El Hombre Impositivo


Ya madura… Crece… Planea tu futuro…”; Palabras que escucho constantemente… ¿Por qué ese afán del hombre de querer imponer su vida sobre la ajena?
Generalmente, un consejo viene acompañado de cierta esencia egoísta, pues el consejero (o aconsejador, como prefieran llamarle) trata de inculcar una sabiduría sobre el aconsejado. Por alguna extraña razón, el hombre, individualmente hablando, cree tener una personalidad o un estilo de vida perfecto, lo que le lleva a tratar de inculcar esos pensamientos soberbios en los demás.
No obstante, creo fehacientemente que el dar esos consejos egoístas, sólo confirman que el consejero lleva un estilo de vida o filosofía errónea, pues al tratar de imponer sus ideas sobre alguien más, únicamente está atinando una consecuencia que pudiera ser correcta o incorrecta, verdadera o falsa; pues, cuando alguien está seguro de sus pensamientos, se los guarda para sí, sabiendo que le sirven solamente a él mismo. En otras palabras, es más sabio aquel que responde con una sonrisa, a aquel otro que aconseja con suficientes palabras para llenar un libro; pues el primero conoce que cada quien posee su propio mundo, mientras el segundo quiere imponer su mundo sobre otros.

Algunos hacen deporte, otros fuman; unos invitan y regalan, algunos guardan vehementemente su dinero; unos viven para las drogas, aquellos al estudio y al trabajo; ellos a la rutina, ustedes a la aventura; unos se alimentan de cultura, éstos de sueños e ilusiones y aquestos de grandes cantidades de azúcar; la mayoría a la felicidad ceñida por reglas sociales, yo a la libertad…

Debemos comprender que todos y cada uno de nosotros lo único que busca, finalmente, es seguir con sus propias vidas y que cada quien tiene sus medios para ello (il fine giustifica i mezzi). Cada uno aprende distintas cosas y cada quien decide qué retener y qué desechar. Cada persona toma para su personalidad (o su carácter, no entraré en debates; tomemos por ahora ambos como cosas a posteriori); repito, cada uno toma para su carácter lo que cree bueno o lo que le puede servir, y rechaza lo que entiende como maligno o perjudicial. Es decir, cada quien construye su forma de ser; o, en otras palabras, nuestra personalidad es la suma de eventos que son aceptados por nuestra moral interna. Y esto… esto es divinamente bello… Es enormemente sublime que, gracias a esto, cada individuo forma un carácter que lo vuelve único… único y original…

Yo no quiero madurar, no escojo crecer; me inclino por el presente y no por el futuro; a mí me gusta sentirme libre: Me sirve, me agrada, me funciona.


Estimado lector, forma tu carácter, vive tu vida y jamás impongas tus pensamientos sobre los demás, pues ello... ello te hará sabio…

Detente...

El otro día estaba platicando con alguien de ustedes... de Colombia, para ser exactos. Es agradable saber que, aquí o en China, por más tirano que alguien pueda mostrarse, siempre habrá algo, una esencia personal, que nos convierte en humanos.
Y este pensamiento surgió cuando esta persona especial y yo hablábamos un poco sobre el arte, de cómo te libera de todo, pues en ese momento te concentras en un punto donde nada existe, sólo tu verdadero "yo", tu "yo" sincero y real.

Finalmente, prometí hacerle un poema sobre aquello. El resultado, esta sencilla prosa:


Detente

Detén el tiempo.
Aunque éste pase,
para un momento.

Hay un camino que libera todo;
hay un lugar donde nada pasa,
nadie anda, y el tiempo…
el tiempo no transcurre.

Detén el mundo.
Aunque éste gire,
para su curso.

Hay una senda que no lleva;
hay un algo que nada es,
pero te llena, te libera y…
el tiempo no recurre…

Detén tu mente.
Aunque ésta piense,
mantenle silente.

Hay un limbo personal
que viene del alma
hacia un punto exterior focal y…
el tiempo no te escupe.

