El Último del Año...


Bueno, pues quería dejarles un pequeño presente para terminar el año: Un pequeño video...

Primero grabé desde mi celular con un efecto; luego quise editarlo pero no lo leyó el programa por estar en formato "mp4". Entonces busqué en internet alguna página para poder convertir el archivo. Tuve que intentarlo con tres o cuatro distintas. Finalmente, cuando logré convertir el archivo, resultó que mi computadora carecía de un "codec" para poder ser visto. Por lo tanto, traté de bajar el archivo convertido de distintas formas... Me fue imposible...

Intenté bajar el "codec", pero resulta que Microsoft ya no trabaja con ese proveedor. Me decidí a buscarlo por otro lado, pero, antes, me metí a algunos foros en la red para ver qué tan confiable era descargar dicho archivo.

Para no hacerlo más largo, finalmente descargué el bendito "codec". Mas, justo cuando lo iba a instalar, me percaté de que era un formato ".exe", por lo que bien hubiera podido ser un virus... Y entonces divagué: "¿Vale la pena que sea un virus y se pudieran destruir todos tus archivos?"

Y llegué a una conclusión: Los que somos de "Pablo Letras y Sus Disparates" no necesitamos de cosas elegantes; no juzgamos...

Sin más, les presento el resultado de toda esta operación: Un video espantoso y una calidad de audio terrible, pero con una buena canción de fondo, que toco para todos ustedes...

¡Feliz Año y muchas gracias por todo su apoyo!



Con esta entrada de blog, sumamos en total 76 entradas en este año... nada mal, ¿eh? ( visita todas las entradas en http://www.pabloletras-letras.blogspot.com/ )


Para ver tu regalo (EL VIDEO):

Sección de videos de "Pablo Letras y Sus Disparates":


http://www.pabloletras-videos.blogspot.com/


Canción: Live (fight for your dreams)

No Ayudes a La Gente...


Fotos de Pablo Letras y Priscila Yañez

El otro día estaba platicando con mi novia, tomando un café en el centro de Tlalpan en la Cd. de México (para todos mis lectores en el extranjero; especialmente en Colombia), y llegamos a un punto reflexivo que nos obligó a hablar sobre varios asuntos humano-filosóficos, y saltaron a la conversación varios temas…
A continuación, la conclusión de uno de ellos…

Hay altruismo en el hombre, lo sé… Aunque en su mayoría existe egoísmo en las almas humanas, hay cierta parte en nosotros que nos aguijonea el corazón y nos exhorta a ayudar a los demás. Aún cuando alguien pueda tener un carácter que se nos antoje a un ego-centrista pleno, siempre habrá una pequeña partícula humanitaria, una hospitalidad, una humildad, que le instará a ayudar a los de su especie…

Pero esto no es suficiente… Aunque queramos ser caritativos, no se trata únicamente de ayudar por ayudar. Aún cuando nuestra intención pudiera ser cien por ciento pura y desinteresada, debemos pensar en las consecuencias de nuestros actos.

Bien conocido es aquel dicho que reza: “Más ayuda el que no estorba”; y es cierto… Si no tienes la capacidad de ayudar realmente, es mejor apartarte del camino y darle cabida a aquellos que poseen esa destreza suficiente; el simple hecho de aceptar que no eres capaz bastante, ya es comenzar a auxiliar en el asunto…

Para poder realmente socorrer a alguien (o a algunos), debemos pensar en las consecuencias de nuestros actos. ¿De qué serviría gastar nuestros ahorros en viajar a un país pobre para alimentar a los habitantes? En ese caso, sería mejor enviar la comida…

Ahora bien, ¿de qué sirve alimentar a una comunidad, si al cabo de un tiempo volverán a tener hambre? Es fútil darle de comer a un águila si posteriormente la soltarás en un hábitat salvaje: Hay que enseñarle a cazar su propia comida.

Querido lector, hacer un bien humanitario, no estriba en ayudar a la gente, sino en enseñarle a la gente a ayudarse a sí misma…


Les deseo unas inigualables fiestas decembrinas y los invito a contestar un brevísimo cuestionario que creé para ustedes y, así, mejorar el blog de "Pablo Letras y Sus Disparates".

Sus respuestas serán totalmente anónimas; no necesitas dar ningún dato personal:

La encuesta se ubica al final de esta página...

Querido Santa Claus...


Querido Santa,

Yo sé que hace mucho no te escribo, y el motivo es porque, no sé realmente cuándo, pero dejé de creer en ti; comencé a dudar de tu existencia y comencé a ver al mundo con ojos humanos, reales y verdaderos, donde la fantasía y la magia no existen. No obstante, creo que nada pierdo en tomarme unos minutos para enviarte esta carta, pues guardo una pequeñísima esperanza de que tal vez, y sólo tal vez, tú existas y, siendo de esa manera, puedas ayudarme a resolver un problema muy grande con el que me enfrento ahora que he crecido…

Para empezar, yo te quiero pedir ser rico... pero no en el sentido en el que el hombre lo entiende; es decir, no te pido tener mucho, sino necesitar poco.
Deseo que, aunque mucha gente me exija madurar, crecer y adaptarme a la sociedad, no permitas jamás que renuncie a mis sueños, pues cada palabra/consejo que escucho de ellos, amedrenta a mis metas y me aleja de quien, creo yo, podría ser una persona enorme...

Permítele a la gente tomarse unos minutos para reflexionar sobre su propia persona; deja que se hagan una pregunta a sí mismos: "¿Qué tan grande es mi objetivo de vida?". Concédeles ampliar sus límites y creer en sus propias capacidades.

Creo que, en realidad, lo que quiero pedirte son los medios necesarios para hacer brillar mi talento e intentar cambiar la ideología del mundo...

Te pido también que quites esa conformidad que lleva de la mano la confianza, pues muchas veces devaluamos la confianza a un nivel en el que la gente confía tanto en alguien, que, en primera, se deja de admirar a la persona confiada y, segunda, existe tanta seguridad de amistad y amor, que pensamos que en cualquier situación se nos debe perdonar una traición...

Inyecta en el humano esa admiración, ese sentimiento que nos permite aprender, día a día, algo de alguien a quien ya conocemos de toda la vida...

Te pido, estimadísimo Santa, que la gente aprenda a no juzgar, aún cuando sea un acto que nos dañe directamente, pues constantemente juzgamos el "qué" y nunca el "porqué" de las cosas... Santa, pienso que para juzgar a alguien tendríamos que haber vivido toda su vida para entender el porqué hace las cosas que hace, y como esto no es posible, jamás tendremos las bases suficientes para hacer justicia en nuestros pensamientos.

¡Ay! Santa, tantas cosas quisiera pedirte... Pero, por el momento limitémonos a estas que menciono... Quisiera rogarte que cambiaras al mundo, su forma de pensar, sus reglas, sus fronteras... A veces siento que el pensamiento del hombre es tan pueril que aún razona como adolescente... Los países parecen niños peleando por la paleta más grande y engañándose a sí mismos... Creo que el hombre debe superarse a sí mismo hasta el punto de entender que sólo podemos lograr cosas imposibles cuando nos ayudamos unos a otros, teniendo una meta en común...

Santa, quítale ese orgullo, ese ego al hombre que le hace pensar como un individualista... Muéstrale que un sistema capitalista (y no quiero sonar a comunista, ni fascista, ni socialista, ni feudalista, etc...) no sirve, pues es una carrera tan personal, que, fuera de ayudar a otros, maquinamos constantemente las formas de manipular, oprimir, chantajear y pisotear...

No soy economista (todavía...), Santa, pero estoy seguro de que, con esta increíble mente que tenemos, no debe sernos tan difícil elaborar algo que no inculque la desconfianza entre la gente...

Y ya... no quiero... bueno, sí quiero seguir, y podría escribir un libro entero, mi querido compañero del Polo Norte, pero no debo más...

Bueno, gracias por prestarme tus ojos unos segundos... ¡Feliz Navidad y paz… sí, mucha paz a los hombres!


Sinceramente creyendo en ti,
Pablo Letras


P.D. Yo sé que no eres ningún Dios para poder arreglar todo esto que te pido, pero, de cualquier modo, casi nunca me traías lo que te pedía en mis cartas cuando yo era pequeño… aunque siempre me sorprendías… Santa, este año, ¡sorpréndeme como nunca!

P.D.2. Si puedes traerme un Hershey de Cookies&Cream, no estaría nada mal... ;)

Pablo Letras les desea unas eximias celebraciones.

Soy Mi Propio Padre

¿Por qué soy como soy? Pregunta que constantemente me hago, como queriendo escarbar en las entrañas de mi alma para descubrir esa esencia que me vuelve único. ¿Quién era ese “yo” antes de aprender tantas cosas, antes de ser inculcado en las artes sociales de la humanidad, antes de ser corrompido por el mundo, antes de ser un rompecabezas de un millón de piezas que adquirí, una a una, de cada persona con la que me he rodeado? ¿Quién era esa persona que no pertenecía a ningún círculo social? ¿Cuál esa misma y única cara que no tenía que preocuparse por mutar modales ni gestos para los distintos ámbitos sociales? ¿Qué es eso que me hace único y de dónde vino?

