos de hombres y mujeres. Finalmente, logramos entrar: Mi actitud está por los suelos, no me agrada el lugar. Se me figura a una bodega de dos pisos, donde el humo del tabaco se encierra; no hay ventanas, y la puerta de la entrada parece dejar entrar más humo, en vez de hacer lo contrario.

Mi compañero se queda platicando con su pareja cubana; yo he dejado ir a la mía. Me veo sólo, vulnerable, extrañado… arrepentido. “Estás en Cuba”, me animo y me encomiendo a mi dios, Kerol. “La actitud entra por la boca”, pienso y me encamino hacia la barra.

“Una Bucanero…; Otra Bucanero…” Platico con el de la barra, se llama Ernesto. Me da el número de su teléfono móvil y su correo electrónico. El motivo: Negocios: Quiere venderme ron, habanos, etc… De pronto, se acerca una cubana, platicamos, me aburro, me voy.

Se acercan un par de isleñas: “¿Nos invitas una cerveza?”.
Diez minutos pasan y me encuentro con una cubana bailándome de revés un reggaetón, mientras bebo mi “Bucanero” fría y juego con el humo de mi tabaco… “Gracias, Kerol”…

Envuelto en mi hedonismo solitario, pasa el tiempo, hasta que finalmente se despide aquella. “Adiós, corazón”… Me besa de modo apasionado, mas con aquel sabor amargo de hacerlo en pago de los tragos brindados. Me da su teléfono móvil: “Llámame”… “Sí, seguro…”, respondo de modo natural, mas con extremo sarcasmo hacia mis adentros.

Más alcohol, más pasiones caribeñas y mucho alquitrán; ahora me siento parte de la fiesta; quiero ser el dueño del lugar, pero algo me lo impide... estoy en tierras lejanas... Luego, se van todos y salgo detrás: La fiesta se ha acabado.

Me reencuentro con mi amigo mientras un par de féminas se pelean a golpes en medio de la multitud: “¡Plaz!”, se escuchan los puños sobre la carne apiñonada de la enemiga; “¡Clap!”, suena la mano abierta de la enemiga sobre el rostro de la otra. Nadie detiene aquello, mas llega la policía y, medio minuto después, todo vacío.

Tomamos un taxi de vuelta a nuestro hogar temporal. El chofer nos quiere cobrar diez CUC’s, mas regateamos a ocho y una cerveza que tomaríamos los tres afuera del hotel, sobre la banqueta, mientras nos platica aquél sobre el temor (o respeto) de los cubanos hacia la policía y cómo debemos cuidarnos de los taxistas ventajosos.

Todo me da vuelta, pero podría construirme una fiesta personal si mi alma me lo ofreciera... "Un Jack", pienso mientras subimos por el ascensor. Un intercambio de palabras con mi amigo acerca de la noche que ya casi terminaba, sosteniendo el licor del "moonshine whiskey"en la mano derecha y un tabaco en la izquierda. Unos minutos, un río de agua paseado sobre mi esófago para no despertar a medio sueño, y a la cama…

DIARIO DE LA HABANA (Primer día)

Primer Día

Sólo una y media hora de sueño… La Habana espera. Un gélido viento madrugador y un equipaje que parece pesar más que yo; pero nada importa: Me aguarda un destino paradisíaco. La ciudad parece sin vida pero, al llegar al aeropuerto, mil gentes (y digo “gentes” por que me refiero a grupos de personas de todo el orbe) llenos de entusiasmo los que van, llenos de cansancio los otros, cual si fuese un gran mercado multinacional.
Entre el sopor y la ansiedad espero el “check in” de las maletas. Mi compañero de viaje busca una dosis de cafeína para ambos cuando escucho el primer acento cubano: un par de señoras de cuerpos ridículamente plásticos me piden que lleve a sus hijas, bailarinas, tela para que hagan sus vestidos. Me rehúso fríamente, advertido anteriormente del carácter ventajoso de los isleños, con la excusa de llevar hasta el tope mi propia carga. Se van, mas viene otro pidiendo cosa parecida. Me niego de nuevo y váse. Un desayuno ligero y al avión.

Despegamos a bordo de una aeronave que aparenta ser construida décadas atrás. Ascendemos y el paisaje a través de la ventanilla se torna cada vez más bellido: los montes de “El Popo” y su amante cubiertos de un blanco divinamente glaseado. Luego, nubes; después, sobre ellas: hermoso: se me antoja aquello como una interminable tundra de suelo de vapor con un sol que emana infinitos y confortables haces. Una vez acostumbrado a aquel vislumbre, me gana el sueño y muero unos minutos.
Al volver en mí, sin más, ya descendemos. Al lado mío una odontóloga de Ixmiquilpan, Hidalgo me hace plática: está nerviosa por el vuelo, pero orgullosa, pues va a ayudar a los damnificados en Haití.

Se abren las compuertas, se me sube hasta la frente el ansia del hedonismo puro.Trámites aduanales: Motivo de viaje: Placer…

Minutos después, estamos fuera: Jamás se puede respirar aire más tropical: Un aroma caluroso y altamente húmedo, selvático.
Prendo un cigarrillo… “Tira eso”, me dice mi amigo, “prueba el tabaco cubano”. Obedezco… “Ssss… Aaaah…”; sí, esto es el verdadero sabor del alquitrán: puro, maduro, natural… Puedo estar seguro de que será un viaje de manjares para el paladar.

De camino al hotel se pueden ver los plantíos de lo que pienso serán un espléndido tabaco o una exquisita taza de café, y los rostros del Che y Cienfuegos y otros héroes de la orgullosa revolución adornan aquí y allá unas célebres frases vitoreantes, al mismo tiempo que la pobreza se muestra a las faldas de aquellos espectaculares. Pocos automóviles (a comparación de mi natal), casi todos ellos modelos rusos antiguos, suben a pasajeros pidiendo “aventón”. Pasamos Palacio, Plaza de la Revolución, fábricas y ministerios; finalmente, entramos a la ciudad, pasando por pequeñas calles y la entrada de la ilustre universidad principal ostentando su antigua pero majestuosa escalinata.




Llegamos al hotel: tres estrellas, de las cuales yo tomaría dos y las tiraría por el drenaje de no ser por el único hecho de ubicarse en la zona del Vedado. Una ducha fría, no por gusto, mas por ser lo único que sale por la bañera. El televisor no funciona: "Gracias; vine a hacer lo que no hago en mi país".

Abro la maleta en busca de ropa y aparecen, a modo de epifanía, dos de lo que he esperado besar después de dos meses de abstinencia: Los labios de un par de “Old Nº 7 brand Tennessee sour mash whiskey” que había empacado para la odisea costeña: mi adorado y trigueño Jack con su perfume de maple añejo, bellamente ataviado: negro su frac, corbata mate azabache brillante, estoperoles de cristal y una postura imponente; sencillamente elegante…






Sin más, lo beso. Un afluente tibio y embriagante me baja del esófago y aguarda ahí unos momentos, esperando entrar al torrente sanguíneo para volverse uno mismo conmigo… Es un buen miércoles para estar en la capital del comunismo latinoamericano.

Me visto, me peino, un par de atomizaciones de loción acidulada y estamos listos para Cuba...