Detenlo todo.
Aunque pese a todos,
conócete un poco.

Hay una esencia libre,
donde eres verdadero,
sincero y mono-forme, y el tiempo…
el tiempo es tu arte.

Detente…
detente un momento…
un eterno momento silente…

Detente…
la libertad es una arte,
pero arte a más, es volverte libre…
libre de todo, libre de nada,
libre del mundo, libre del alma,
libre de gente, libre de plata,
de tus problemas que te delatan,
de las presiones que tanto matan,
libre de frío, libre de farsas,
libre del fin y lo que pasa,
de personas insensatas,
del lenguaje y sus erratas,
de las leyes que se acatan,
libre del fracaso que te gana,
libre, libre, libre y, más, nada…

Detente…
Crea tu puente,
crea tu tiempo,
crea tu mundo,
crea tu punto,
tu momento
donde naces y mueres…
libre…


Querido lector, que tengas un excelente fin de semana... libre.

Fragmento de la Amoralidad Insuficiente


Ya que hemos estado hablando sobre Dostoievski esta semana, recordé una parte del libro de "Crimen y Castigo" (o, en su título original, "La Amoralidad Insuficiente") que me gustó mucho. Habla sobre la mentira.

Fui a donde guardo todos mis libros, lo desempolvé y.. sin más, aquí se los dejo...

"...¡A mí me gusta que me mientan! Mentir es el único privilegio del hombre frente a las instituciones. ¡Quien miente llega a la verdad! Por eso soy hombre, porque miento. No se ha llegado a ninguna verdad sin haber mentido antes unas catorce veces, y quién sabe si ciento catorce, y eso es honroso a su modo. ¡Pero nosotros ni siquiera sabemos mentir por inspiración propia! Miente todo lo que quieras, pero miente por ti mismo, y entonces te cubriré de besos. Mentir según el propio ingenio, es casi mejor que decir la verdad de otro. En el primer caso, se es persona; ¡en el segundo, un loro! La verdad no se pierde; en cambio, la vida se puede machacar; ha habido ejemplos. Y todos nosotros, ¿qué somos ahora? En lo que toca a la ciencia, al desarrollo, al pensar, a los inventos, a los ideales, a los deseos, al liberlaismo, a la razón, a la experiencia y a todo, todo, todo, todo, todo, nos encontramos aún en la primera clase de párvulos. ¡Nos gusta satisfacernos con la inteligencia ajena, y nos hemos dado un atracón! ¿No es cierto? ¿No es como digo? ¿No es así?..."


Querido lector, ojalá que, cuando mintamos, de ahora en adelante, lo hagamos por nosotros mismos...

Fedor Mijailovich Dostoievski

El Arte de Ser Tú Mismo

Hay un momento en la vida de todos en el que simplemente sentimos que no somos nosotros mismos; sentimos que no nos estamos comportando como nos dicta nuestra esencia… y se nota. La gente nos empieza a decir que estamos amargados, o que vamos por mal camino y podemos ver como todo el tiempo estamos malhumorados o deprimidos, y es aquí cuando debemos ser cuidadosos, pues muchas veces buscamos una salida en los vicios. Y tomemos como vicio todo aquello que nos impide ir hacia adelante; aquello que nos estanca o nos autodestruye. No sólo las drogas pueden llegar a ser un vicio… La soledad, la misoginia, el libertinaje, todos ellos pueden ser un vicio muy fuerte. Y el problema principal con estos malos hábitos es que no nos damos cuenta del daño que pueden provocarnos hasta que ya estamos completamente hundidos y sin salida. Cuando caemos, podemos sentir como si estuviéramos volando, hasta que tocamos el piso; es aquí cuando nos damos cuenta que no estábamos felizmente flotando, sino que nos estábamos desplomando hacia un duro suelo.

