Nos sobra Cupido (Tus ojos… tus ojos… tus ojos…)

Nos sobra Cupido
(Tus ojos… tus ojos… tus ojos…)

Yo, sabido agnóstico
y culpable de ser ateo,
debo confesar sinceridades:
que a veces dios se me aparece
como una existencia posible,
pues hay asombros en el mundo
que no parecen ser creados
con los dados naturales del azar:
una imponente catarata,
el contorno de tus ojos;
un paisaje majestuoso,
tus pupilas inefables;
el océano infinito,
la eternidad en tu mirada;
las atípicas montañas,
el modo tan sutil con que guiñas;
la roca de históricos cañones,
tus bellos ojos noguerados;
las parvadas, el cardumen,
tus ojos…
tus ojos…
tus ojos…

Tus ojos me arrancan mil suspiros…

Y más allá de tu mirar avasallante
se pavonea tu silueta curvilínea;
te sazona tu piel apiñonada,
tersa, ligera, firme y reluciente;
tu abdomen aterciopelado
y tu parabólica cintura
te condenan a ser perfecta,
casi inalcanzable…
Y, aun así, eres frágil,
delicada y elegante,
pues tus emociones son humanas
y tus sentimientos son potencia;
el modo en que sabes conducirte
al reír, gesticular y alejarte caminando
con ese vaivén hipnótico
de tus glúteos seductores:
eres como el reloj del más fino material,
microscópicamente y minuciosamente labrado,
y tus piernas ese péndulo que lo aviva
mientras das cuerda a mi locura,
cuando me proyectas lejos,
fuera de este mundo,
hacia tu universo fantasioso…

Pero, tus ojos…
tus ojos…
tus ojos…

Tus ojos le roban el aliento a mi alma…

Con ese acuoso y vibrante par
que te nace del femíneo rostro
(justo por debajo del cutis de tu frente),
con ellos me dices mil y un cosas,
mas luego tienen el poder de la afonía,
de la incertidumbre, de la intriga, de la duda…

Tus ojos…
tus ojos…
tus ojos…

Tus ojos son un misterioso aglomerado de enigmas infinitos…

Sólo tú me obligas a sentarme,
sin idea ni pretensión alguna,
en un cuarto cualquiera,
viendo un solo punto en la pared,
para perderme a mí mismo
en un mundo ideal y final
donde siempre brilla el sol,
donde las sonrisas no se borran,
donde te tengo enamorada eternamente
para besarte y acariciarte a voluntad
en ese hogar de lindas y cortas blancas cercas
que circunscriben el verde perenal
de nuestro halagüeño jardín frontal…

Y entonces pareciera ya
que toda pared a donde voy
se convierte en un instante
en la más fiel de mis amigas…
me pierdo en su volumen gigantesco,
y aunque cerca haya gente por montones,
yo la aniquilo, los vuelvo humo,
porque los sueños tienen la habilidad de ser impenetrables…
Y así, entonces, te protejo sin cuidado necesario
en ese mundo mental tan mío,
donde no hay quien irrumpa,
donde no hay quien interrumpa;
y es que basta un instante de ti en mi memoria,
para desconectarme del universo y sus galaxias:
basta con el ataque de tu recuerdo en un segundo
para matar mis acciones y sedar mi boca
para, así, enfocarme en ti y recrearte la figura,
tus piernas, glúteos, abdomen y cintura,
e intentar acercarme sutilmente,
navegando con cuidado extremado,
para admirar a esa profunda mar de tu visión
donde tanto quisiera verme varado;
sueño con allegarme a esas rutilantes pupilas tuyas,
para intentar resolver ese misterio tras tus ojos…
tus ojos…
tus ojos…

Tus ojos muestran tus codificados secretos y me antojan descifrarte…

Pero juegas con el mundo,
te autoproclamas reina absoluta
que no le teme a sus rivales;
despreocupada del presente,
sin ocuparte del futuro,
haciendo de la vida algún juguete
y de la muerte una mera indiferencia,
como si bien supieras ya
que la gente y sus ciudades,
que el universo y sus planetas,
se arrodillan vislumbrando tu hermosura…

Y yo parezco algún insecto,
y por ello te muestras indecisa
a quererme y a alejarme,
y a sonreírme a veces
para luego volverme diminuto
con esa bastarda indiferencia
que destaza mi ilusión
de sembrarte en el alma
una benigna confianza;
y es que en cada rechazo tuyo,
tu esencia se muestra infértil
a mi semilla de bienintencionadas lealtades,
pues apenas comienza a germinar
en ese esplendor de tu espiritualidad
y luego…
luego con una sola mueca estúpida
la arrancas por completo
y se pudre entre los aires…

Pero más me vale tu indecisión
que un tajante y seco rechazo,
pues entonces lo imposible
se me aparece como algo posible…

Y aun te quiero y todavía te deseo…
Y es que mis motivaciones crecen
cada que te paseo de la mano
en mi perfecto mundo imaginario…

Me gusta suponer que puedo aprisionarte
(mas siempre bajo tu motu autorizado)
en esa casa blanca (inmune a toda mancha)
de cerúleas persianas de tipo americano;
puedo tenerte conmigo
entre recíprocas voluntades
toda vez que yo lo ordene
(y cada vez que tú lo mandes)
en ese hogar de cuento de hadas,
donde el dinero no es angustia,
donde los vecinos nos respetan con envidia
y el mundo nos bendice favoritos…