Y esto no es cosa fácil… Se trata de la técnica cartesiana, el existencialismo, el método del “porqué”, el cuál empieza en algo sencillo y termina por hacerse preguntas complicadas que se derivan de ese primer cuestionamiento: ¿Por qué hago esto…? ¿Por qué soy eso que me hizo hacer esto…? ¿Por qué sucedieron esas circunstancias que me hicieron lo que soy y que me llevaron a hacer esto…? Etcétera…

Se trata de una especie de psicoanálisis personalísimo, el cual tiene como objeto despojarse, poco a poco, de todo lo aprendido, todo lo inculcado, toda moral, toda verdad, todo, todo, todo, para regresar a ese niño que tiene una esencia pura, intocable, incorruptible, original, humana…

Y en uno de esos viajes de preguntas (que aquí es donde quiero empezar mi punto), un amigo me dijo algo que me intrigó mucho: “Mi padre murió cuando yo tenía cuatro años… ¿Qué se siente tener un padre?”. Y en ese momento lo que pude contestarle fue lo siguiente: “Para mí, la figura de padre es ello que me lo dio todo, y que nunca pude retribuirle nada, pues murió antes de que él y yo pudiéramos entendernos como hombres…” Y supongo, entonces, que cada quien tendrá su concepto de padre…

Verás, querido lector, mi padre murió cuando yo tenía dieciocho años; justo en esa edad (la mía) donde la soberbia se apodera de nuestro carácter, donde nos creemos independientes sin poder realmente ser aquello. Y de lo que más me arrepiento sobre el funesto suceso, es que nunca pude invitarlo por unas copas, a un partido de fútbol en un estadio o una plática sincera que durara hasta altas horas de la noche…

Y después de su deceso, no pude hallar en nadie esa figura paterna que le reemplazara, ni en mi hermano, ni en amigos, ni en tíos… ni siquiera en mi propia madre… Y entonces comenzó una batalla interna entre el saber que, ahora que no estaba mi padre, podía hacer lo que me viniera en gana y, por otro lado, el saber que en algún momento debía controlarme a mí mismo o terminaría siendo un libertino solitario…

Y poco a poco se fue formando en mí una personalidad que no era la mía, sino la de un padre imaginario que me reprochaba ciertos actos míos… Tal vez es por eso que me volví tan reflexivo; tal vez por ello creció en mí esa esencia existencialista de superarme a mí mismo y volverme humano, realmente humano… Me vi en la necesidad de conocerme profundamente a mí mismo para, entonces, poder distinguir entre lo que quería y lo que necesitaba; es decir, formé un carácter que debía guiar a mi otro yo; una personalidad que limitara mis vicios y mis deseos de niño… Y ahora que voy creciendo y me voy volviendo más sabio, ambas personalidades se van conjugando en una sola…

Estimado lector, yo tuve un padre, luego nada, y ahora tengo una figura paterna que ya no me puede ser arrancada, pues solamente morirá con mi propia muerte… Puedo decir que hoy, yo soy yo… Hoy, mi padre vive en mí… Yo soy yo y también soy mi propio padre…

El Respeto a Los Animales (Misiva al Hombre)


Querido hombre,


Te envío esta misiva porque… simplemente no te entiendo… Sé que no tengo esa capacidad de raciocinio como tú la tienes, mas, aún así, se me hace inexplicable tu comportamiento… Todo el día me la paso tirado, sin nada que hacer, hastiado de una rutina inalterable… En ocasiones, el aburrimiento es tal, que siento que no tengo una razón para vivir… Sí, hay momentos en que realmente preferiría estar muerto… Así, sin más… Pero yo no tengo esa capacidad, no tengo ese poder, como tú lo tienes, de acabar con mi vida si yo lo quisiera…

No sé cómo hacerlo ni sé manipular herramientas que pudieran ayudarme con ello… Y ni siquiera tengo ese don que tú tienes para envolverme en vicios que puedan ayudarme a matar el tiempo…

La parte más feliz de mi día, es cuando hay algo que me destierra por unos segundos de mi cotidianeidad: Ora cuando me sirven mi plato lleno de comida, ora cuando busco, olfateando cada mañana en cada rincón del piso del comedor, algunas migajas de tu cena del día anterior… Pero, lo que realmente me hace feliz, es cuando te veo… Ya cuando sales de tu cuarto al despertar y me miras, ya cuando regresas cansado del trabajo o de la escuela… Tu voz dirigida hacia mí me vuelve loco, me encanta, me brillan los ojos y corro de un lado a otro porque no puedo contener ese contento que me haces sentir…

Pero tú no sientes lo mismo… Llegas cansado y ni me diriges la mirada; voy a tu encuentro y con tu mano me despides en un segundo; y yo me quedo ahí, con ganas de que me platiques tu día, aún cuando no pueda entender lo que me dices, porque requiero de atención… No eres el único que tiene esa necesidad de sentirse querido… Todos los seres vivos tenemos esa necesidad natural de buscar a seres amados… Pero pienso que tú no me quieres a mí… o por lo menos no tanto como yo te amo a ti…

Hombre, tienes que entender que tú eres mi mundo, eres todo lo que conozco, vivo para ti y vivo de acuerdo a tus caprichos…

La peor parte de mi día es cuando tú te vas, porque no sé cuándo volverás… Hay ocasiones en que te vas de viaje, y me quedo solo días enteros sin saber una noticia de ti, y entonces me carcome el miedo de pensar que tal vez un día no vuelvas… Yo no soy tan fuerte como tú; yo no puedo prender la estufa de la cocina para hacerme el desayuno o abrir un simple paquete de galletas para degustarlas con un café… ¡Carajo, yo no sé ni preparar un café´; no sé ni lo que es tomar eso! No, yo siempre, todos los días, como lo mismo, porque es lo que a ti se te antoja darme… Y muchas veces me compras la comida más barata que encuentras porque, de algún modo, crees que no merezco degustar lo que se pasea entre mis dientes… Y luego, si no como eso porque no me gusta su sabor, te enojas…

Y sí, cuando te enfadas me da pavor, porque no sé si hoy tendrás esa necesidad de desquitar tu rabia del día con el poder de tu mano sobre mí… Esa mano que tan bien me acaricia cuando me acuesto a tu lado… hasta que te hartas de mí y me bajas del sillón o de la cama… Y me regañas, cuando la mayoría de las veces no sé ni qué es lo que hice mal… Créeme, lo último que quiero en esta vida es hacerte daño… Te repito, lo eres todo para mí…

Me encantaría que te tomaras unos minutos para sacarme a pasear o para jugar conmigo… ¿Cómo es posible que no te emociones cuando me ves, cuando yo todo el tiempo estoy esperando a verte? Para ti los minutos son nada, pues estás constantemente ocupado en algo; para mí, los segundos son eternos… Y ni siquiera tengo un reloj que pudiera leer para saber cuánto falta para que regreses…

Hombre, humano, no te entiendo… ¿Por qué me castigas si yo te amo? ¿Qué se necesita para que tú puedas respetar a mi especie? ¿Por qué crees que tu capacidad de razón te hace mejor que yo? Yo no pedí venir a este mundo; yo no pedí estar encerrado en cuatro paredes toda mi vida; yo no quise conocerte y, no obstante, pienso que fue lo mejor que me pudo haber sucedido… Una sonrisa, eso es todo lo que te pido; una dulce voz al verme, no más… Para mí no existe mejor cosa en este mundo que estar entre tus brazos…

Es casi imposible que yo me enoje contigo y, aún así, cuando me molesto, basta que aplaudas tus manos hacia mí y me tienes de vuelta en tus brazos… así, sin más… ¡Dime, ¿quién de tu especie podría perdonarte así de fácil?!

Hay veces en que me amarras con la correa y no te importa si debo defecar… Y si lo hago dentro de tu hogar, por el simple hecho de que ya no puedo contenerme más, me gano la furia de tus golpes…

Yo… yo sólo pido amor… tu amor…

Hombre, amo, humano… por favor, te lo ruego, respétame…

Para terminar, sólo quiero hacerte una pregunta reflexiva, sin que me respondas a mí, sino a ti… ¿Realmente me quieres a tu lado?

Te ama,
Tu mascota.

Trescientas Gracias (o el Nacimiento de Pablo Letras)


De algún modo, sin realmente saber cómo, cuándo o por qué sucedió, este grupo (Pablo Letras y Sus Disparates) nació...
No obstante, sí podemos dar los antecedentes de su creación...

Después de verme envuelto en una rutina fastidiosa, en un círculo vicioso donde trabajaba para sailr de fiesta los fines de semana, y salía de fiesta para olvidarme del trabajo, decidí crear un grupo de apoyo... ¿Cómo romper con esa fastidiosa cotidianeidad? Viéndolo de ese modo, sólo tenía dos opciones: Dejar de trabajar o dejar de "enfiestar" tanto...

No obstante, sabiendo que talvez no tenía la voluntad suficiente para lograrlo, creé un grupo llamado: "100 personas en este grupo y dejo de tomar 3 meses".

Y no sé si a mi pesar o para mi alivio, las 100 personas se juntaron mucho más rápido de lo que pensé... De hecho, se juntaron alrededor de 120...

En esos meses de abstinencia, decidí ir comentando cómo iba logrando el acometido a los del grupo...

Hubo momentos en que la gente comenzó a abandonar el grupo; pero, hubo muchos más que comenzaron a sentirse identificados con mis letras...

Lentamente, el grupo tomó cierta seriedad disparatosa y los meses de abstinencia habían concluído... No podía dejar morir esta comunidad...

Pronto el nombre del grupo se convirtió en lo que hoy conocemos... "Pablo Letras y Sus Disparates", un lugar que basa su locura en dos sencillos slogans:


"Sal de la rutina... gratis..."

y

"Hoy una reflexión... mañana una sonrisa..."


Es increíble que lentamente este grupo comience a sentirse como una comunidad donde todos compartimos algo, todos tenemos una esencia en común: Ganas de reflexionar para hacernos de una vida mejor.