Date un tiempo para ti mismo. Sal al silencio de una noche o algún lugar que te haga sentir tranquilo, seguro. Platica con tu “yo” interno; escucha a tu alma y ve qué es lo que te está pidiendo. ¿Qué es lo que te impide estar contento? ¿Qué es eso en tu vida que te está molestando? ¿Qué te está transformando en amargura o en depresión? Analiza cómo era tu vida antes, cuando solías estar de buen humor. Encuentra ese punto que está restando tu humanidad; ve qué es ello que te está sacando de tu propia naturaleza de ser quien debes ser.

Encuéntralo y, una vez que lo descubras, escápate de eso. Deja de hacerla frente a lo que te está desgastando. No siempre debes enfrentar las complicaciones de tu vida… Repito, no siempre debes tratar de superar los obstáculos que se te ponen enfrente. La meta final no es ser el presidente de una empresa o un famoso millonario; la meta es vivir bien, en paz, tranquilo, libre, feliz.

Deja de escuchar lo que los demás piden de ti; deja de buscar lo que los demás esperan que seas; ve esto como un círculo de vida: Aprende a vivir para ti, pues al vivir para ti, serás libre de escoger tu propia vida. Cuando eres libre, la gente te busca, pues quieren ser infectados con esa sonrisa que dice: “Yo soy yo. Yo soy libre. Yo vivo para mí y, por ello, soy feliz; consecuentemente, hago feliz a los demás”.

Una vez que escapes de eso que te impide ser tú mismo, serás libre; y recordemos que la felicidad es sólo un accesorio de la libertad, pues al tener ese sentimiento de ser libre, la felicidad llega por sí sola.

Querido lector, descúbrete, entiéndete, analízate, reflexiónate y aprende de ti mismo, aprende de tu vida. Aprende a buscar lo que quieres y te educarás a ser libre. Querido lector, vive… para ti.

Un Cuento (Mexicano) Prometido

Época: 100 años atrás.
Lugar: México

Sin más, el cuento (sacado de mi libro "Cuentos Amexicanados")...


"¡Sólo Queremos Tierras!"

Te digo, Santiago, que ahora nos quieren desarmar... Que dicen que ya todo está en paz; que los Tratados de Ciudad Juárez dicen que debemos dejar las armas... Pero no es tan fácil. El presidente, que ni lo es, pues nomás de suplente está ese pelado, nomás porque el general Díaz ya no está, quiere que entreguemos las armas; dice que la Revolución ya terminó...
Pero eso no es cierto, a mí me lo dijo mi comandante Zapata. El presidente interino, éste que te digo, León de la Barra, nada más quiere que ya no nos rebelemos para que sigan dirigiendo los latifundistas al país... Pero éstos ni aprovechan la tierra, nomás ocupan un pedacito de todo lo que tienen y además nos explotan hasta la muerte...

No, Santiago, te digo, allá en el Norte podrán estar en paz, con su Francisco Villa y su Pascual Orozco, pero acá en el Sur es distinto. Acá queremos ser dueños de la tierra, pues era nuestra antes y nos despojaron para trabajarla con sueldos miserables. Yo ya no quiero ni ver las Tiendas de Raya. Lo que me pagan apenas y me alcanza para alimentarme a mí, pero no a mis hijos. Ya todos les debemos a los ricos, pero la realidad es que ellos nos deben la tierra...
Y así quieren desarmarnos, para que sigamos trabajando igual. Pos no, Santiago, aquí sólo pedimos “Tierra y Libertad”, nosotros vemos por nosotros, así como ellos ven por ellos. Ellos juegan más a la política, con su “Sufragio Efectivo” y “No a la Reelección”. La verdad es que los “antireeleccionistas” sólo quieren poder, y una vez que lo tengan no nos darán la restitución de los ejidos.