“Vamos al Malecón”, dice mi amigo y nos encaminamos, bajando por la esquina de la “23” y la “O”, de frente hacia el Golfo de México o el Mar Caribe, no estoy seguro.


Una helada cerveza “Bucanero” de unos cinco grados de alcohol y nos sentamos sobre la muralla de la avenida principal para disfrutar del fuerte tabaco de la isla.

Pocas cosas en esta vida pueden arrebatar mi corazón; el Malecón se lo llevó para siempre…

Imagino un pensamiento en blanco por un momento, seguido de mil deseos; luego, cientos de ideas y letras me vienen a la mente, intentando dibujarme ese paisaje para siempre en la cabeza. Amo el momento; odio el que no sea eterno. Busco un bolígrafo y una libreta… No hay… Tendré que grabarlo en mis ojos para imprimirle después en tinta; talvez así mi momento sea eterno...

Saco el tintero de mi alma y la pluma ligera de mi razón y me grabo el recuerdo de un sol increíblemente fulgente acariciando la faz de un mar azul verdoso infinito y perfectamente en calma que a su vez besa por ratos los pedruscos que circundan la barda del Malecón con su espuma de satín blanquecino y burbujeante, salpicando una brisa exquisita que me da la bienvenida con un memorable ósculo en el rostro. A mi espalda, sobre un peñasco, se alza majestuosamente el Hotel Nacional, elegante, con sus campanarios como puntas que desgarran el vientre del cielo perfectamente azulado y moteado de nubes, viendo al horizonte, cual si fuera aquel edificio el guardián de La Habana; al mismo tiempo, debajo de éste, una bizarra mezcla de automóviles particulares antiguos se entrejuntan con los modelos recientes de los taxis y los autos de renta.

Es un momento pacífico, sin problemas, sin estrés ni preocupaciones; sólo el ponto, el sol, la brisa, el tabaco, mi “Bucanero” y yo; es un momento perfecto… De pronto, tengo un “hubiera” en la mente, pensando en abrazar mi guitarra y cantarle al momento.

Pasan minutos, u horas, no estoy seguro; de repente, ya no es la brisa que me moja, sino una lluvia tropical que me limpia y enjuaga el alma. La gente váse, mas mi amigo y yo permanecemos inmóviles, disfrutando cada segundo de la pequeña tormenta: No hay fuerza que pueda robarnos el momento: estamos en el paraíso aunque se caiga el cielo en pedazos de hielo.

Poco a poco se desvanece la perfección y van ganando terreno el frío y el hambre, por lo que resolvemos volver al hotel, donde comeríamos degustando una copa de vino rosado seguida por un par de Jack Daniel’s derechos, mientras la noche despierta a la fiesta cubana.

Salimos en busca de algún lugar para descubrir la Cuba nocturna. Llegamos al “Salón Rojo”, pero parece desierto, sin vida, aunque entran y salen las isleñas perfectamente ataviadas y luciendo sus esculturales cuerpos, buscando las miradas lascivas de los extranjeros: Son “jineteras”, prostitutas sin sonrisa que descienden o suben del coche de su chulo en busca de unos cuantos CUC’s.Dudamos en entrar y propongo, en lo que decidimos, tomarnos una cerveza en un pequeño restaurante-bar ubicado del otro lado de la acera.

La lluvia se precipita mientras saboreamos el amargo sabor de la cebada fermentada, combinada con la nicotina del lugar, lo que atrae a una negra de treintiuno años y una mulata de veintiuno. Se sientan en nuestra mesa y conversamos mientras pagamos por sus tragos.

Entre risas y miradas me veo después solo con la mulata en la cafetería “Sofía”, ubicada en la esquina del hotel. Ella come efusivamente un plato de comida criolla mientras yo saboreo un Johnnie Walker etiqueta negra en las rocas: No quiero comer, quiero beber el momento mientras un grupo de cubanos adornan el lugar con el son de la “bachata”. El estupor del alcohol comienza a nublar mi memoria y a barrer las palabras que salen de mi boca adormecida.

Luego, estoy con ella en el lobby del hotel, riendo a carcajadas y tomando fotografías sin sentido, cuando un custodio negro del lugar se acerca a decirme unas palabras. Yo asiento en un modo casi ininteligible para una persona sobria; más tarde, se abren las puertas del elevador; después, las luces se apagan…














Tres Videos Caseros

Antes de irme a La Habana, quería dejarles algunos videos para que no me extrañaran tanto...

Estos los grabé cuando todavía tenía bigotito, así es que, búrlense y rían y gócenlo. Tengan en cuenta que el piano está un poco desafinado y, como todo se hizo en una toma, desde luego hay uno que otro error, pero, como bien digo, todo es parte del intrépido rocanrol.

Sin más...




Les dejo los "links" para quien no pueda verlos, o prefiera verlos en Youtube...

http://www.youtube.com/watch?v=WgYnTLvCxgo (Live Well)

http://www.youtube.com/watch?v=d7vxtkEO7KI (A Tune For You)

http://www.youtube.com/watch?v=FMZYQjiU7rU (Green Eyes)

Un Vídeo Casero

Hoy me levanté, y mi "yo" ocular vislumbró al Sr. Sol en todo su apogeo, después de estar oculto durante varios días detrás de las impertinentes nubes, por lo que decidí salir al jardín y, desde ahí, obsequiarles algo para desearles un provechoso fin de semana...



También les dejo el "link"...

http://www.youtube.com/watch?v=IBNU_TXU51o (I Rather)

EL CHÍCHARO MEDIEVAL (cont.)

EL CHÍCHARO MEDIEVAL (cuarta parte)

Capítulo Cuarto: La Exahustiva y Aventurosa Odisea de Beatriz en Pos de Víctor el Nefasto, Dios del Olivdo y la Miseria y Poseedor del Terrífico Dragón Rojo Sin Nombre

-Disculpa... Me llamo Betty y estoy buscando Víctor...
-Hola, me llamo Cris...
-No me lo vas a creer, pero acabo de conocer un elefante que se llama igual...
-Sí, ya sé, soy yo otra vez... Eres un poco lenta para caminar...
-Pero... tú no eres un elefante...
-Sí, soy el mismo, nada más que me peiné...
-...
-En fin, ahí está Víctor... Míralo...
-Pero... Bueno, gracias...