Hoy, el grupo ya tiene un Blog que comparte libros, música, fotografías, vídeos y, por supuesto, setenta entradas de blog de estas letras... ( http://pabloletrasysusdisparates.blogspot.com/ )

Gracias, muchas gracias a todos... ¡Trescientas gracias!, pues hoy ya somos trescientas grandiosas personas que buscamos hacernos grandes, sabios y, sobre todo, más humanos...


Queridos lectores de disparates, sigamos con el afán de hacer crecer este grupo; pues talvez, sólo talvez, algún día, podamos hacer algo grande para este mundo... No dejes que las personas que te han marcado una sonrisa en esta vida se queden sin poder salir de su rutina... gratis...

Invita a todos; sí, invita hasta al perro de la casa de tu vecino a unírsenos, y permiítele hoy reflexionar, para que mañana pueda sonreir...

John Lennon (como hombre)




Siendo que hace treinta años murió una de las personas que más admiro, decidí escribir algo sobre él; decidí redactar en letras cómo veo yo a este personaje... es decir, me llevé a la tarea de que vieran un poco la humanidad de Lennon... Es decir, en otras palabras, decidí hablar, no sobre el famoso músico, sino sobre el gran hombre que fue...

Sin más...


“Imagine”… Palabra dulce, acogedora, libre y tan vivamente poderosa que todos los sabios coinciden con ella… Bien decía Einstein que la imaginación es más importante que el conocimiento; y es que sólo imaginando podemos hacer realidades. ¿Qué sería del hombre si nunca hubiese imaginado construir un techo bajo el cual vivir? ¿Qué sería si el hombre nunca hubiera imaginado la rueda para utilizarla como transporte? Si Gutemberg no hubiera soñado con la imprenta, Bell con el teléfono o si a Edison no se le hubiera prendido el foco (en alusión con intención de comedia: chiste)… ¡Si Beethoven no hubiera imaginado las notas perfectas para su sonata N°14! Imaginen qué seríamos si nadie hubiese inventado una red mundial donde todos pudieran comunicarse unos con otros en tiempo real, donde todos pueden saber lo que hago a cada minuto si yo deseo publicarlo en Facebook; qué sería si nadie hubiera pensado en esa red llamada Internet, donde justo en este momento, yo, sentado frente a la computadora, tomando un exquisito Gentleman Jack y fumando un habano Fonseca (alguien imaginó e hizo real el que algo que pudiera rolarse y fumarse); yo, en este mismo instante, pudiera imprimir estas letras para que las leas en este minuto y pudieras saber qué siento y pienso en este momento…

Si les digo que sueñen con un mundo de paz, sin guerras, sin fronteras ni religiones, en donde no exista el hambre y donde no habría ni una sola batalla, puesto que no habría nada qué envidiar… Si hago esto, si les dijera ello, pocos serían los que no se reirían de mí…
Y si, todavía, frente a su risa, me atreviera a comentarles: “Puedes reírte; puedes pensar que soy un soñador, pero, créeme, no soy el único: Hay muchos en el mundo que no se reirían: El que muere de hambre, el herido en batalla, los que pelean por sus diferencias religiosas o los que se avientan unos a otros intentando escalar la colina del poder, como si fueran un “fool on the hill”… Sólo espero que un día te unas a nosotros, los soñadores, los que imaginamos… por que así, sólo entonces, cuando las personas dejen de reírse por creerlo utópico, solamente así, lograremos que este sueño se convierta en realidad”.

Y, de todos estos personajes grandes, hubo alguien que no tuvo miedo de ser el predicador oficial de ello, su estandarte, su “walrus”; alguien que afirmó que todo es posible si se encuentra dentro de los parámetros de la imaginación del hombre… y luego, la imaginación no tiene límites…

Y se atreven a decir que solamente fue el “frontman” del grupo más importante en la historia de la música… fue mucho más que eso. “Sólo estoy sentado viendo las ruedas girar”; un momento de reflexión donde probablemente pensaba que, después de tantas invenciones y descubrimientos, de tanta evolución tecnológica del hombre y de todo su pasado; después de tantos problemas y mentes y risas y pensamientos, todo se resume en algo sumamente sencillo: Amor y paz.

Y luego todo mundo culpa a su esposa (Yoko) por deshacer el grupo, siendo que finalmente él, después de tanto, encontró el amor verdadero, que era justo lo que él predicaba. Y fue entonces donde explotó su creatividad y se lanzó como líder en pro de la paz y el amor en el mundo.

Y la banda más popularmente explotada (mercadotécnicamente) fue perdonada por decir que eran más famosos que Jesús (siendo que tenían toda la razón de afirmar ello en ese momento); ese gran grupo fue perdonado por hundirse en LSD; pero no pudieron perdonarle a él por encontrar a su amada y pasar el tiempo con ella.

Y cuando todo mundo se le echaba encima por disolver al mejor grupo musical parido hasta ese momento; cuando le llaman loco, flojo; él solamente se levanta en unas cuantas canciones diciendo: “Tranquilos, sólo quiero pasar mi vida viendo sombras en la pared y observando la rueda girar; quiero vivir tranquilo, pues he encontrado lo que siempre busqué: El amor… Deberían intentarlo; se darían cuenta de cuan felices pueden ser… No, no creo en nada, ni en Dios, ni en ningún personaje bueno o malo en la historia, ni siquiera creo en esa banda que ustedes adoran y que me culpan de matar, sólo creo en mí y en mi esposa.”

Y entonces, la gente vuelve a amarlo, pues, ¿cómo negarle el amor a alguien, y más a aquel que enseñó al mundo a ver todo desde un lado más humano?

¿Qué le habrá dicho Yoko a John que tanto lo cambió? ¿Qué le hizo entender en su cabeza para que le amara tanto? Quiero pensar, viéndolos como hombres, que un día estaban fumando marihuana, o extasiados con LSD, cuando ella le dijo algo como: “John, tú que eres tan famoso, tan popular; tú que probablemente seas la persona más importante del mundo en este momento; tú que tienes al mundo entre tus manos, ¿por qué no intentas despertar al mundo? Si todos te escuchan, ¿por qué no intentas predicar el fin de la guerra? ¿Por qué no usas tu poder para esparcir la paz y el amor en la Tierra?”

Y entonces Lennon se dio cuenta de que tenía la oportunidad para crear un mundo mejor… y lo hizo…

Y toda esa filosofía tan extraordinaria de esa pareja, ese pensamiento de esos sorprendentes corredores de la carrera de la humanidad, se ve reflejada en su hijo Sean: un excelente músico que lleva ese estandarte de haber superado las barreras sociales y que quiere gritarle al mundo, pero éste aún no lo escucha… Esperemos que algún día suceda… Veámoslo de este modo, si John y Yoko ya le enseñaron a él todo lo que sabían, entonces Sean tiene la capacidad de llegar a ser más grande que ellos…

Dicen que John tuvo una muerte trágica; pero en realidad su muerte fue trágica por que su vida fue feliz y libre…

Querido maestro, amigo, hermano… Descansa en PAZ, hasta que vuelvas a los brazos de tu AMOR…

Por Un Beso


Un pequeño poema que hice hace algunos minutos para todos aquellos que tienen un amor semi-platónico, a todos ellos que cortejan y a todas ellas que gustan de ser cortejadas...



Por Un Beso

Fácil… fácil sería tomarte y besarte,
atacar a tus labios con la guerra de los míos,
así, sin más, lo quieras o no,
tomarte y hacerte rendir ante mi beso…

Pero no… No basta besar porque yo lo quiera,
pues para un beso se necesitan dos,
dos almas que gritan conjugarse
y hacerse uno solo en un momento sempiterno…

Tan cerca estás de mí, a nada de robar
el dulce néctar que secreta tu boca,
esa boca que habla, que ríe, que prueba…
Es la entrada a esa esencia tuya… y que adoro…

Si fuera un animal, ya te tendría entre mis brazos,
forzando un ósculo para satisfacer mis deseos…
Mas no, siendo un hombre, también poseo un ego,
ego que debo enaltecer al saber que tú también me pides,
tú también me quieres, me buscas, me sueñas…

Por un beso tuyo, bella dama,
podría gastar la fortuna que no tengo,
pero que persigo para volverte reina,
ama de mi todo, de mi mundo, de mi talento…

Por tus labios, entraré en tu mente
para saberte tus secretos y, así,
salvarte de tus miedos y robarte mil sonrisas…
Me haré a la faena de volverme tu necesidad…

Y seré paciente, aunque cuando te alejes,
cada vez que te vayas de mí, me insulte a mí mismo,
por no haber logrado juntar mis labios con los tuyos…

Pero frente a ti, siempre seré el que quieres ver:
Caballeroso, atento, respetuoso, afable,
Inteligente, interesante y con un toque picaresco…

Mas ten presente, siempre, que jamás renunciaré
a esa sonrisa que amaría juntar con la mía,
pues sé, perfectamente bien,
que, cuando llegue el día esperado,
cuando nos volvamos uno solamente,
entonces, seremos felices… aunque sea por un momento…
Pero yo te aseguro, que será un momento eterno…

Por un beso tuyo
esperaría la eternidad,
pues son tus labios,
la mismísima imortalidad…


La Picadura



Y después de tantas reflexiones, decidí cortar un poco con eso el día de hoy... Opté por obsequiarles un cuento de mi libro "Cuentos Amexicanados".
Sin más, y esperando que estas letras logren su objetivo: Sacarlos unos momentos de una vida rutinaria, les presento...

La Picadura

(Foto obtenida de http://but-we-got-the-music.blogspot.com/2009/12/el-grillo-cantornot.html )

Yo no la maté. Le digo que yo no fui. Ya estaba bien muertita cuando llegué yo. Algún desgraciado le ha de haber metido el cuchillo cuando ésta estaba en el petate. Habrá sido el padre que vio la panzota de la Lupe y se espantó. A la mejor y pensó que iba a estallar su panzota, pues la tenía bien grandota y redonda. A la mejor y así le pasó. Pero yo no fui. Yo no la mate. Se lo juro por mi Cholita.