Ahora Huerta anda tras nosotros; nos mata, que dizque tenemos que acatar las órdenes del presidente interino. Ya nos quitaron a Yautepec y a Cuautla. A ellos son a los que deberían desarmar. Ellos todavía le son fieles a Porfirio. ¡Ah! pero es necio el presidente. Para mí que ya se volvió de parte de los “científicos”. Ya estando en el poder ya ni le importamos. Pero mi comandante dice que hay que aguantarnos; que sólo así ganaremos la tierra. Él dice que vienen las elecciones y que Madero va a ganarlas. Dice que cuando éste sea presidente que nos va a apoyar, pues nosotros le secundamos el grito de la Revolución. Por eso dice que tenemos que aguantarnos y seguir luchando.

No, Santiago, no podemos dejar que nos desarmen y nos callen. ¿A poco quieres seguir trabajando como burro? No, hay que ser valiente y luchar por nuestros derechos, hermano. Aunque nos maten, nomás pa' que nuestros hijos sean libres y tengan su tierra pa' trabajarla. Zapata dice nos repartirán la tierra, él ya lo está haciendo con los territorios que conquista. Por lo menos, si no alcanza la tierra, nos indemnizarán...

Pero, no es tan fácil. Primero se tiene que destituir a los ricos feudales y a los extranjeros, esos que son dueños del país con sus compañías. Ellos sí tienen máquinas y nosotros no. Pero ellos no se van a dejar, así nomás por que sí… pues no. Ya ves lo que pasó hace cinco años en Cananea y Río Blanco, los mataron a todos como pollos, nomás por protestar tantito. Además, no quiere decir que por que ya se haya embarcado el general Díaz hacia Europa, sus seguidores se fueron también. No, hermano, los “científicos” y “porfiristas” siguen en el poder. Yo digo que a Madero lo van a seducir con eso del poder. Yo digo que Madero no nos va a apoyar... Pero mi general dice otra cosa... Pero hay que tener esperanzas, Santiago...

Órale, pues, hay que ser valientes y seguir luchando por nuestras tierras. Ándale, hermano, apúrate que ya vienen los federales. Vamos a ver si podemos hacerle frente a Huerta. Ándale, Santiago, que la Revolución todavía no termina. Agarra tu rifle y vámonos junto al comandante...

¡Viva la Revolución! ¡Viva México!

Disculpas: 2. Años mexicanos: 200.

Hola a todos,

para empezar quería pedirles un par de diculpas:

1.- La última vez hablamos sobre el Elogio de la Estulticia. Alguien de ustedes hizo el favor de corregirme; el nombre correcto es Encomio de la Estulticia... supongo que entonces el título ideal para el blog hubiera sido Elogio al Encomio de la Estulticia, o algo así, pero... en fin...

2.- No he escrito mucho recientemente por que he estado trabajando en mi último libro... cuando nazca, se los presentaré...


Ahora sí, aprovechando que el niño México cumple apenas doscientos cortos años, y como, repito, no he tenido tiempo de escribir mucho, pensé que sería buena idea dejarles el Prefacio y un cuento de mi libro "Cuentos Amexicanados" (sí, en cuanto pueda lo revisaré y lo subiré a la sección de descargas de libros de Pablo Letras y Sus Disparates). No obstante, como serían demasiadas letras para un blog, entonces hoy les regalo el Prefacio y otro día el cuento...

Sin más...


PREFACIO: Hablando de México


¡Cuánto podríamos divagar sobre México; cuánto mucho, casi sin detenernos! ¡Qué no podríamos decir de dicha Patria…, mi Patria, mi Madre!... ¡Qué País; qué Nación! Imaginemos un lugar más folclórico… ¡imposible! ¡Cómo hacerlo sin hablar de la Guelaguetza, del Palenque, con la querella de chuchones: uno blanco y el otro colorado; de la música, ora ranchera, ora baladas mariacheras, ya las de Lara, ya las de Manzanero; y siempre en vivo la música aquella, donde dura la fiesta, en principio, un par de días… y se alarga hasta hablar de una semana completa… hasta la madrugada del domingo! Del reventón, propiamente dicho, de los fuegos artificiales, o sean, los cohetes… o cuetes, coloquialmente dicho; acompañados por el agave del maguey, o dígase directamente el tequila, el aguardiente del mezcal, el tepache, las aguas de jamaica, de horchata, de tamarindo y hasta jugo de nopal; pues, ¡si hasta nos bebemos el cacao y el maíz! El cacao y el maíz… ¡legado de México al mundo entero!