Capítulo Quinto: Víctor y Giovanna

-Tú debes ser Víctor... Yo soy Betty...
-¿Que onda hermana, cómo estás, qué rollo?
-Mira, la verdad es que no tengo idea de cómo llegué aquí, pero necesito regresar a mi casa...
-Sí, me pasa todo el tiempo... A veces estoy aquí y luego por allá, ya sabes, bien viajado todo este rollo...
-Me dijeron que tú tienes prisioneras a las amazonas y no las dejas salir de aquí... Y la verdad es que, no sé qué tengan entre ustedes, pero yo no tengo nada en contra tuya y necesito regresar...
-¿Las quiénes? Ah sí... están medio orates esas viejas... Pero, ¿qué onda, por qué me preguntas a mí?... ¿No quieres un toque? Está bien chida esta hierbita...
-Eh... no, gracias... Me dijeron que tú me podías decir cómo salir de aquí, de este viaje desconocido...
-¡Ahhhhh! Yeah, ya te entiendo, quieres salir del viaje, ¿no? Pero... ¿por qué; estás malviajada acaso? Tranquilízate hermana, relájate, piensa en las cosas chidas de esta vida... sólo sé feliz...
-La verdad es que no te entiendo... Yo sólo quiero irme a mi casa...
-Ah ya... Y, ¿por dónde vives o qué hongo?
-Pues, en el planeta tierra, en México...
-Órale... No, pues sí estás un poco mal amiga... Se me hace que te tomaste unos de esas ondas alucinógenas... Mira, lo que puedo hacer por ti es chamanearte, ya sabes, guiarte en tu viaje... Lo mejor es que te tomes un suero para que se te baje...
-¿Un suero? ¿Es un suero mágico o qué?
-Pues... sí, si así le quieres llamar...
-Y, ¿dónde lo consigo?
-Pues, sólo pídelo ahí en la barra... Y pídele que le ponga azúcar, mucha azúcar...
-Ok, gracias... supongo... Oye, por cierto, ¿es cierto que tienes un dragón?
-Exacto, está super chido... Lo llamé Giovanna...
-Y, ¿dónde está?
-Pues, aquí, checa...
-¡¿Tú dragón es un tatuaje?!
-Está chido, ¿no?... Se llama Giovanna... ¿ya te había dicho?
-Sí...
-¿Segura no quieres un toque?
-No, gracias...
-Órale, pues buen viaje y suerte, hermana...
-Gacias...


Capítulo Último: El Chícharo

-Hermano, ¿estás bien?... Acábate el suero, te va ayudar...
-¿Qué pedo?... ¿Dónde estamos?
-Pues, aquí en el segundo piso del peri... dando el rol...
-No mames... tuve un viaje bien loco... había amazonas y elefantes y un dragón...
-Güey, neta te pusiste bien mal... Las amazonas eran las viejas que conocimos en el Bull y el elefante era la escultura del perro que está en la entrada... Y luego te pusiste la diadema de una de las viejas y les empezaste a quitar madres y te las ponías y parecías vieja... Decías que eras Betty La Fea, la de la novela güey... El dragón, pues supongo que era el güey de la barra que tenía un tatuaje, el que te dio el suero...
-¿Neta?... Pepillo, ¿qué me pasó?
-Pues una de las viejas me estaba platicando que se acababa de meter unos chochos bien viajados y de repente le quitaste uno y te lo comiste...
-Ah sí... el chícharo medieval, ¿no?
-¿El qué?
-Un chícharo medieval...
-(jajajajaja) Hermano, la vieja dijo: "Este chocho pone loco, mal plan... es un chocho medio mal", y tú entendiste un chícharo medieval...
-Y las luces que ví... eran coches... Pepillo, creo que voy a tener que dejar el rocanrol unos dos meses...

FIN

EL CHÍCHARO MEDIEVAL (cont.)

EL CHÍCHARO MEDIEVAL (tercera parte)

Capítulo Tercero: El Circo

–¡Wow!, qué buena onda eres Petra, o sea, súper amiguis ya, ¿no, o qué?
–¡Obvio, Betts! Vente, deja te enseño nuestra casa que, bueno, o sea, más bien es como un circo, ¿ves?
–O sea, ¿cómo?
–Sí, o sea, haz de cuenta que tenemos como animales y así, y pues así bien padre… Ve, elefantes y changos y una jirafa y así…
–No manches, o sea, qué padre, neta…
–Bueno amiguis, yo ahorita vengo, pero, o sea, como que date una vuelta y así mientras, ¿no?
–Ok…

–Tú debes ser Betty…–¿Quién dijo eso?
–Yo… Me llamo Cris.
–¡Un elefante que habla!
–Estás en una tierra donde no sabes ni cómo llegaste, te encuentras con unas amazonas que no saben ni hablar bien, que tienen un circo por casa y, ¿te asombra que un elefante pueda hablar?
–Mmm…
–No importa, el chiste es que debes alejarte de estas mujeres o pronto te estancarás por siempre aquí como ellas.
–Pero…
–No sé si ya te hayas dado cuenta, pero, cuando estás con ellas, se te pega la forma de ser de cada una, incluso en la forma de hablar, y pronto te acostumbrarás a ellas y no querrás salir de aquí nunca.
–Y, ¿a dónde se supone que tengo que ir entonces?
–Pues, a encontrar tu camino de vuelta a casa…
–Y, ¿cómo hago eso?
–Pues, preguntando, niña… ¿Por qué no buscas a Víctor y averiguas qué es exactamente lo que pasa en este lugar?
–¿Dónde lo encuentro?
–No te será difícil: Es el único que tiene como mascota a un dragón.
–¿Un dragón?
–Y dale con los asombros… Mejor es que te vayas de una vez, antes de que regrese la fresa… digo, la Petra…
–Pero…
–Anda ya, niña, no seas necia…

No entiendo nada… ¿Dónde estoy; qué… qué debo hacer? Pero tiene razón Cris… el elefante, tengo que preguntar cómo regreso a mi casa…

EL CHÍCHARO MEDIEVAL (cont.)

EL CHÍCHARO MEDIEVAL (segunda parte)

Capítulo Segundo: Presentación de las Amazonas

–¡Ea! Arénguense hermanas mías, con que alguna mundana se ha venido de otros mundos a unirse a estas miserables, que bajo el yugo del funesto Víctor, mismamente que nosotras por quincenales de miríadas de añadas, ahora ha. Venga, pues, queridas semejantes, que hemos de mostrarle a esta alma cómo es que se existe bajo los frondosos de terríficas manos. ¡Oh Beatriz!, nombre tal que centelleaste la creatividad de Dante, vuelve tus acuosos hacia estas semejantes tuyas, con que habré de presentároslas; no de diestra a siniestra, mas arrevesado, del centro a los costados. Y ella es Petra, y la otra Chucha, y esta Filomena, y ‘aquesta’ Maribocas…
–Ash, o sea, ¿qué te pasa Andrea? ¿Por qué siempre tienes que hablar así, todo complicado? O sea, relájate; como dice Mika: “Relax, take it easy”. Siempre hablas como con mil palabras y acabas diciendo nada… O sea…
–¡Ay! de ti, Petra… ¡ay! de mí que debo escucharte a días y a horas todas, conque no soy ‘larguilocuente‘, hermana mía; grandilocuente empero.
–Pero mira, ¿qué vosotras no tenéis pena de pelearos enfrente de esta chica? Anda Andrea, bajadle un poco a vuestras palabras que la Petra hará lo mismo, ¿vale?
–Ash, o sea, “ok” Filomena.
–¡Ay! de vuelta a mí, ¡oh! dioses olimpos…
–Tssssss chaaaaale, hijas, o sea, ¿qué rollo con sus ‘parladas’? Viene la tipa esa de visita a nuestro chante y ya se andan jalando de las greñas. Tsss, de veras, o sea, no mameys en tiempos de aguacates mis codornices. ¿Qué tranza, Beatricita?, yo soy la Maribocas, acá, bien ‘chida’, ya sabes, la pura onda loca.
–No bueeeeno, o sea, te tenía que salir lo naco, o sea… ¿qué onda, Mari, en buen plan, te daban licuado al pastor en tu mamila o qué onda? O sea, ni cómo llamarte hermana eh…
–Tsss chaaaaa…
–Pero chicas, ¿qué es lo que os pasa?
–A ver, o sea, Betts, vente conmigo, o sea, yo te enseño nuestra casa; por que, si no, mis 'sis' te van a volver loca…

EL CHÍCHARO MEDIEVAL

Hemos hecho un pequeño concurso interactivo, donde el público debía enviar propuestas sobre el tema para un cuento.
Las propuestas se han cerrado, los temas están dados y la mente comienza su viaje hacia una historia desconocida que iremos desarrollando mientras nos dejamos llevar por el tintero.