*

–¡Que te digo que no, mi Lupe! –decía Rigardo, el más destacado de La Grulla, el pueblo que estaba entre Villacanto y Nalpala, pues tenía aquél veinte reses, cinco puercos, abundantes gallinas y un extenso rebaño de lanudas. Le había bautizado así su padre, no porque así lo hubiera querido, sino porque no podía aquél pronunciar “Ricardo”; y el encargado de escribir las actas así le escuchó y así lo escribió; pues no sabía el padre de Rigardo leer o escribir –¡Te digo que no puedo! ¿Qué no ves que yo ya tengo a Cholita y a dos escuincles? No, no puedo, mi Lupe. Yo ya estoy tomado por Cholita. Y, ¡ay! cuidado y le dices tus sandeces, que yo te mato, mi Lupe. Te digo que te mato. Búscate otro que sepa darle duro a la tierra. Dile que lo quieres, nomás pa´ que caiga el condenado. Dile que los chiles ahogados y los hongos dorados te quedan re-sabrosos. Verás que cae redondito el desgraciado. Pero ya no llore, mi Lupe, verá que todo sale re-bonito si se le encomienda uno a la Virgencita. Yo la acompañaría al campanario, pero le digo que no puedo. Si me ve Cholita me mata a mí, pero en antes la mato yo a usté. Váyase ya a rezarle a la Virgen y consígase a otro. Y ya no llore, mi Lupe, no vaya a ser que me ponga colorado y le pegue, nomás pa´ que se calle.

Así le hablaba Rigardo, cuyo rebaño de lanudas era extenso, a Lupe, con quien había dormido ya hace tiempo y varias veces, que no tanto dormir hacían, sino bien activos pasaban la noche y, algunas veces, el día también, cuando se escapaba de su esposa para hacer el adulterio. Pero apenas se embarazó Lupe y aquél dejó de hablarle, ni siquiera le soltaba una mirada ya, pues pena le daba que Cholita se enterara de aquello. Pero más miedo que pena sentía su alma, pues si el padre de Lupe se enteraba, tremendo linchamiento que llevarían a cabo los de La Grulla contra Rigardo. Por eso no le veía ni le hablaba, sólo pasaba.

–Pero es que usté me puso sus manotas entre las piernas. Yo ni le dije que sí ni que no. Sólo las puso. Y yo no le querría pedir nada a usté por aquello. Pues también yo no dije que no a sus manotas. Y no fue una, fueron varias, y ni le dije que sí ni que no. Pero le digo que me picó ese bicho feo y me hizo engordar. Siempre me cuidé de esos, pero éste me picó cuando estaba bien dormida en el petate. Y me engordó. Y así le pasó a mi amá, y por eso le nací yo. Ella me lo dijo. Ella me dijo que esas cosas abultaban el vientre y le daban hijos a uno: Esas cosas con muchas patas que dicen que tienen la cara de un niño, aunque yo no se las veo. Eso me picó. Y yo me lo sé porqué un día amanecí con la panza hinchada. Y me persigné cuando vi la panzota y le fui a ver a la Virgen y me encomendé a ella. Pero no pareció hacerme caso, porque seguí engordando. Y ahora estoy bien redondota. Le juro a usté que yo siempre me cuidé de esas patudas. Le digo que ya no voy con la Virgen porque nomás me hace gorda; a la mejor y ni me escucha por estar atendiendo a otra. Pero yo no le dije que sí ni que no. Y usté puso sus manotas en mis piernas. Y ahora le toca llevarme con el padrecito al altar. Porque yo no le dije que sí y tampoco lo otro. Y un escuincle no puede venir a La Grulla sin un padre que le dé la comida. Por eso le digo que me lleve con el padre. Yo no querría pedirle nada a usté, pero ya me picó esa cosa.

Así le dijo Lupe a Rigardo, quien tenía muchas gallinas; Y ella seguía llorando; Y aquél le pegó y de un puñetazo le tiró al petate. Y luego la mató. Tres veces le encajó el cuchillo en el vientre, donde estaba más ensanchada la panza. Y el suelo se llenó de sangre, de ese rojo bermejo, como el color del guajilllo molido, al igual que sus manos y sus ropas.

Y llegó el padre de Lupe, Pedro, y lo encontró así; y éste casi lo mata de golpes si no hubiera llegado la mamá de Lupe, Cristina, que empezó a llorar como el burro cuando le castran. Y aquél se detuvo y también lloró. Y luego llegaron los demás del pueblo y lo entregaron; aunque primero lo dejaron bien amoratado de la cara y el cuerpo por tantos golpes que la habían dado.


*

–Pero le digo que yo no fui, señor juez. Yo no la conocía. Nomás entré porque me llegó el olor de la sangre. Uno sabe cuando el aire de los muertos está cerca. Nomás por eso entré. Pero ya estaba bien muertita cuando llegué. Yo no fui, señor juez. Se lo juro por la Virgencita que yo no fui.


***

Querido lector, si crees que hay alguna moraleja en este cuento, por favor compártela conmigo...

Amor y Paz

“Amor y paz”; “Haz el amor, no la guerra”… Algunas famosas frases hippies que se han grabado en la historia… y que lamentablemente las recordamos como parte de un pasado ya abandonado… ¿Por qué? ¿Qué es un hippie? ¿Qué es eso que tanto han temido los gobiernos sobre los hippies? ¿Qué son esas personas que, de cierto modo, causan una empatía atractiva con las personas? ¿Qué es eso que la gente admira en una persona pero que, aún así, guardan su distancia?

La respuesta: La libertad.



¿Por qué la gente ama y, al mismo tiempo, repudia a los hippies? Entre tanta reflexión mía, es algo que aún no puedo comprender… ¿Cómo es que el mundo ha llegado a tal punto donde se evita el convivir con personas que promueven el amor entre la gente y la paz mundial, y, por otro lado, se toman como ejemplo a seguir a personas que pisotean al mundo mismo? ¿En qué momento alejamos a los que aman a la humanidad para cambiarlos por tiranos individualistas? ¿Por qué ese miedo tan infundido hacia la libertad? ¿Cómo es que la gente aclama, por ejemplo, a Ronald Reagan (quién por cierto se pronunciaba como católico ferviente), quien ordenó que finalmente la Guerra Fría debía “calentarse” (es decir, irse en armas contra la ex potencia mundial de la URSS con armas nucleares que hubieran terminado con el mundo de no ser por el brillante Gorbachov), quien insultaba a los hippies; hippies quienes tenían como objetivo abrir los ojos al mundo sobre el declive extremo en la sociedad, recordándoles que el amor de unos con otros llevaría a la paz mundial? ¿Por qué admiramos a los hombres que manipulan las masas con su poder y, en cambio, alejamos a quienes cuidan de la humanidad misma? ¿Qué nos hace merecer ser magnates prepotentes y acabar con los ánimos de un mundo humano? ¿No debería todo ser al revés?

Pero no, los medios, el dinero y el poder ganaron la batalla… El mundo, gracias al empuje extremo de los límites del capitalismo (y no lo digo para sonar rebelde ni comunista), se ha vuelto un lugar infinitamente egoísta, individualista, despreocupado, inhumano…

En el fondo, todo mundo sueña en algún momento con ser libre, aventurero, amar y ser amado, viajar por el mundo, ser activista, pacifista, libre… hippie… Pero nos gana el temor de vernos en la calle, abandonados, sin nada qué comer… Y sí, esto lo pensamos precisamente porque sabemos que en el mundo actual a nadie le importaría vernos morir por inanición bajo la sombra de un puente lejano; pero no es así… Cuando uno empieza a dudar, comienza a comprender; y cuando uno comprende, se entiende a sí mismo; y una vez entendida la esencia propia, concibes los porqués del mundo; y finalmente conoces a la gente. Y es en este punto donde aprendes a inyectar esa filosofía de vida a los demás: Ama, prueba, duda, no juzgues… ¡sé libre!

Y cuando eres libre, la gente te busca, pues sus almas piden a gritos ser también desencadenados, quieren ser felices, des-estresados… quieren respirar…

Hay quienes incluso dicen que los hippies son inútiles… ¿Realmente te hace sentir mejor llamarle inútil a alguien que cree inhumano tener cuentas bancarias de siete cifras a cambio de vivir su vida sentado en una oficina frente a una computadora? ¿Realmente crees que inútil es aquél que lucha por que tus hijos puedan vivir en una sociedad más altruista mientras tú te dedicas a alimentar un sistema que provoca desconfianza entre la gente? ¿Crees que por ir una semana de misiones a ayudar/alimentar a niños de la sierra te vuelve una persona preocupada por el mundo? Intenta cambiar la ideología del mundo y entonces verás la utilidad de aquella lucha…

¿Arriesgarse a ser pobre a cambio de amar, ser amado y buscar la paz mundial…? Querido lector, no sé tú, pero yo ya no lo pienso dos veces…

Carta Contra el Mundo



Querido Mundo,

Estoy enojado… No, no estoy molesto; estoy desilusionado, decepcionado de ti… Y no, no lo digo porque me sienta rebelde o sedicioso; no lo comento como una forma de tratar de verme distinto a los demás, porque no lo soy… Soy sólo un hombre más y, como todo humano, tengo una cualidad que me vuelve único. En mi caso, dicho don es la virtud de la reflexión, y gracias a este regalo que me concedió la vida puedo analizar y decir que ya no me gustan tus caminos… Es decir, sí, me gusta la vida, me encanta conocer a la humanidad y abrazar la idea de que, talvez, muy en el fondo, todos tendemos a cierta hermandad que nos vuelve buenos como especie… Pero, simplemente, me parece que te has vuelto excesivamente cruel…

Cuando era niño lo amaba todo; conforme crecí empecé a detestar esto y a odiar lo otro. Cuando pequeño, adoraba la idea de vivir en una dimensión de fantasía donde todo era posible y donde la magia reinaba sobre todo. Crecí con la idea de cambiar al planeta para transformarlo en un lugar bondadoso, lleno de felicidad caritativa; es decir, soñé con un lugar donde el dar venía en dos partes: La primera en la cosa dada; la segunda en obsequiar una sonrisa al mismo tiempo en que se entregaba dicha cosa.