¿Qué sería del mundo sin chocolate, sin tortillas ni tostadas? Y ni hablar de comida, porque necesitaríamos un libro completo para hablar de los ingredientes y las recetas: Los pambazos, tamales, quesadillas, buñuelos, tacos, flautas, todo lo que se come en la Visita de las Siete Casas; la justificación para ir a siete lugares para comer siete veces… ¿qué mexicano se abstendría, si todos somos "re-gorrones"?; el huitlacoche o cuitlacoche, como queramos llamarle, flor de calabaza, hongos, pata, buche… ¡qué no comemos!; el mole: verde, rojo, pipián y de infinitos sabores, basta con ir a la feria de San Pedro Actopan; el guacamole, pico de gallo y todas las salsas de todo tipo de chile, verdes si son con tomates, rojas con jitomate o por el puro chipotle… ¡qué de salsas! El chile… ¿quién que sea mexicano no lo come? Si aquí en México lo amargo es dulce y lo dulce picante. También están las famosas carnitas: maciza y cuero, lengua y sesos. Los frijoles, el arroz y tortilla, dieta diaria del orgulloso campesino mexicano.
El pozole, el chicharrón prensado, papa con chorizo, el picadillo, y cualquier cosa que salga con caldo de jitomate; la famosa combinación que se mezcla con todo: crema, queso, aguacate, lechuga, rábano, salsa (por supuesto), y mucha sal, para que sepa bien. Los famosísimos churros rellenos con cajeta de Coyoacán, para sopearlos en el chocolate caliente de El Jarocho; y el café… ¡qué café!, de lo mejor del mundo sin duda, basta con ir a la Parroquia de Veracruz.
Enchiladas, sopes, huaraches, y todo lo que con masa se pueda freír, todo con mucha grasa, pues es el sabor característico del buen comer mexicano. La sopa de tortilla, caldo tlalpeño, sopa de verduras con calabaza, elote, papa y todo lo que se le pueda aventar a la olla.
Nuestro queridísimo nopal, los huazontles, el tabasqueño pejelagarto, papatzules y memelas en Mérida, empanadas y tamales en Oaxaca, y tantos más en cada región del país. Los postres de Puebla y el licor de pasita, la tuna, la natilla, arroz con leche, chongos zamoranos y sepa quién cuántos más. Y si algún platillo fuereño traspasa las fronteras nacionales, le damos nuestro toque mexicano... lo amexicanamos.

Y cómo hablar de México sin hablar de su gente: astuta para lucrar, pero, en el fondo, honesta; quejumbrosa hasta el cansancio, pero, por dentro, muy vaciladora, alegre, ¡cómo no seríamos alegres sin los mundialmente conocidos albures, el doble sentido ante todo, en cada frase, en cada palabra! ¡Qué ingenio para la prosa irónica! ¡Qué ingenio del mexicano para todo: como sea se las ingenia para hacer cualquier cosa! Todo México sabe de fútbol, de coches, y los que no, le hacen el intento hasta que les sale lo que quieren. Todo mexicano es mujeriego, pero no morboso, sino por que ama a sus mujeres, a sus cholitas; pero, una vez casado, todo compatriota es mandilón, casi sin excepción; es decir, talvez haya por ahí alguna aventurilla, pero lo que es el amor a su esposa, ¡que nadie se meta con ella! Y qué decir de la piel morena del de mi país, ¡recuerdos vivos precolombinos!; como si Dios hubiese escogido a México para llevar el bronceado perfecto al mundo; como si no necesitasen del sol para vivir, pues su tez dice que se broncea sola. El choque de culturas, desde el maya hasta el indio navajo, pasando, claro está, por el mexica.