Quisiera llegar contigo al punto
donde el amor y el tiempo triunfan y logran
que nuestros envejecidos y curtidos cuerpos
salgan sobrando,
convirtiéndose así aquello,
en mera materia que añora pudrirse
para entonces elevarnos en espíritu
al lugar donde las almas enlazadas
viven sin tentación alguna
ni distracción cualquiera
para existir en amor por siempre…
Entonces no me faltarán tus ojos,
pues habremos de amarnos ciegamente…

Yo te espero aquí sentado,
a veces hundiéndome entre los leales muros amigables
para pensarte, recordarte y fantasearte;
aquí me quedo quieto y silencioso,
impaciente por ver agotadas tus paciencias aparentes,
hasta ver deshecha la seguridad de tu ego,
añorando egoísta a que te envuelva alguna angustia
para, entonces, cabalgar heroicamente a tu rescate…

Y no requiero de teológicos milagros
ni rezo al olímpico Cupido,
pues sé que basta con un pequeño santiamén
en que tu mirada se disponga a detenerse
para entrar hondo en las ventanas de mi alma:
ahí entonces tú verás mi mundo de ensueño
y comprenderás que aunque existan pretéritas fisuras
en las delgadas paredes de nuestros vulnerables corazones,
y aunque de ellos se apodere la desconfianza futura
por esos hirientes y sufridos desamores,
hay aún la esperanza de trocarlos
en vivo-rojos y poderosos palpitantes…
si tan sólo encontramos la osadía suficiente
para pactar y sellar, en un sincero y mágico beso,
ese acuerdo bilateral y simbiótico
donde hemos de amarnos y mirarnos con sonrisas
cada día por el alba y entre sueños nocturnos…
Tú y yo podemos amarnos todavía
por siglos perennes y milenios sempiternos…

Y ahí, en ese obligado destino que espero impaciente,
no será dios quien disponga nuestra unión,
sino solamente, simple y sencillamente,
será aquello la decisión vitalicia de tu corazón y el mío…

Y, ¿Cupido, entonces…?
Aquél sale sobrando…
pues nuestro amor no está entre flechas hechizadas,

sino en el día en que estamos destinados a hechizarnos mutuamente…

Sentimiento Repentino

Sentimiento Repentino
 
Tengo un sentimiento de repente
de una azulosa e insoslayable melancolía,
como si el mundo fuera uno
y súbitamente yo ya otro…

Poseo la angustiante sensación
de que sólo voy como de paso
a través de la eternidad universal,
como mero punto insignificante de la nada…

Siento que vivo por mero deber,
con el objeto de llegar a ser alguien
y luego polvo comestible y desechable,
condenado a ser olvidado para siempre…

Hay ratos en que la muerte me preocupa
y me siento vulnerable ante el destino,
impotente a los mandamientos del tiempo,
como simple peón en el tablero universal…

Vivo agotado sin razones aparentes,
cansado del hombre y sus ideas,
mudo a los pecados que merman los valores humanos,
absurdo por pensar que el mundo logrará un bien común…

Y luego canalizo todo en un poema irrelevante,
grito afónico mis temores banales
pidiendo ayuda a quienes jamás acudirán…
Hoy muero; mañana encontraré motivaciones…

Tropezando en un olvido

Tropezando en un olvido
 
Fuimos uno…
Por tan solo un momento breve
de nuestras luengas vidas,
tú y yo, fuimos uno…

Compartimos un tiempo,
y siendo que aquello no regresa,
es menester saber apreciar
todo segundo y toda hora
por ser únicos e irrepetibles…

No fuimos hechos el uno para el otro,
eso es un hecho irrefutable;
pero por un rato así lo creímos,
así nos quisimos,
así nos amamos…

La idea de que me odies
no devuelve las sonrisas obsequiadas
ni los besos compartidos
al remitente aquí presente.

La alegría se regala,
jamás se reembolsa,
y no por ello existen garantías
que repongan las vivencias…

Al igual que los diamantes,
el amor sería devaluado
si fuera fácil de encontrar;
el tamaño de las recompensas
es proporcional al esfuerzo dedicado…

El desamor con que nos herimos
fue un paso más en la búsqueda del amor…

No neguemos, pues,
que algo de mí hay en tu vida
y algo de ti quedó en la mía…

¡Qué inhumano es intentar
enterrar el pasado de uno mismo!

¡Qué terrible aparentar el olvido
de un vivido tiempo memorable!

¡Qué absurdo es ocultarse
entre mamparas transparentes!

¡Qué terrible es trocar un gran recuerdo
en un secreto avasallante para el alma!

El pasado son vivencias,
experiencias sabias
que nos educan y nos forman
en ese ser evolutivo
que hoy se mira en el espejo…

¿Acaso tu conducta hoy
actúa con visiones
de arrepentimiento después?
¡Qué absurdo!

¿Vivimos el presente
con la pretensión
de olvidarlo mañana?
¡Qué ridículo!
 
¡Dónde quedan, pues, las memorias
o para qué se guardan en la mente!
 
La pluma con la que se escriben los recuerdos
no trae borrador ni corrector consigo…
 
La vida se improvisa, se experimenta,
y de los resultados aprendemos;
¡qué estúpido sería entonces
olvidar lo ya aprendido!
 
Tal vez no soy yo más
que mera fatalidad en tu vida,
mas no olvides jamás
que tropezando en mi escalón
aprendiste a subir más escaleras…