Creía en un extraño ser que vagaba por el mundo obsequiando regalos a todos los niños en épocas decembrinas y el cual volaba silente por los cielos nocturnos en un trineo arrastrado por renos. Realmente era mágico despertar de un salto y correr a la sala para descubrir todo un tesoro de regalos; y poco importaba si fuera mucho o poco, sino el hecho de sentirse vivo, recordado por alguien, sentirse amado y útil… ¡Un perfecto desconocido me obsequiaba un montón de juguetes! Y yo juraba que mi conducta del año corriente no había sido buena y, aún así, amanecía con los presentes en mi sala… ¡Alguien allá arriba se acordaba de mí y me lo hacía saber! ¡Existía un ser mágico que cuidaba de mi alegría!

Cuando era niño, creía en un ser todopoderoso y omnipresente que hacía justicia sobre la humanidad; era un ser que era todo amor y todo caridad; era bondadoso, excelso y cuidaba del hombre…

Cuando era niño, podía estar horas jugando con el pasto, con una caja de cartón o con lo que fuera… Mi mente se iba a otros mundos fantásticos y, lo mejor de todo, es que ante los demás estaba bien… Nadie podía decirme: “¡Ea, qué haces jugando! Ven a trabajar, sé útil a la sociedad.”
Cuando era niño, creía en la paz, en la justicia, en el honor, en el heroísmo…

Cuando era niño mi vida tenía sentido…

Cuando era niño, tú me tomaste entre tus brazos, me cuidaste, me hiciste reír, me hiciste feliz y, lo más importante, me hiciste sentir libre… Cuando era chico, me amabas y yo te amaba de vuelta…


Cuando era niño, repudiaba la idea de que existieran hombres malos…


Pero tú nunca me dijiste que un día te encargarías de destrozar mi inocencia… Jamás me explicó alguien que una mañana sentiría rencor por haberme despojado de esa inocencia y, consecuentemente, por venganza, destruiría las inocencias que viera a mi paso… No fui advertido de que un día sería aventado a un mundo real y me convertiría en lo que de niño repudiaba: Un hombre malo.


Se me hizo entender un día que aquel ser mágico que viajaba por las noches navideñas, no existía; se me obligó a pensar que la gente cercana a uno muere porque así lo quiere ese ser que todo lo podía; se me explicó que debía trabajar para mantenerme y debía dejar de soñar con mis dimensiones fantásticas; entendí que los conceptos de paz, justicia, honor y heroísmo eran inventados por el hombre para un control social; estudié que las leyes se pueden romper, pero sus consecuencias son enormes y nunca gratas; se me hizo ver que tú, ese mundo que me había acogido al nacer, era, en realidad, un lugar cruel, avaricioso, lujurioso, corrupto, individualista, sin metas en común y lleno de un orgullo inquebrantable.

Si volviera a ser niño con todo esto que hoy sé, tendría una infancia infeliz: Viviría con miedo, amaría con la razón en vez de amar con el corazón, buscaría los placeres más recónditos y autodestructivos y dejaría de asombrarme por cosas tan sencillas como el simple caer de una hoja del árbol o el brillo anaranjado de la Luna sobre el atardecer de una noche de Octubre…

Y ahora que soy mayor, mi vida ya no tiene un sentido; no le veo la lógica en luchar por sobrevivir y gastarse la salud haciendo dinero para después gastar ese dinero tratando de recuperar mi salud (como bien decía Buda). Y volteo, y el de abajo me quiere pisotear, y el de a lado me quiere chantajear, y el de arriba me quiere manipular, y el pudiente deshace descaradamente a su antojo… Sí, estoy muy decepcionado de ti, Mundo… ¡Tú me robaste mi inocencia…! ¡Carajo, sí, estoy muy encabronado contigo!


Y lo que más me duele, es que constantemente quieras aplastar mis sueños… Y te haces de súbditos para ello… Envenenas a la gente, pues, una vez asesinadas sus ilusiones, sus sueños, esos humanos, dejan de serlo para convertirse en meras personas… Se vuelven unos más en tu vientre: “Ya madura… Crece… Resígnate a la sociedad, a la vida, al mundo…” Resignarse a una vida rutinaria; resignarme a ti, Mundo… ¡No! ¡Jamás!


Mundo, tú me diste la vida, tu me protegiste cuando pequeño, pero no eres el dueño de mi alma… Esa es mía y sólo mía… Todavía guardo un poco de ese niño que quiere cambiarte; y mátame en el intento, pero no me resignaré a ti… ¡Nunca!


¿Por qué? Porque, aún habiéndome corrompido, aún habiéndome en tu seno para después abandonarme a la realidad y haberme destruido la inocencia, te quiero, y no deseo verte en ruinas… Tú me acogiste de niño, ahora me toca a mí salvarte de ti mismo… Tal como la mujer ve en un hombre al príncipe de sus sueños, su amor, su todo y, después de empezar a conocerle, comienza a descubrir la malicia y las perversiones en la mente masculina, tal como comienza a decepcionarse la mujer de su amado, todavía guarda esa esperanza de recuperar a ese ser lindo, protector, cariñoso; tal así, yo te guardo esa esperanza…

Mundo mío, estoy encarecidamente enojado y plenamente decepcionado de ti, pero te amo… Te amo tanto que nunca dejaré de intentar que vuelvas a ser mi todo… mi Mundo.

Te extraña,
Pablo Letras

El Silencio de la Noche


(foto tomada de http://ulysshes.wordpress.com )


Estoy cansado… es de noche… muy noche… Mi cuerpo pide dormir, pero mi alma me insta a escribir… Mas, ¿qué escribo? ¿Sobre el velo nocturno o sus rutilantes taciturnas? ¿Sobre el silencio que se afina bajo la dicotómica Luna…? Sí, hoy tengo ánimos de poeta, esa sensación medio extraída de este mundo que me llega en ocasiones como ésta… en el silencio de la noche… Pero, para ello, necesito despertar… Un cigarrillo… Sí, eso es, un poco de tabaco para encender el alma…

Vuelvo, han pasado pocos minutos, tengo la mente colmada de reflexiones filosóficas, existencialistas, teorías sociales, caminos hacia un estilo de vida de paz… Pero no, hoy no quiero ser aquel que divaga sobre espacios utópicos del ser humano… Hoy me siento poeta; quiero imprimir palabras elegantes, fastuosas, extrañas, románticas, sin un sentido cuerdo, surrealistas…

¿Un poema? ¡Bah! No quiero pensar en métricas ni rimas siquiera, estoy muy desgastado para ello… Prosa, prosa libre, pluma volátil que viene y váse y vuélvese aquí y acullá…

Y no necesito de una idea para hacerlo: Sólo debo sentarme y dejar que mi núcleo me harte de ósculos para reflejar aquello en albas páginas… Quiero hincar la cabeza del bolígrafo hasta que la sangre de éste me muestre letras palpitantes, multisonantes pero silentes a su vez; quiero que el negro de la tinta se llene de colores fulgentes…

Y bajo la sombra del Carro Mayor me implotan infinidad de letras… Y digo implotan por que no se dicen, sino se escriben, se sienten; son saetazos al centro de mi soma, me circundan como auroras sin destino… Y me llenan, me satisfacen el deseo de un provecho que no es provechoso a nadie, mas a mí me incinera el ego con una flama somnífera que arquea las comisuras de mis labios hasta el lóbulo de este par de ladeados oyentes…

No hay dolor, ni angustia, ni injurias, ni vilipendio alguno que me arrebate este sentimiento; pero tampoco hay paz, ni libertad, ni mucho menos verdades ocultas… Sólo yo, este ente que con reminiscencias de algún pasado olvidado muestra cierta melancolía venida de algo vacuo…

Y hablo sin decir, pero lo digo para mí. Soy una estrofa sin verso, una redondilla sin métrica, un soneto callado, murmurado talvez…

Hoy soy todo yo, pero ese yo es un nadie; hoy soy el silencio… el silencio de la noche…

La Carrera de la Humanidad


Todos los hombres somos humanos, pero no todo hombre es Humano; una cosa es el ser-humano, y otra, muy distinta, es Ser humano…
Hay mentes que evolucionan a un paso veloz, y hay otras que evolucionan a la misma velocidad que la mente social.
Desafortunadamente (así lo veo yo), y por definición, las segundas son mayoría… una mayoría asombrosamente desproporcional.

Supongamos una carrera de resistencia, donde cada quien comienza a su paso; después de un tiempo, la mayoría toma una velocidad y pasos constantes. Desde luego, hay unos que se quedan atrás y otros que sacan ventaja, aunque son pocos.

No obstante, hay algunos curiosos que, aún teniendo (y sabiendo) el talento de rebasar a los que llevan la delantera, se detienen por momentos: Ora para admirar un árbol, ora para tomar el sol…

Y mientras los demás continúan sobre la pista, aquel raro va descubriendo otros caminos. Al principio ve aquellos senderos como atajos para llegar a un punto más avanzado de la carrera; pero, una vez que se ve delante de ellos, ve que no vale la pena correr solo a la cabeza de la pista.