En la ciudad, todo mundo como hormigas tras la migaja o como una colmena con más abejas de las que la capacidad del panal pudiese resistir, y, aún así, ¡resiste! ¡Qué cantidad de gente se aprieta para coexistir en tan poco espacio! Hoy en día los automóviles son casi tan numerosos como los habitantes, por lo que el tráfico está a la vuelta de cada esquina; aún así, nos acostumbramos… claro, quejándonos un poco. ¡Quien maneja en Ciudad de México es experto en maniobras para eludir improvisados obstáculos en cualquier rincón del mundo! Y, ¡cómo no, si el mexicano prácticamente llega al mundo con la licencia para conducir en mano! Si aquí, dichas licencias, se obtienen por la experiencia y no por la teoría de los señalamientos. Los preadolescentes son entrenados desde temprana edad para conducirse en la jungla de raudas latas con ruedas: esquivando baches, prediciendo los movimientos de los que avientan lámina, policías al acecho, tránsito sin hora pico, pues todo el día es aquella hora… en fin.
Los policías de tránsito siempre flojos, pero atentos para cobrar las premultas, o dígase la famosa mordida.
Otros prefieren el colectivo, donde el tráfico es de personas...

Bajo los puentes de las avenidas se encuentra la escuela oficial de la pintura con técnica de aerosol, ¡qué envidia para Da Vinci! Y otros pintores de técnicas más conservadoras (revolucionarias, empero), como Diego Rivera y su famosa amada Frida, Siqueiros, Orozco, etc.

Y volvemos al ingenio en la clase baja: Las casas de lámina, aluminio y latón con las corcholatas como remaches; la portátil del vagabundo, es decir, la carreta que lleva a todos lados, con colchón incluido… ¡qué ganas de vivir!

En fin, ¡cuánto podríamos elucubrar y escudriñar en los rincones de nuestro México! Sólo un par de gravísimos problemas: La interminable querella entre clases (¡qué abismo entre éstas!) y, tomado de la mano, el gobierno, corrupto y corruptor (también el pueblo)…


¡Feliz cumpleaños mi México sonriente! Feliz aniversario, queridos Mexicanos...

Elogio al Elogio de la Estulticia: La belleza de ser loco

No pocas personas son las que me han dicho: “Estás loco”, acompañado aquello de una sonrisa y cierta incertidumbre en los ojos. Sinceramente, a casi todos nos gusta que nos lo digan de vez en cuando, pues, de cierto modo, quiere decir que no somos un hombre más en este mundo, sino alguien fuera de lo común; es decir, ser loco es, de alguna manera, ser extraordinario.

Mas, ¿qué es, exactamente, estar loco?

Dejando atrás lo que pueda referirse a algún trastorno mental agudo, podemos decir que es aquella persona que sale de lo obvio, de lo normal, de lo acostumbrado, para convertirse en alguien digno de curiosidad ajena.

Me gusta pensar que todos tenemos cierta locura atrapada en nuestras mentes, pues cada quien tiene un mundo interno que únicamente quien lo posee puede entenderlo; por lo tanto, todos somos dignos de un punto curioso del cual alguien pudiera enamorarse en algún momento; todos tenemos algo que enseñar a otras personas, aunque no todos lo puedan escuchar.

Aquel es loco por salir a correr a las cuatro de la mañana, y el otro más por despertarse hasta entrada la tarde; uno no es cuerdo por trabajar tanto, el segundo tiene problemas mentales por nunca trabajar.

Todos poseemos cierto grado de locura que nos hace ser humanos; y hay muchos quienes intentan serlo más para tratar de escapar a su propia humanidad. Es decir, en un ejemplo, muchos pueden hacerse los huraños y encerrarse en mil libros para creerse más que los demás, creerse extraordinarios, unos súper-humanos que no merecen a los ordinarios; pero la locura, inevitablemente, contrariamente a lo que se piensa, no nos aleja de un humanismo, nos acerca.