Las propuestas fueron las siguientes:
*Pepe: Viaje por el distribuidor
*Andrea: Enrique VIII, playa de amazonas
*Betty: Chicharo narco
*Patty: Pablo Letras como niña
*Cris: Circo
*Víctor: Historia de Pablo Reven/Pablo Sober
*Gio: Medieval, dragones
*Fanny: Corazon

Tras todas estas ideas, se me hizo dificil decidir sobre qué escribir exactamente, por lo que decidí meter todo en una cacerola, condimentándola con un poco de poesía prosaica de repente, un toque de comedia en ocasiones, y un hilo condutor que revuelva todo aquello.
No obstante, los "premios" quedan como tal: Los ganadores quedarán como protagonista y antagonista respectivamente y, en cuanto a los demás, decidí meterlos como personajes secundarios en el cuento.

Amo inventar palabras mientras me hundo en las letras; palabras tales que, aunque bien no existen, sí pueden entenderse por ser derivadas de otras más, por lo que, para evitar confusiones, he decidido ponerlas entre comillas sencillas.

Sin más, aquí los disparates...

EL CHICHARO MEDIEVAL (Primera Parte)

Preámbulo

Una luz… ¿Qué es esto... dónde estoy? ¿Dónde están todos… por qué no puedo escuchar nada? Estoy… ¿quién soy?
La luz… ¿qué es ese brillo? Se acerca… viene directo hacia mí… cada vez más rápido… ¿qué busca… qué quiere? Ahí viene… siento miedo… ¡Qué es esa luz!

–Betty… Betty…

¿Quién habla? ¿Quién es Betty?...

–Betty… soy yo…
–¿Yo? ¿Quién es yo?
–Yo, Fanny, tu corazón…
–¿Mi corazón? Entonces… yo soy Betty…
–Ven, sígueme…
–¿Seguirte? Pero… ¿a dónde?
–A mi interior, a tu mayor deseo… Estás en un limbo tal que puede ser peligroso quedarte como estás… Podría quedar tu mente totalmente en blanco… Ven, no preguntes, sólo sígueme…


Capítulo Primero: La Playa Amazónica

Una playa… la brisa… ¡Ah! ¿Cuánto ha que no me sentía tan relajada? El disco dorado, lanzando sus áureos saetazos hacia mí ‘pertífica’ soma; y el cerúleo ponto, ‘bienviniéndome’ con su alba y rutilante espuma… Mas, ¿por qué hablo así? ¿Por qué canto como aquel poeta florentino que, en “terza rima”, trajo al mundo los círculos del Hades y el que media entre Jove y el de su hermano el de los siete mares, para, finalmente, dibujarnos el ‘circúleo’ paraíso?
¿Dónde yo… dónde he…?

–En una playa amazónica, no Greta, no Micenas, mas alguna arenosa griega es donde tus trapas clavas. No, no has viajado tiempo atrás como 'cuestiónanse' tus mientes; existimos en universos paralelos, donde, en un atisbo, estamos, ora allá, ora acá; ya en este, ya en 'aqueste'…
–Pero…
–No hables, Beatriz. Mi nombre es Andrea, y eres ahora parte de nosotras: Hermanas, esclavas en esta isla por los cientos de los siglos y centurias de milenios, víctimas de Víctor, el nefasto dios olímpico del olvido y la miseria, capaz de hacer y deshacer sin que las demás deidades lo perciban; pues bien apenas es enterada alguna de ellas de sus actos, Víctor logra que ello desvanezca en el olvido. Y es tan insaciable su sed de miseria, tal que ni un centauro podría alabar en tal grado a Baco; tal es su hambre destructiva, que pronto aquel globo que paséase sobre los hombros de Atlas, se habrá sumido en una oscura tristeza perenne. No, paseante de otro mundo, no tiempo hay para discursos 'ciceróneos'; apresura tu par y calla tus ansias, que habré de llevarte donde mis hermanas han, que no lejos está ni hercúleas fuerzas necesitarás para llevarte hasta donde mi boca ha pintado la idea en tus mientes. ¡Ea!, Beatriz, hundámonos en los tilos amazónicos...

Ensayo Sobre La Vejez

Crecer... crecer hasta el punto de saber que la muerte está próxima. ¿Acaso llegar a la senectud es sinónimo de vivir con miedo? ¿Cómo habríamos de comportarnos sabiendo que no somos eternos y que, ineludiblemente, se nos acaba el camino que, cuando infantes, se nos antojaba ilimitado? ¿Llegará el momento en nuestras vidas donde cada mañana despertemos con el pensamiento de que talvez ese día sea nuestro último?
Es muy, vastamente triste pensar ello. ¿Cuántas veces, cuando jóvenes, nos hemos imaginado viejos? Casi con certeza las contaríamos con los dedos de una mano; mas no es por que lo reprimamos, quiero pensar, sino por que es algo que vemos tan lejano que no vale la pena siquiera imaginarlo. Cuando se es joven, tenemos el tiempo de nuestro lado; mas, ¿qué cuando nos miramos al espejo y vemos que el tiempo mismo a dejado sus sadísticas marcas en nuestra piel, en nuestro rostro? ¿Cuándo es precisamente cuando podríamos decir: "Ya soy viejo"?

Creo yo que el instinto de preservación de la especie humana radica en el temor a vernos solos cuando crecemos... ¿Qué sería de un viejo sin familia? ¿Qué pasa cuando finalmente tus amigos te abandonan y, los pocos que te quedan alrededor, desaparecen o mueren? Supongo que es por ello que constantemente estamos en busca de nuestra pareja ideal; aquella persona con la que podamos estar a su lado los suficientes años para sacudirnos la vanidad y sentirnos acompañados.
Es casi cómico que sintamos lástima o nos burlemos de los que ya han vivido tanto; ora por ser inútiles, ora por no ser actuales; ya por nostálgicos, ya por descuidados... Pero nadie, nadie escapará a ello más que con la muerte. Creo yo que, cuando alguien rebasa cierta edad, el estilo o la filosofía de vida se reduce a algo tan sencillo y tan simple, que pensaríamos que así debimos haber vivido desde siempre; un pensamiento que comienza con la resignación: Resignación a los pensamientos ajenos, a nuestra vanidad y, sobre todo, a nuestros sueños. No nos hacemos ancianos con las arrugas y las canas, sino cuando decidimos matar a nuestros sueños, adaptándonos a un sistema ideado por el hombre mismo; verán, el alma se alimenta de sueños y, cuando dejamos de soñar, el alma deja de crecer y, finalmente, muere, llevándose con ella esa felicidad que tanto brillaba cuando niños.
Y por esto digo que es casi cómico y, talvez por ello Balzac le llamó a sus sincerísimas obras: "La Comedia Humana", pues, cuando somos nuevos en el mundo, tenemos toda clase de ideas para cambiarlo todo y por ello nos tornamos inquietos, mas, al tocar la vejez, nos volvemos tranquilos y sin ilusiones, lo que, no obstante, nos da una paz y una tranquilidad inmensa... Pero, ¿será, acaso, tan grande esa indiferencia senil que nos volvamos indiferentes a la muerte misma?