Y entonces vuelve por un camino que le posiciona nuevamente junto con la mayoría; y luego se une, y comienza a platicar con los demás sobre cómo es el camino más allá de donde están.
Mas, pronto se da cuenta de que no puede hacerles ver lo que no han visto, aunque probablemente logre persuadir a unos cuantos para que le sigan por aquel atajo que les llevará a la delantera.
Una vez que éstos se han dado cuenta de lo que está por delante, logran entender a aquel que los llevó hasta ahí. Y ahora ellos deben volver por otros tantos corredores y convencerlos de adelantar su carrera.

Ahora bien, habrá algunos que, una vez adelantados, no vuelvan jamás y se desentenderán de todos: correrán velozmente sin mirar atrás; pero los demás se darán cuenta, en algún momento, que aquellos que continúan en la pista están, en realidad, corriendo en un eterno círculo; y éstos últimos ya no corremos, sino caminamos por donde no hay pista, mas nunca perdemos de vista a la humanidad.



Sí, querido lector, ésta es la carrera de la humanidad, la pista son la moral y las reglas sociales, y yo soy alguno de esos corredores curiosos… Y mientras los que siguen dentro del juego nos hacen muecas al pasar, nosotros sólo les devolvemos una sonrisa sincera. La mayoría nos desprecia por no seguir las reglas, pero en realidad envidian esa libertad que tenemos… Y nosotros sólo estamos ahí, observando y cuidando a la humanidad, pues todos y cada uno de ustedes son candidatos a ser lo suficientemente curiosos para ver nuestro mundo.

Mmm… hablando de curiosidades, es bastante curioso cómo la mayoría impone/obliga nuestro regreso a la pista, y nosotros, los curiosos-libres, solamente los invitamos a salir de su carril unos momentos…

Querido lector, si ya has aprendido a correr entre carriles marcados por el hombre, te invito a caminar por la Naturaleza de nuestro mundo… Sí, en la pista obtendrás medallas, pero yo te apuesto a que, una vez que tengas dichas preseas, no sabrás qué hacer con ellas…

Muy estimado repasador de mis letras, cuando estés listo, seas tú bienvenido a nuestro mundo libre…


Dedicado a Ricardo J. Arnaud, un gran corredor y sabio caminante.

Ícaro: Buscando El Sentimiento de Libertad



Hay veces en que me siento volando demasiado alto… Como Ícaro tratando de volar hacia el sol…

(Imagen obtenida de http://www.elgalgolucas.com/icaro)


¿Qué fue aquello que le llevó a Ícaro a volar hacia el sol? ¿Qué estaba pensando o qué pasaba por su cabeza en ese momento? ¿Qué circunstancias le llevaron a desear tanto aquello que le llegó a importar nada el que sus alas fueran hechas de cera? ¿Por qué aún sabiendo que moriría si se acercaba al calor y se derretirían sus alas…?

Creo que la respuesta sería: El sentimiento de libertad… Esa situación en la que por unos momentos nos sentimos despojados de todo y podemos ver esa paz tan profunda en nuestra alma… Ese sentimiento tan grato, tan placentero, tan único y tan difícil de alcanzar que algunos lo perseguimos como meta de vida… La libertad… El desnudarnos de todas esas reglas sociales y de esa moral inculcada para convertirnos en nosotros mismos…

El sentimiento de libertad es cuando estamos enamorados de nosotros mismos… Orgullosos de nuestros actos, el saber que en nuestra conciencia somos verdaderos y correctos… Sentirnos naturalmente humanos, útiles y benignos… El sentir cómo nuestra más escondida esencia sale de nuestra alma para verse reflejada en una sonrisa… Una sonrisa sincera, atractiva, envidiable… Y con eso perdemos toda importancia, pues no hay nada superior a ese estado de paz y felicidad… Con la libertad nos volvemos indiferentes al mundo, a la gente, a las cosas, a la vida y a la muerte misma… La libertad es esa emoción que nos lleva a conquistar la muerte… Cuando somos libres, somos dioses de nuestros propios mundos… La libertad es volverse sabio…

Y entre más buscamos esa emoción des-esclavizadora, más nos despojamos de todo lo que hemos aprendido, todo lo que hemos sido, todo lo que seremos; nos desentendemos de las reglas sociales y de las leyes absurdas… Y entre más nos desbaratamos de todas esas cadenas que nos ciñen hacia una vida de rutina, más entendemos nuestra esencia… Comienzas a verte desde dentro, a platicar contigo mismo, a cuestionar lo que te rodea y… caes en una filosofía de vida sencilla, completa, hermosa, divina: Nada importa más que el sentimiento de libertad…

Y mientras uno se hace libre, y mientras los demás se van quedando en un mundo de resignación hacia un mundo de represión, crueldad y de orgullo sin dignidad, la mente propia se va alejando de los parámetros sociales, y comienza a volar… y a volar… y a ascender… y a subir hasta un punto en el que te deshaces de todo el mundo que está allá abajo y te decides irte… Conducirte felizmente a lo que sabes que probablemente será tu tumba pero que sabes, también, que es un viaje que debes hacer y para el cual estás preparado… Un viaje que sabes que sólo unos cuantos escogidos pueden realizar… Irte… Irte hacia un lado que sabes que existe pero que nadie ha llegado… Estás listo para enfrentar a la muerte y escupirle en la cara diciendo: “Tú no me tocas; yo soy un hombre libre… Apártate, pues voy en mi camino hacia el sol…

Sí, querido lector, hay veces en que siento que vuelo demasiado alto… Y me da miedo… Me da consternación, me espanta ese viaje… Todavía le temo a olvidarme del mundo y encarrilarme hacia el sol… Pero talvez un día tendré la sabiduría suficiente para tomar mis alas de cera y llevarme a un cielo lejano…

La Muerte: Sabiduría del Hombre




La muerte… Un concepto que ineludiblemente intriga a cualquiera… ¿Cómo es la muerte…? No, la pregunta que realmente me interesa es, ¿cómo son los últimos segundos de vida? ¿Qué se siente estar en esa transición entre estar dentro de un mundo, el cual es lo único y todo lo que conoces, y pisar otra dimensión donde te espera… nada? ¿Qué es ese último aliento antes de ser olvidado por el tiempo presente?

Quiero creer que es algo parecido a la primera vez que te emborrachas, el primer cigarrillo de tu vida, el primer momento en que manejas en una avenida de alta velocidad, el subir solo a un escenario donde te miran unos ojos que esperan algo grandioso de ti, o aquella vez donde te decidiste a probar marihuana… Es ese algo que tememos por que no le conocemos; ese instante donde te sudan las manos de nervios; ese sentimiento que es inexplicable y que, aunque alguien regresara del mundo de los no-vivos, no podría detallarlo de tal modo en que pudieras conocer la muerte…

Ese último respiro, esos finales instantes en el que te conviertes en otra persona, alguien que no eres tú, un individuo que le suplica al tiempo que se detenga, un hombre que le ruega piedad a todo, pues crees que si alguien con poder pudiera ver en ti esas ganas sinceras de vivir, te perdonaría diciendo: “Te devuelvo la vida, pues ahora sabes la importancia de vivir…”

Ese momento antes del ocaso de nuestra existencia, esos segundos que marcan el inicio del inevitable final, donde sabemos que no hay a quién acudir: ni doctores, ni sacerdotes, ni dioses… nada… nada… nada… Es un viaje al que sabemos que vamos solos a lo desconocido y que nunca pensamos que llegaría… Pero llega… siempre llega…

¿Quiénes somos en ese preciso tiempo donde ya no hay marcha atrás?

La muerte, o el último paso a ella, nos hace despojarnos de todo… todo… todo… Nos desnudamos de la codicia, del poder, del dinero, de la justicia, del amor, de nuestra propia humanidad… Es en esos segundos donde finalmente comprendemos que no hay nada suficientemente importante por lo cual debamos vivir nuestras vidas… El trabajo, el dinero, nuestra pareja, nuestras propiedades, nuestra familia…. Todo se esfuma para dejarnos con nosotros mismos…
“Si hubiera…” Palabras que seguramente pasarán por nuestra mente en esas circunstancias… Pero nada, nadie puede vivir tan plenamente su vida para no añorar otra… Ojalá pudiéramos estar completamente satisfechos con nuestra existencia, ojalá pudiéramos decir que nunca dejamos que el mundo nos robara nuestro preciado tiempo y que siempre supimos y conocimos el secreto íntimo de nuestra alma, ojalá pudiéramos morir con una sonrisa…

Y entonces, en esa situación, en esas circunstancias, nos volvemos finalmente sabios: Podríamos vivir en una cabaña lejana como misántropos si pudiésemos volver de la tumba; estaríamos definitivamente en paz con nosotros mismos y necesitaríamos poco para sentirnos libres y felices…

Pero el hombre olvida, tal como cuando ruegas por algo que necesitas y, una vez concedido ello, te olvidas de la promesa de pago, pues ya satisficiste ese deseo que tanto te carcomía el ansia… Y talvez por ello el tiempo es tan cruel; talvez el tiempo es lo suficientemente sabedor de la esencia humana para no perdonar a siquiera uno de nosotros…

Talvez, en ese período último de nuestra existencia, nos volvemos tan sabios que entendemos al tiempo y, finalmente, nos resignamos… “Bienvenida la muerte… Talvez descansar de los conceptos de “ser” y de “estar”, no sea algo tan malo…”