Bien decía Erasmo en su “Elogio de la Estulticia” que el hombre es loco por esencia pura y no hay que luchar contra ella, pues ello nos hará felices: "Así como el caballo no es desdichado por desconocer la gramática, así tampoco el hombre es infeliz por ser loco, pues esta cualidad se encuentra en su propia naturaleza."

Desde luego, hay quienes tenemos aquella indómita sensación de sostener a la estulticia a cada momento, pero la realidad es que no es que seamos más o menos locos, sino que hay quienes realmente disfrutamos de esa demencia y la abrazamos para no perderla jamás.

Me gustan los disparates; me agrada el interés por lo absurdo; amo ser loco, pues me lleva cada día más cerca de ser como realmente soy en esencia; la bobería nos lleva a nuestro más recóndito lugar en el alma para encontrarnos con aquel niño sencillo que sólo quiere conocer y disfrutar de la vida.

Querido lector, anímate a ser desentendido y a no juzgar a nadie por ello; dicen que la verdad nos hace libres, pero únicamente libres racionalmente y tristes emocionalmente; lo que realmente conduce a la libertad es la locura…

Amigo mío, vuélvete loco y disfrútalo, pues la locura lleva a la libertad; la libertad a la felicidad; y la felicidad a amar la vida y al mundo en cada molécula que guarda.

Buenas noches, querido pabloletrahabiente. Te deseo una vida divinamente loca…

Conversación de una Vinosa Velada

Unos viejos amigos, después de veinte años de no verse, se reencuentran en un bar. Después de unas cuantas copas…

–Pues sí, mi estimado Jorge, me esforcé por ir a la mejor universidad del Estado y busqué la oportunidad de irme de intercambio a una Universidad española; luego aproveché la ocasión de estudiar una maestría en Australia; y, para no hacerte el cuento largo, ahora soy Vicepresidente de una importante compañía global.
Tengo una casa en la ciudad, otra en Cuernavaca, un pent-house en Acapulco, departamento en Vail y un tiempo compartido en Italia, donde voy por lo menos una vez al año en un avión privado que me presta la empresa; asisto a las mejores fiestas impartidas por grandes personajes de la política y otros empresarios distinguidos; me codeo con las personas más importantes de México; tengo una esposa joven y bella, que es la envidia de todo hombre, y dos hijos, una niña de cinco años y un varón de tres, quienes asisten a las mejores escuelas del país; poseo mi propia cava con los mejores vinos que disfruto a lado de mi alberca techada; y, lo mejor de todo, espero que pronto me hagan presidente de la empresa donde laboro, aunque debo aceptar que tengo muy buenas ofertas en otros lados. Y tú, mi querido Jorge, ¿qué haces, a qué te dedicas?