El tiempo, como bien decía el físico por excelencia, es relativo, mas no sólo en la forma einsteniana de que el espacio-tiempo depende de la velocidad del observador, sino del mismo tiempo transcurrido. ¿A qué nos referimos con ello? Que el tiempo se percibe distintamente a modo de que lo sentimos pasar: Cuando tenemos cinco años, el pasar de un año se nos hace eterno, mientras que un año a una edad avanzada sería cuestión de nada. Es decir, medimos el tiempo en proporción del tiempo que hemos vivido. Cada año qe vivamos lo sentiremos más corto y, talvez de ahí la expresión: La vida es corta. ¿Alguna vez escucharemos esta frase en un niño? Desde luego que no: para él la vida es una eternidad. Podríamos vivir millones de años y, aún así, la vida se nos haría efímera, pues los siglos se convertirían en minutos.
Y debemos aceptar que la vida no es corta, pues hay tiempo suficiente para hacer casi cualquier cosa: "Life is what happens to you while you're busy making other plans", decía Lennon en la canción escrita a su hijo. No, la vida no es corta, pero tampoco sempiterna: No creamos que por ser jóvenes podemos darnos el lujo de pasar veinte años detrás de un escritorio.
La cuestión, entonces, sería: ¿Vivir jóven y lleno de ideas apasionantes, o existir viejo y repleto de una indiferencia pasiva?; ¿Ser o no ser?, como bien escribió el poeta de habla inglesa. Bien, pues supongo que habrá que probar ambas; de cualquier modo, la vida se trata de vivir...

Ensayo sobre la juventud

Soy fanántico de la sinceridad; y no confundamos la sinceridad con la honestidad. Ser sincero se trata sobre uno mismo, sobre no reprimir lo que uno siente o piensa y, así, exteriorizarlo; ser honesto es externo, se trata sobre rectitud hacia las acciones propias ante los demás. En otras palabras, lo sincero es el "ser", o lo que "es"; la honestidad es el "deber ser", o lo que "debiera ser".

Soy Pablo Navarro, soy alcohólico social, me gusta probar las cosas de la vida, pues sólo así podemos opinar y no satanizar las cosas: No puedes juzgar la vida sin realmente vivirla.
Hoy hablaré sobre un tema que, aunque no lo crean, es tabú: La juventud.

La juventud… no es la edad, no es ser juzgado como quien no conoce la vida, sino más bien lo contrario: Ser joven es saber exactamente vivir y no más. Mientras uno crece deja de aprender a vivir y se ve envuelto en las responsabilidades y en la crueldad de tener que ganarse la vida para independizarse y ser parte del mundo útil. Se trata de un cierto ciclo que, entre ser natural para reproducirse y conservar la especie y adaptarse a lo que no queremos pero tiene que ser, abandonamos nuestros sueños con una resignación casi imperceptible donde pensamos que el vivir se trata hacia los demás y olvidamos que internamente se trata de nosotros mismos y de quienes nos acompañan en este teatro existencial: Pasamos horas estudiando y trabajando para, solamente, pasar unos momentos con nosotros y nuestros queridos. Ganar dinero para vernos exitosos no es opción: No nos llevamos el dinero al morir. Vivir se trata de que, cuando nos vayamos de este mundo, haya otra vida o no, nos lloren cientos, miles de personas que nos tuvieron en algún momento en sus corazones, y a quienes les pesa no poder pasar otro momento con nosotros.
No vivamos con reglas que no fueron escritas en el vientre de nuestra madre: Reglas sociales, legales, espirituales, religiosas... La vida se trata de descubrir realmente quiénes somos, qué nos pide nuestra esencia, aceptarnos y, haciendo la paz con nuestro “yo” interior, vivir plenamente.

¿Por qué, como bien dice Bob Dylan, los adultos no entenderán jamás a la juventud?
La respuesta es muy sencilla: Envidia. Siempre, cuando vemos a los adolescentes divertirse haciendo cosas que no haríamos, inmediatamente, talvez inconscientemente, nos saltan frases como: “Ay, pubertos...”; “Esos escuincles...”; etc.
¿Qué no hacíamos lo mismo y éramos felices haciéndolo? ¿Es, nuestra felicidad, cuando crecemos, salir en familia, trabajar y ser parte del todo?
Talvez, pero muy dentro sabemos que nada, nada se asemeja a cuando pasábamos un rato en una fiesta, donde todos nos sentíamos jóvenes, libres y sin responsabilidades, platicando con un amigo(a) al que le acababan de romper el corazón, tratando de consolarle.
¿Por qué? Por que a esa edad sabemos sentir; sí, sentir profundamente.

Cuando somos adolescentes y empezamos a descubrir nuestros sentimientos y los dejamos ir con total fluidez, es cuando realmente amamos, pues amamos con el corazón y no con la razón, sin temor a ser heridos, y nos soltamos a nosotros mismos, soñando que es un sentimiento que durará por siempre y que eternamente tendremos a nuestros amigos cerca.
¿Por qué cuando crecemos vamos dejando amistades y nos hacemos de otras más maduras? La respuesta: Dejamos de ser sinceros con nosotros mismos.

Por esto soy seguidor n°1 de la sinceridad y nunca he aceptado al tiempo como amigo, sino como enemigo; un enemigo con el que no puedes querellar por que siempre, siempre, siempre, saldrás perdiendo.
Creo que soy de los pocos que jamás podrán aceptar esto; y llámenme inmaduro y, como bien dijo Lennon, soñador.

La realidad, sin más detalles, es que todos amaríamos volver a ser jóvenes y nunca, nunca, jamás, sempiternamente, crecer y saber lo que son las responsabilidades y el estrés y el miedo. Talvez es por eso que en épocas antiguas todos morían y se hacían reyes a tan temprana edad; talvez el que con la medicina contemporánea y toda nuestra tecnología podamos vivir por tantos años, sea un error, y la naturaleza nos lo recuerde con reminiscencias de algo con lo que nos hubiera gustado morir; pero es esa espina que nos aguijonea de existir por siempre dentro de ese momento, lo que nos impulsa a morir viejos: Que no nos asombre ver o indagar el porqué de sucesos como “El Club de los 27”, pues todos tendremos siempre esa sensación de morir jóvenes para quedarnos por siempre así: Bellos y jóvenes: “Live fast & die young”.