Si pensamos en que con la muerte nos deshacemos de nuestra esencia humana, de ese pensamiento en el que todo eso que forma a la naturaleza del hombre se esfuma, tal como el deseo, la avaricia, el rencor e incluso el amor, si pensamos en que en ese último soplo de vida dejamos de ser humanos, entonces no debemos temer a la muerte, pues la razón primordial por la cual le tenemos tanto miedo a la muerte, es porque somos humanos, racionales, emocionales y sentimentales…


Querido lector, cuando venga la muerte, piensa que finalmente te has despojado de todo; haz vencido al mundo, al hombre, al sentimiento, a la razón, a tu naturaleza humana y al mismísimo Tiempo… La muerte te ha convertido en el ser más sabio… Sólo quedará esa paz interior en ti que tanto has buscado en la vida y que, finalmente, ha llegado con la muerte… Descansa en paz… en paz… en paz…

Las Letras: Transportación e Intercambio de Mundos




Cada letra que imprimo es más que un símbolo… Cada grafía es más que un signo perdido entre sus hermanas… Más que tinta sobre un lienzo blanco, cada letra debe llevar una conjunción casi perfecta con la otra que le acompaña… Y aunque se nos antoje más importante aquella que se peina con un acento para descollar sobre su grupo, sin las demás, aquella sería un punto en la nada, una insignia sin sentido…
Luego, las letras a las palabras y éstas a las oraciones… siguen los párrafos, páginas, libros… en fin…

Es increíble la capacidad del hombre para inventar jeroglíficos que puedan transportar los pensamientos de las personas hacia otras, así hayan pasado mil años, así estén a miles de millas de distancia… siempre estarán ahí esos escritos para platicar con nosotros… Y más que platicar, hablar… hablar sin escuchar; pues con las hojas no se discute, no hay un duelo de pensamientos; los libros no escuchan, sólo dicen… Y así nos detenemos entre líneas y reflexionamos sobre lo repasado…
Y a este punto es al que quería llegar: La transportación de las letras, de las ideas, de los sentimientos…

Cuando escribo, me voy… ¿a dónde? No lo sé; a otra dimensión, supongo… Me encierro en una nada, donde todo lo que hay es mi intelecto y la emoción que le acompaña; me voy a un lugar donde puedo parir mis ideas; me voy, me vuelvo loco, me antojo inhumano (o extra-humano), me siento único y, luego, regreso, imprimo lo que vivo en albas páginas y las envío… Las envío a un lector que no conozco, que no sé nada de su vida ni nada sobre sus circunstancias… No sé siquiera su nombre y, no obstante, me lee, me entiende, se esfuerza por meterse en mis pensamientos y lo que me llevó a escoger una palabra antes que otra. Por alguna bizarra razón, ese lugar donde convivo con la nada, se conecta con el mundo de otro y otro y otro y otro… y, más fantástico aún, cada quien en su modo siente que el autor (yo, en este caso), le hablo al oído sobre cosas distintas.

Y así un Platón de miles de años atrás, y así un Sun Tzu de miles de kilómetros a la lejanía, me hablan personalmente cuando les leo… Hay cierta esencia en los escritos de cada autor que nos hacen imaginar sobre cierta psicología que nos comparten a nosotros de un modo personalísimo.

Y cada uno cree entender al que escribe estas palabras, cada quien ve desde un ángulo distinto y, de cierto modo, todos tienen razón, mas, por otra parte, nadie me conoce cual soy.

Y heme aquí, sentado, regresando de ese viaje hacia la nada, donde mi razón y mi alma querellan para ver nacer estas palabras, hablándote a ti, querido lector sin nombre. Y, casi a la velocidad de la luz, rompiéndole el vientre al tiempo (pues cada quien leerá esto en su momento), me transporto hacia ti, a tu mundo, a tu mente, a tu alma, a tu corazón… a tu esencia… Y no, no tengo modo de entenderte, pero algunas palabras que leas puedes tomarlas como tuyas si es que te llegan como saetazo al centro de tu corazón o como un aguijoneo a tu razón. No te entiendo, no te conozco, pero, aún así, hay algo que nos conecta a un nivel personal y único… Y es que el entenderse a sí mismo, de algún modo, es entender a los demás…

Las letras… Mis letras… Mis letras para ti… Tus letras… Nuestras letras son el camino por el cual el autor transporta libremente su mundo a la mente del lector…

Una pequeña insignia, un símbolo, una grafía, un jeroglífico…

¿Todavía crees, estimadísimo lector, que una letra es un simple signo sin sentido?

Piérdete En Mis Besos

Y para seguir descansando un poco de tantas reflexiones, les regalo un pequeño poema que escribí en uno de esos momentos de ocio (de esos que casi nunca hay [sarcasmo])...

Sin más...


"Piérdete En Mis Besos"

Bésame,
como lo hace la brisa
sobre la arena del mar;
como la niebla acaricia
a la gélida mañana.
Como en el bosque
las ramas entre sí;
como el poeta
a sus escogidos versos .

Bésame,
sin una sola explicación,
sin limitantes,
sin siquiera una razón
que te haga dudarlo.
Bésame hasta el alma,
hasta el rincón solitario
de mi oscuro corazón.

Bésame,
hazme sentir inhumano,
fuera de este mundo,
sin espacio, sin tiempo…
Juntemos nuestros núcleos,
nuestros deseos;
hagámonos uno.

Bésame,
sin razones sociales,
sin pensamientos;
sólo con la boca de tu alma.
Hazme pensar que no fuimos
solamente unos más;
el Universo es nuestro.

Bésame,
Bésame con las manos,
con los ojos y la boca,
con amor… tu amor.
Piérdete en mis besos,
olvídate de todo;
tú y yo… Lo demás, ¡al carajo!

Un Presente Dominical

Después de tantas reflexiones, y luego de tanto tiempo sin regalarles un poco de música, creí justo para nuestras mentes disparatosas obsequiarles un presente dominical...

Los dejo con un pequeño video casero de una canción mía; en esta ocasión interpretada en piano...


Tres maneras de ver el video:

Youtube:

http://www.youtube.com/watch?v=hBI4EcSGSV4



Blog de Pablo Letras:

http://pabloletras-videos.blogspot.com


Sección de videos del grupo de Pablo Letras en Facebook:

http://www.facebook.com/v/450470483796

Canción: My Trip To Mars








Recuerden que en estas dos últimas opciones pueden ver todos los videos anteriores.


Esperando obetener de ustedes una sonrisa disparatos, les deseo un excelente domingo de descanso...

Panem et Circum (o “El ascenso más rápido… más alto…”)

Vive… vive para estar en la cima; vive para pisotear los rostros de aquellos en quienes te apoyas para escalar hacia el tope de una montaña que te han dicho que existe y que, una vez estando ahí, podrás hacer lo que te venga en gana. Esfuérzate por subir y, en el camino, ve maquinando las maneras en las que puedes trepar más alto… más rápido…

Fíjate en las tácticas de los demás, pues te pueden servir a ti. Más alto… más rápido…

Domínalos a todos, domina ese Everest de la humanidad. Hazte de armas y herramientas para tirar a otros, sobre todo a los que te hagan mayor competencia… Pero, eso sí, habla y promulga la justicia: Di que existe, pregona que hay un karma universal en donde el bueno, aquél lleno de moral, aquél en el cual se inculcaron todos los valores humanísticos, es quien alcanza la cima del poder y, desde ahí, ve por el bien de todos los que se encuentran sobre la montaña; grita… sí, grita que existe este tipo de honestidad, de verdad, de justicia, de heroísmo, aunque sepas que no es cierto; pues así podrás mezclarte entre los demás; así podrás ganarte su confianza para después aventarlos hasta las faldas del monte que escalas… Más alto… más rápido…

Cuida tu labia, tu afabilidad… Convéncelos de que tú eres aquel magnánimo y digno del trono que reposa en la cima; trátalos bien, codéate entre los que tienen lo necesario para ayudarte a subir… más alto… más rápido…

Trata al hombre como hermano para, después, tratarlo como esclavo. Mira hacia arriba, pues el único sentido que tiene mirar hacia abajo es para escupir en el ojo de quien viene tras de ti.

Alienta a los de abajo a subir despacio, mientras persuades a los de arriba que, si te esperan, entre ambos podrán ascender más alto… más rápido…

Ten en cuenta lo más importante; antes que nada, después que todo, aprende lo que realmente te interesa: Crear distracciones. Cuando llegues a la cima, hazles creer que la felicidad está a la mitad del camino; dale al pueblo “panem et circum” (pan y circo); pues así asegurarás tu poder sobre la humanidad. No es tan difícil subir la empinada carrera por el poder, sino mantenerte ahí. Conserva tu poder a toda costa; vuélvete tirano si es necesario.

Pero, eso sí, ten también en cuenta que puede haber alguien más alto, en alguna otra montaña o en las nubes; alguien que haya escalado tan alto que sea aquél quien comenzó a pregonar que la cima de esa montaña era algo excelso; ese alguien quien comenzó el rumor de que se debía subir por aquel cerro y no por otro; ese quien esté animándote y convenciéndote con palabras como: “En la cima de esa montaña serás feliz; no avances más… Mantente alejado de mi trono en la nubes…”

Escala, sube, asciende, esfuérzate por ir a la cima más rápido… más alto…



Cuando seas viejo y te des cuenta que el poder te ha consumido y que tus sueños se vieron destrozados por el paso del tiempo, no mires hacia abajo, pues querrás volver a las faldas de esa montaña del ego humano para volver a ser feliz, libre… humano…

Más alto… más rápido… Pero una vez en la cima, no habrá tiempo para volver atrás…


Querido lector, no busques lo que los demás encuentran. Busca lo que nunca buscas y encontrarás lo que nunca encuentras. No escales por lo que quieres, sino por lo que necesitas; pues el sentimiento de libertad aparece cuando tenemos lo necesario… jamás con la ambición.
Soñar con dinero y poder, es lo mismo que querer comerte un pastel de dos pisos en una hora: Es posible, pero también ridículo, estúpido… Todos te aplaudirán por haberlo logrado, pero siempre te guardarán rencor por no haberlo compartido.