–Bueno, Adrián, pues yo, después de la preparatoria, me metí a estudiar música, donde estuve dos años, pero luego noté que la carrera tendía a volverse muy técnica y poco práctica, con lo que no estuve de acuerdo, pues según yo la música debe ser algo más personal, algo que salga del alma y no de la razón; es decir, no matemáticamente. Después de eso me fui a viajar por la república durante dos años.
Trabajé de mesero en varios restaurantes pequeños; estuve de bar-man en otros tantos; tocaba guitarra en las iglesias; vendía artesanías y luego di clases de “surf” en Puerto Escondido; hubo épocas en que me las vi muy mal, pero siempre tuve el modo de seguir viajando y conociendo gente y nuevas culturas.
Durante ese viaje conocí todo tipo de drogas, pero también aprendí a no abusar de ellas. No me he casado, pero siempre he tenido a alguien a quien amar y que esté a mi lado, y nunca he dejado de tener contacto con las personas que he conocido; en muchas ocasiones tuve oportunidad de ganar mucho dinero, pero implicaba hacerme de enemigos, por lo que nunca acepté.
Después de eso regresé a la Universidad a estudiar Letras Clásicas, donde leí unos doscientos libros de literatura clásica que me ampliaron el criterio, pero tampoco terminé, pues se me presentó la oportunidad de viajar a Sudamérica. Ahí conocí los mejores paisajes del mundo, nadé en las aguas más cristalinas y practiqué todo tipo de deportes acuáticos; entendí la libertad de las aves cuando me aventé de un avión con un paracaídas y del parapente, y entendí la magnificencia secreta de los peces buceando por largos arrecifes y en mar adentro entre tiburones y ballenas; tuve amores de pensamientos profundos que me ayudaron a ver las cosas desde distintos ángulos y, debo aceptar, ahí es donde realmente conocí todo tipo de drogas.
Luego, entre trenes, aventones, barcos y lanchas, logré volver a México, donde me volví profesor de música y me hice de una banda, con quienes hice una gira, nuevamente por todo el país, tocando en varios lugares. Luego que se deshizo el grupo, conseguí ir de viaje a Cuba, donde conocí a uno europeos, quienes me invitaron a su país.
Quedé muy endeudado, pero gracias a esos préstamos logré viajar por Europa, trabajando de cualquier cosa con tal de sobrevivir; luego fui donde solía estar el magnífico Tíbet y aprendí sobre el budismo. Estuve en una casa como aprendiz de monje “shaolin” durante un año, pero luego decidí que yo era demasiado libre para permanecer en un solo lugar; después de muchos esfuerzos logré volver aquí. Y ahora unos viejos amigos de Monterey que vinieron de visita me invitaron unos tragos en este lujoso bar, donde me da gusto encontrarte de nuevo.

–Y, entonces, nunca terminaste una carrera…

–No…

–Y sigues endeudado…

–Muy…

–Y no tienes una esposa ni hijos a quienes llegar a abrazar…

–No, no los tengo…

–Amigo, no me malinterpretes, pero yo creo que has desperdiciado tu vida…

–Es, simplemente, cuestión de puntos de vista… Imagina que los dos nacimos en una gran cueva; a cierta edad, mi curiosidad decidió salir de aquella cueva para ver qué es lo que había allá afuera, mientras tú decidiste quedarte ahí y conocer cada rincón del lugar.
Aprendiste a sacar oro de la cueva y a hacer negocios con los que se paseaban por ahí; Yo no podría decirte cómo debes vivir en la cueva, pues tú conoces cada esquina de ella; pero igualmente tú no puedes juzgar lo que no conoces allá afuera.

–Yo sólo sé que, al final, yo tengo dinero, una familia y una vida estable…

–No todos somos iguales… Cuando sea viejo, si es que llego a serlo, moriré tranquilo, pues hice todo lo que pude por vivir al máximo y conocer todo lo que este mundo podía ofrecerme, tal como me lo rogaba mi alma, mi esencia. Y creo que no moriré sólo, pues, de tantas personas que he conocido, hay a quienes habré tocado el alma y siempre habrá alguien a mi lado. Para ti, tú eres rico, pues tienes todas las comodidades materiales que cualquier hombre envidiaría; pero, para mí, yo soy más rico que tú, pues yo nunca me preocuparé por tener la duda del “qué-hubiera-hecho”; para mí, el que es más rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita…

–Salud, amigo mío…

–Salud, y que sea el último trago, pues mañana me voy temprano a surfear a la playa y tú tienes una esposa a quien amar y unos hijos a quienes cuidar… Espero volver a verte pronto y… también espero que, como tú tienes el dinero, pagues por mi trago…

–¡Salud por el éxito!

–¡Salud por la libertad!

Y mientras Jorge salía del bar pensó: “Talvez debí dedicarme a un vida estable…”

Adrián, mientras pagaba la cuenta, se dijo en voz baja a sí mismo: “Talvez debí seguir mis sueños…”