Traer el pelo largo, hacerse tatuajes, dejarse el bigote y/o la barba largos, teñirse el cabello, tomar, drogarse, tener sexo constante… Todo ello, no es un sinónimo de rebeldía sin causa, es tratar de detener el tiempo, rehusarse a madurar, crecer, y saber que, sí, estamos en rebeldía, pero no con la gente que nos critica y nos mira como fracasados, sino contra el mismo tiempo enemigo.
Talvez por eso me hice músico y puedo pasar horas y días tocando, componiendo para mí; talvez por eso me hice esritor, pues es en esos momentos donde me olvido de todo y me encuentro platicando con mi paz interior.
Estas ganas de proyectar las verdades interiores hacia el exterior es lo que yo he llamado: Sincerismo... y escribir me lo recuerda, talvez incluso amo más ser literato que músico: Antes escritor que músico.

Hemos de existir muchos en este mundo que, en alguna ocasión o época de sus vidas, creemos que necesitamos saberlo todo y que la cultura es el único camino que nos lleva a la verdad. La realidad: entre más se adentra uno en la información y la cultura, mientras más se escala esa colina del saber, al llegar a la cima, uno se da cuenta que la verdad no es algo deseable, pues es cruel y explica, finalmente, que la ignorancia en la cultura y la filosofía de razón, nos aleja de lo más importante: La felicidad; pues, terminantemente, la verdad no es algo grato. Yo llegué a pensar, en ese momento de estar cerca de la cima, que jamás podría ser feliz de nuevo.
¿Qué mayor depresión descubrir esto?
En ese momento tuve dos opciones: Morir o tratar de olvidarlo todo y buscar la felicidad. Por eso, mi consejo hoy, que sigo vivo a razón de mi decisión, es: Apréndelo todo, después, olvídalo todo y sólo lo importante quedará.
Por esto, no culpen si alguien toma alcohol, drogas, trae el pelo largo, o vive para el rocanrol: Puede ser que solamente estén buscando la felicidad y la puerta a la eterna juventud.

Sí, soy como soy, así pienso, acéptenme o déjenme soñar con mi pasado por siempre, pero no dejemos de aceptar de un modo plenamente sincero, o, digamos con redundancia, sinceramente sincero, que nos enamoramos por que nos recuerda esos tiempos donde todo parecía posible, incluso la paz mundial y la hermandad eterna, pues el amor nos hace amar, no solamente a esa persona que nos extasía con su compañía y buscamos incesablemente estar a su lado, sino a todo a nuestro alrededor… O, en palabras de Louis Armstrong, “La vie en rose”.

Soy Pablo Navarro, sempiterno antagonista del tiempo cruel. Acéptenme, pues yo ya aprendí a aceptarme…

Teoría del Egoísmo: Resumen

Hace unos cuantos años me dediqué a hacer varios ensayos filosóficos... de esos que sinceramente dan flojera; esos que leen los que quieren o creen saberlo todo. Hice un compendio como de 500 páginas sobre ensayos de este tipo, casi matemáticos, poniendo gráficos y tablas explicativas y comparativas.
En uno de aquellos, el más importante, creo yo, figuraba lo que yo osé llamar: Teoría del Egosísmo.
En este ensayo se explicaba, en un modo muy complicado, cómo toda acción humana era un acto egoísta. Hoy quiero hablarles un poco sobre ello...

Antes de comenzar, empecemos abriendo nuestra mente un poco con las siguientes cuestiones:
¿Qué tanto en mi vida hago por que así lo quiero y qué tanto hago por que así me lo inculcaron? Es decir, ¿qué tanto hago por querer y qué tanto por deber?

Sabiendo aspectos muy básicos, podemos decir que, por ejemplo, no matar es algo que no debemos hacer, ya sea por armonía social de tipo alejado del "estado de naturaleza" de Hobbes o del "Contrato Social" de Rousseau. Pero, la pregunta es si no matamos por no querer o por no deber, o talvez es algo que reprimimos casi instantáneamente por miedo al castigo que conlleva el acto.

Ahora bien, si en vez de matar, que es algo talvez no tan polémico, qué tal si tomamos por ejemplo algo más cotidiano o sencillo como mentir, hablar adecuada y afablemente, tener modales en la mesa, respetar a los padres, ayudar a los ancianos y enfermos... en fin.

Si bien hablamos de los actos, qué decir de otras cosas, como son, por ejemplo, las palabras. ¿Por qué el término "justicia" lo tomamos como un término bueno? O, ¿por qué la palabra "desigualdad" nos causa consternación? Puedo estar de acuerdo en que todo ello es "a posteriori", mas, ¿es por costumbre que los tomamos por algo malo o es por que desde pequeños nos enseñaron que estas palabras tenían una esencia maldita?
En otro ejemplo, talvez más claro, nuestra percepción de belleza, ¿es algo que así deseamos de modo natural o es algo que nos ha enseñado la mercadotecnia?

Pues bien, otro día hablaré sobre la justicia, que me parece un tema divertidamente polémico, aunque, ahora, solamente he maquinado un poco sobre esto para que no juzguemos tan pronto el término de nuestro estudio: El Egoísmo.

Me gusta considerar al egoísmo como algo existente en la naturaleza y no como algo que inmediatamente saquemos a satanizar. Una vez entendido mi propio concepto de esto, pasemos a nuestro brevísimo resumen.

Empecemos fuerte: Todo acto es egoísta. Si bien alguien pudiera establecer niveles o jerarquías, todo, finalmente, resulta ser una acción de amor o instinto individual. En aquel ensayo dividí el egoísmo en especies, clases y subclases. Pero no entraré en esto, sino que me limitaré a explicar esta teoría con un ejemplo muy simple:

Imaginemos a un pordiosero pidiendo limosna. ¿Damos limosna o no? Pongamos nuestros supuestos:

1.- No damos: Nos quedamos con el dinero: Egosímo material.
2.- Damos: Ofrecemos el dinero por motu propio: Egoísmo sentimental, nos hace sentir bien con nosotros mismos, puede darnos un poco de tranquilidad o paz interior.
3.- Damos: Entregamos la limosna por hacer un acto bueno ante Dios: Egosísmo espiritual, lo hacemos por quedar bien ante un ente supremo, lo cual nos beneficia de algún modo.

Podríamos poner infinitos supuestos, como robarle lo que tiene, golpearlo, matarlo, etc. Pero el punto final de cualquier acto, terminará en egoísmo.

El mismo ejemplo podriámos aplicarlo a cualquier cosa, incluso peligrando la vida: Un mártir decide morir por dios, por orgullo, dignidad, o, finalmente, negar a dios para saciar su necesidad egoísta de sobrevivir, etc...

Podríamos clavarnos un poco más en cuestiones de necesidades primarias, humanas y espirituales, pero creo que han quedado suficientemente claras las bases de esta teoría.

Lo más curioso del asunto es que, cada vez que cuento esta teoría, las personas siempre buscan la manera de negarlo, pues sienten atacados sus valores; en realidad la solución parcial es aceptarlo, ya que, negando esto, se confirma la teoría, pues luchamos por aquello que creemos que no debe ser, sintiéndonos beneficiados con un sentimiento de "heroísmo", de "honor", o de "guerrero de los valores humanos", lo cual es, a cualquiera, un sentimiento triunfal... egoísta.

Cuatro Poemas

Quería hacer un tipo ensayo de algo serio el día de hoy, ya que últimamente he mandado mucho sarcasmo y, digamos, comedia gris, pues ni blanca ni negra es.
Quería maquinar sobre algún tema insignificante y a la vez complicado e interesante, como lo puede ser la síntesis del ácido ribonucléico en cuanto a biología, o la teoría especial de la relatividad en cuanto a física, o bien, sobre la mejor estrategia para ganar en las canicas de las ferias pueblerinas...

En fin, me encuentro cansado y con poca capacidad de raciocinio, por lo que he decidido dejar un cuarteto de poemas que escribí para unas revistas virtuales hace tiempo; la una es parodia filosófico-cultural, la segunda amorosa, la siguiente a la dicotómica Luna, y la última unos versos para una revista.

Sin más...

"Parodia Filosófica"

Descartes dijo: “Es a priori”;
y Hume instó: “A posteriori”;
vino, pues, Kant, y dijo: “¡Basta!”;
luego fue Nietzstche: “¡Hey!, ¿qué pasa?”
Luego, yo vine: “¡Hey, signori,
¿dónde encuentro yo la plaza?”
Desconcertados los signori,
me fusilaron con miradas
y todos fueron a sus casas.


"Soy"

Soy un árbol sin sus ramas,
soy un ave sin sus alas;s
oy jardín sin verde grama,
soy el río sin sus aguas;
soy la noche sin lunadas,
soy el día sin soleadas;
soy el fuego sin su llama,
soy la fruta ya pasada;
soy Medusa sin mirada,
soy un Ayax sin su hacha;
soy Romeo sin amada,
Valentín en “Piel de Zapa”;
soy Roldán sin su espada;
caballero sin cruzadas;
soy un Dante sin cantadas,
soy un Lorca sin sus dramas;
soy la muerte sin guadaña,
soy el hilo de las Parcas;
soy el hombre que deseaba
por los siglos tu llamada…


"El Ojo Blanco"

Y hoy aplástame la noche
con palpitantes sus latidos;
sus haces blancos me derriten
con ese ojo decrecido;
sus fauces hoscas me mastican,
sus dientes largos me trituran,
su manto negro me desvela
por ese ojo que alumbra
mis más terribles oraciones,
aquellas súplicas que pido,
y me devuelve con un golpea
quellos ruegos que recito.
¡Maldito seas, ojo blanco!
¡Maldita toda tu figura!
Y sólo grítome perdido
entre sus brazos de penumbra.


"A la Revista Paradoja"

Y una cosa paradójica
(en su cabal significado)
son otras dos que, muy irónicas,
existen juntas, lado a lado,
y se desprenden de la lógica.

Mas la revista Paradoja,
encuentra rimas que en su fónica,
sean por versos o por prosa,
se enaltecen, aunque módicas,
por su sentido de mil formas:
Sean algunas muy metódicas,
sean las otras amorosas;
hablen de polvo y roca cósmica,
o de las dalias y las rosas;
sean muy serias, sean cómicas;
hablen de damas muy hermosas
,de la sensual y la erótica;
hablen de mentes muy celosas
o de aquella filosófica
en sus verdades caprichosa.
Unas serán menos melódicas,
mas todas son igual preciosas.

Y si no hablan con retórica,
¡es su belleza lo que importa!
Y si su forma no es ni cónica,
¡no hay porqué juzgar la obra!
Y la poesía paradójica,
entonces, es tan bella cosa,
que me parece tan hipnótica…

Por éstos, gracias, “Paradoja”.

Un pequeño gran presente

Hoy he querido obsequiarles un pequeño regalo, digamos, multimedia....

Opinen, avienten jitomates o enamórense; de cualquier modo, dejemos que las palabras canten por sí solas...




Si no pueden abrirlo aquí, también pueden ingresar al sig. link para saborear su pequeño gran presente:

http://www.youtube.com/watch?v=VCfuuDKCJxE (Vulnerable)

Un mes de sobriedad

Hoy cumplo un mes de sobriedad y, siendo sincero, me siento normal. Siento que cada día me adapto más a la sociedad; me siento cuerdo, aunque algunos todavía me dicen que soy un poco raro. La verdad es que pienso que soy tan normal, que asumo que soy la única persona cuerda y todos los demás están locos... Bueno, yo y Furbio, el pequeño duende morado sobre mi hombro que me habla constantemente.

Llevo un mes sin alcohol, sexo ni droga alguna y, en realidad, estoy convencido de que nada de esto es necesario para que viva como un humano regular y común, con espontáneos pensamientos suicidas y otros tantos psicóticos, como toda persona en este mundo. Supongo que son aquellas pequeñas cosas que pensamos que están mal pero son aceptadas socialmente como secretos personales, tal como cuando te levantas con ganas de matar a alguien o sueñas con explotar 5 kg. de C-4 adehrido a tu cuerpo con el fin de derribar un avión comercial en nombre de Alá.
Últimamente, por alguna extraña razón, durante enero, he tenido sueños lúcidos estando despierto, como si la lluvia fueran gotas ácidas de sangre de un dios herido; siento en ocasiones que el cacahuate en una barra de chocolate son pequeños trozos de hueso triturado y que la brisa polar son ánimas penando por algún pasado oscuro.
Supongo que todo ello es natural aquí en Plutón...

Por el momento, mientras escribo estas honestas palabras y me sacio con un vaso semi-lleno de petróleo humeante, pienso en todo lo que no he hecho en esta decimosexta vida mía. Entre el "omnem crede diem tibi supremum", el "carpe diem, memento mori", el "cogito ergo sum" y el "pulvis eris et pulvis reverteris", cavilo la idea en que podría salir ahora hacia las arenas del bosque asfáltico de las Ninfas y correr en dirección del cerúleo ocaso hacia las plateadas cascadas de la fangosa Próxima Centauri; un manto con diagrama de aldaba plurisonante para bienvenirme a las aguas nostálgicas de la diminuta diosa poseidónica, para aproximar mis trapas a la legendaria operetta que desciende en el torrente hedonístico de los pragmáticos mediterráneos.

Por esto y más, liberemos Francia de las garras del comunismo marxista y llevemos la gloria al continente austríaco. ¡Viva la independencia de los feligreses irlandeses y la ortodoxa semilla de las sinagogas propagandistas!

Komo desía el komoodoro de las nabes surenias de las ponceticas bivracionez della supiente y kalafrétisca coprixam canturúllumn jstr htbrle dbdse sdkhds wfkjhdcnñd añsdipodjlqkwnd dljdjqpodqwkñdlqwd alkjdoiweufeihdlada lajdlkasdlakjdaldw. $%&)/%·%/· %(&%$($)/&/%$/EURFLJHF$·/%$) /%F%$DWDYER(/%$/%FE(/& %G(F&%ECFG&/%FE/&VT G(FRVI%FYRT(GFE VUTG&F%RIHG....

Sí, definitivamente, soy una persona normal y común cuando estoy sin vicios...

Selección de R&R

Hoy me siento cincuentero/sesentero; me dispuse a escuchar aquellas canciones que muchos han escuchado pero que nadie sabe y nadie supo. Me siento como en ganas de convertirme en un "DJ" en una fiesta donde no hay un alma siquiera, mas imaginándome que todos bialan y mueven sus respectivas cabezas al ritmo de mi repertorio.

Comenzamos con un entremés algo tranquilo, reflexivo, un Sleepwalk de Santo & Johnny, pasando por la versión del Sr. Seltzer hasta la de Satriani. Continuamos con Oh Donna del Sr. Valens, mejor conocido por su Bamba, para después llevar nuestras almas hacia los Coasters con su Poison Ivy y el divertidísimo Yakiti Yak y, recordando esa canción, pasamos al soundtrack de la película Stand By Me, con rolas como Great Balls Of Fire del Maestro Jerry Lee Lewis y la juguetona y bien conocida Lollipop, a lado del talentoso Buddy Holly con su Everyday.

Después pasamos a algo más animado con el Anna (Go to him) de los "Sin-Ritmo", conocidos como los 4 grandes de Liverpool; de ahí nos saltamos a escuchar al Rey con She Is Not You, The Wonder Of You, Jailhouse Rock y un sin fin de rocanrol puro (que no pasen más de cinco o seis canciones de este señor). Ahora, ya no importando la época, nos movemos con un poco de Starting Over del polémico Lennon, un Sweet Lord del guerrero Harrison y, ya para acompletar a todos, un Sixteen del "forever" Ringo y el Hope Of Deliverance de Paul.

Una vez estando aquí, podríamos movernos con un poco del maestre compositor Dylan, mas no lo haremos, sino que pasaremos de vuelta a lo viejo, con un poco de Venus de Shocking Blue y más atrás hacia Peter, Paul & Mary con un Bits and Pieces.
Recojamos nuestras cosas y hacia adelante encontraremos a Roy Orbison con Pretty Woman y un You Got It; y después de vuelta a Elvis, con un Blue Suede Shoes y un poco de Bill Haley y sus cometas para dar la vuelta al reloj.

De aquí nos antojamos un poco de Ray con su impresionante "feelin' " y, aunque de ahí quisiéramos ir hacia un blues tipo Howlin Wolf, John Lee Hooker o algo de B.B., mejor tomemos rumbo hacia Chuck Berry, pidiéndole a Johnny que sea bueno.

¿Caminar hacia Jimmy Hendrix o Janice Joplin? No, mejor escuchemos a Stray Cats y el blues de verano para retocar con Bob Seger y su melancolía por el Rock&Roll del pasado, inspirando a grupos metálicos contemporáneos. Y ahora démosle vueltas a Beethoven con los Beatles de nuevo y ahora volvamos con algo reciente... ¿Qué tal un Spirit In The Sky de Norman Greenbaum o un Rocky Mountain Way de Joe Walsh? Incluso podría ser algo de ZZ Top o un Baby Did a Bad Thing del Sr. Isaak.

Finalmente, para terminar nuestra noche, un poco de Led Zeppelin, un Rock&Roll y un Heartbreaker...Dulces sueños mis queridos rock&rollers, espero les haya gustado la selección...

Un par de poemas

Comencemos con un par de poemas del libro "Poesía de un Hombre Despetando", tercer poemario del extraordinario y nunca reconocido poeta Pablo Navarro (o sea, Pablo Letras).
Cabe comentar que los poemas están versificados, es decir, en redundancia, medidos en métrica (siéntase libre el lector de perder el tiempo midiendo sílabas, diptongos, triptongos y hasta bailongos si así lo desea).

Sin más, se los aviento...

"Luna Inoportuna"

Nunca
alumbras
mis fortunas,
¡oh! bella Luna,
farola nocturna;
mas sí mis taciturnas
regocijas en tu cuna…
¡Concédeme al menos una!
¡¿Por qué mis júbilos siempre turbas?!
¡¿Por qué me quieres infeliz, penumbra?!
¡¿Por qué odios a mi pecho apuntas?!
Mis alegrías... ¡¿por qué ninguna?!
Mis depresiones... ¡¿por qué sumas?!
Mis risas... contigo nulas…
¡concédeme alguna!
¿Será, pues, mi culpa,
o será tuya?…
¿Oportuna?
No, Luna,
Nunca.


"Consejo de Vida"

La mayoría de nosotros somos
alguna vida más en este mundo,
tomando fáciles caminos cortos,
dejando nuestros sueños siempre ocultos.

Muchos seguimos a la gente toda,
con un trabajo y una vida estable;
buscamos ser parte social por norma,
y no pensamos en el tiempo grave.

Es el dinero la perfecta trampa,
pues es el puente a nuestros sueños vivos,
mas no miramos que entre más se gana,
más es el tiempo que se habrá perdido.

Lo temporal se volverá durable
y pasajeras serán nuestras metas;
la valentía llegará muy tarde,
y más la muerte rondará de cerca.

La juventud es algo efímero,
hay que vivirle siempre al día, ¡siempre!
Es enemigo el tiempo mísero,
mas es la vida larga si lo quieres.

Experimenta con tu propia vida,
pues te la dieron, pero es sólo tuya.
Grítale al mundo que eres alma viva,
y el propio mundo gritará: “¡Disfruta!”

Busca caminos que jamás caminas
y encontrarás lo que jamás encuentras;
busca salir del vicio de rutina
y te darás cuenta que hay muchas sendas.

Sé un hedonista por algunos años,
y pensador de gran cultura en otros;
sé un deportista por un tiempo largo
y un libertino por momentos cortos.

Hay que vivir la soledad extrema,
para lograr amar al hombre mismo.
Vive feliz porque posees tristezas
que son del arte su perpetuo nido.

Nunca alimentes solamente al cuerpo,
también el alma se alimenta de arte,
y nunca olvides que el amor es ello
que hace crecer a la amistad tan grande.

Aprende siempre de la vida misma,
y no te quejes de vivirla nunca.
Toma la vida, dale tu sonrisa,
y estará el mundo en la mano tuya.

¡Vive
y las personas te seguirán!
¡Vive,
la vida misma te sonreirá!

¡Vive
y siempre tú serás amado!
¡Vive
y siempre tú serás el amo!

¡Vive,
la vida tiene muchas formas!
¡Vive,
que el mundo es de quien lo toma!

Esperando que hayan disfrutado de este primer disparate poético, me despido...

Bienvenida

Bienvenidos sean todos a este su blog... o creo que algo así debiera decir en plena descencia como introducción... Mas, vayamos a lo básico:

¿Por qué un blog?
Para empezar, sale mucho más barato que publicar un libro; tengo necesidad de escribir ensayos, cuentos, poemas, bitácoras... en fin, disparates.

De vez en cuando soltaremos aquí lo que envuelve la vida de Pablo Letras (Pablo Navarro), tales como enlaces, fotos, videos, música, recetas, consejos y, desde luego, muchas letras...

Sin más, me propongo a comenzar con los blogs más importantes que escribí en Facebook, en el grupo Pablo Letras y Sus Disparates, grupo que comenzó como redacción de bitácoras sobre mi vida cotidiana cuando decidí dejar mis vicios principales por dos meses: Sexo, drogas y alcohol.
Aquellos dos meses han terminado y las bitácoras cobraron cierta vida que no pude dejar morir, por lo que, a votación individual, he resuelto continuar esciribendo mis disparates.

Sin más, comenzamos...