Tómate tu tiempo… menos rápido… menos alto…

El Beneficio de La Duda Humana


Venía por la mañana en el auto, camino al trabajo, escuchando una estación de radio donde hablaban de zombis… Decidí cambiar la voz de la locutora por algo que me antojara un gran día… algo así como “Dancing With Myself” de Billy Idol…

Y entonces, ese preciso momento en el que con un simple dedo pude hacer que sucediera lo que deseaba, me llevó a escribir lo que a continuación redacto…


El Beneficio de La Duda Humana

Vivimos en una era tan científica (desde Copérnico hemos ininterrumpido la revolución científica… La ciencia es algo que, simplemente, fascinó al hombre, justo después del Renacimiento la humanidad se ha dedicado a crecer desmesuradamente en su ámbito tecnológico), una época tan perfectible, tan llena de sistemas adecuados a la comodidad; una época donde queremos tenerlo todo al alcance de un dedo… Tanto esto, que confiamos en ello… Confiamos tan ciegamente en nuestra propia evolución tecnológica, que dejamos de confiar en la humanidad de los demás. Si una computadora calculase que es perfectamente seguro entrar a una jaula repleta de tigres, abandonaríamos la idea de nuestra razón, o la contrariedad que nos insta nuestro instinto, y estaríamos sonriendo de nervios, muertos de miedo, entre los felinos depredadores.

Confiamos más en una calculadora que en nuestro propio cálculo mental. Aceptamos un hecho “comprobado científicamente” sin haberlo experimentado nosotros mismos. Abrazamos la idea de comandar todo electrónicamente y aseguramos que todo funcionará correctamente…
Pero todo puede fallar: Los sistemas son víctimas de corrupción (ejemplo, los comicios), y lo perfectamente calculado puede desmoronarse (verbigracia, la Central Nuclear de Chernóbil)… Nada es exento de fallas…

Confiamos en la perfección de las matemáticas cuando no entendemos el infinito. ¿Acaso crees que si caminas mil kilómetros al norte, otros mil al oeste, y repites el mismo largo al sur y al este, llegarás al mismo punto? ¿Confías en que trazando un triángulo de aquí a Plutón, y luego a Próxima Centauri, y después de vuelta a la Tierra, la suma de sus ángulos te darán ciento ochenta grados? Estás equivocado… Hay ciertas áreas, ciertas dimensiones, donde las matemáticas euclidianas se vuelven no-euclidianas…

Tendemos a pensar que la explicación más sencilla, el razonamiento más lógico, es lo correcto. Sería fácil pensar que un astro pequeño, atraído por la gravedad de uno más grande, se impactaría directamente contra este último; sería lógico pensar que la Luna debiera estrellarse contra la Tierra por la atracción que ejerce la segunda sobre la primera. Mas ahora entendemos que la Naturaleza nos ha obsequiado con algo que hemos llamado la Ley de la Pereza Cósmica. Sería evidente que entre electrones y positrones y tantas partículas de materia y antimateria, debería existir nada… Nada más que energía: Rayos gamma, etcétera… Mas no es así… Por alguna razón todavía inexplicable, existe la bariogénesis (proceso en el que, después del Big Bang [también una suposición del hombre], donde había, en teoría, igual número de materia que antimateria, por alguna extraña razón, la materia superó a la antimateria).

Bien decía Hume que damos por hecho lo que se repite en la Naturaleza. Afirmamos que una piedra caerá al suelo al momento de soltarla; basamos nuestras leyes físicas en ello. Elogiamos las probabilidades de la mecánica cuántica y nos asombramos con la teoría especial de la relatividad, sabiendo que son incompatibles. Y entonces inventamos la teoría de súper-cuerdas para tratar de explicarlo. Y aún sabiendo que la teoría gravitatoria de Einstein es más exacta que la de Newton, seguimos utilizando las fórmulas newtonianas por ser más prácticas y menos complicadas; dejamos lo complejo para quienes estudian las exactitudes de la astrofísica. Y si al soltar la piedra, ésta no cayera, sino que flotara, le llamaríamos a aquello (según Hume): Un milagro, siendo que no tenemos el derecho a reclamar el porqué no cayó dicha piedra, pues sólo hemos dado por sentado lo que se repite constantemente en el Universo.

¿Dónde queda ese beneficio de la duda que nos vuelve humanos? ¿Por qué afirmamos algo basándonos en conjeturas o incluso con evidencia (que desde luego proviene de algo “evidente”, mas no por ello es algo cierto, como ya explicamos)? ¿Será por pereza de pensar que escogemos la explicación sencilla, aunque sea la más terrible? ¿Por qué escogemos el camino que nos llevará al peor de los resultados? ¿Por qué optamos por la peor de las deducciones para juzgar a los demás? Aunque haya montañas de evidencia, ¿es acaso nuestra conjetura la única posibilidad existente? ¿Por qué afirmamos que alguien tiene la culpa de algo cuando no estuvimos presentes para darlo por hecho?

Bien decía Einstein que Dios no juega a los dados; bien afirmaba Descartes que hay que dudar de todo…


Querido lector, aprenderlo todo es afirmar; aprender a olvidarlo todo es dudar; y dudar conduce, ineludiblemente, a pensar y razonar por ti mismo. Quien afirma, ha subido la colina del saber; quien duda, ya ha descendido dicha colina.

Aprende a dudar, y la duda te hará ver más claramente. Ofrece a lo creíble el beneficio de la duda, y ello te volverá increíblemente humano…

De La Teoría de La Curiosidad (tercera parte)

Finalmente, la última entrega de este disparate…


ESPECIFICAR DEMASIADO NOS IMPIDE PROBAR COSAS NUEVAS

El probar nos hace conocer, conociendo entendemos, y entendiendo aprendemos. En pocas palabras, probar nos vuelve sabios. Y más sabio aún, es comprender que cada momento es la conjunción de circunstancias únicas que nos hacen probar algo nuevo en cada instante.

No obstante, querer especificar demasiado sobre algo, corrompe la mismísima capacidad nuestra de probar cosas nuevas.
Es decir, probando nos damos cuenta de qué es lo que nos gusta; mas no debemos ahondar tanto en el tema que nos agrada, pues nos impide intentar conocer otras cosas. Por ejemplo, es bueno probar las drogas para entender qué tanto bien o qué tanto daño pueden causar y cuáles son sus efectos, mas drogarse en cada momento, querer conocer cada cosa en estado estupefacto, nos impediría probar experiencias en sobriedad.


El mismo ejemplo podríamos considerarlo para el trabajo y hasta en el amor de nuestra pareja, hijos, madre, etcétera… Si perseguimos demasiado algo que nos agrada, corremos el riesgo de estancarnos en un estado monótono.


RESUMEN

Prueba todo lo que esté a tu alcance, pues nunca sabes qué ofrece el mundo que te pueda gustar. Piensa en cómo tus circunstancias se vuelven un momento único, y sonríe por ello, pues estás probando algo nuevo, y esto te hace sabio.
Ten cuidado de que te guste tanto algo que te impida probar cosas nuevas.
Prueba: Sé curioso, y recuerda los instantes más originales, pues ellos se volverán la suma de tus propios recuerdos; y éstos, finalmente, contarán qué tanto viviste en esta vida.
Probar es, sin más, conocer el mundo y a las personas.



Esperando que algo de estas dementes letras te hayan hecho probar un momento de reflexión, me despido de ti, ávido lector de disparates…

De La Teoría de La Curiosidad (segunda parte)


Y continuando un poco con nuestros disparates, aquí les obsequio la segunda parte (de tres) sobre la Teoría de la Curiosidad.

Para todo ustedes que se acaban de integrar a este grupo (divinamente loco), recuerden que pueden ver los blogs anteriores en http://pabloletras-letras.blogspot.com ...

Sin más...


LA ESPECIFICIDAD DE PROBAR

Hablando, dicen, se entiende la gente… Probando, yo digo, se entiende a la gente. Cuando alguien te habla sobre algo, si tú lo has experimentado, puedes entender lo que dice y comprender cómo se siente; es decir, conociendo podemos entender el porqué de las cosas. No podemos entender por qué a la gente le gusta combinar lo picante con lo dulce hasta probar un chile en nogada.

Lo más divino de probar las cosas, es que nunca terminaremos por probarlo todo, pues, una vez que creemos conocer algo vastamente, resulta que podemos ahondar en la especificidad de los objetos. Es decir, en un ejemplo, puedo conocer el fumar un tabaco, pero puedo probar fumar un habano Cohíba Espléndido acompañado de una copa de Absinth (checo) mientras me paseo en una bata de franela a cuadros al mismo tiempo en que escucho los violines de Vivaldi.












Mientras más especificamos lo que probamos, nos damos cuenta de que cada momento se convierte en un conjunto de detalles único. Y cuando algo es único, se queda grabado en la memoria, que con el tiempo se transforma en recuerdo; y, quiero pensar, que al final de nuestras vidas podemos medir la intensidad de nuestra existencia en la suma de recuerdos que poseemos. ¿Por qué crees que los abuelos hablan tanto de sus anécdotas?

Hoy probaré ir a la cama a las 00:24 hrs., después de cenar un exquisito tamal de mole poblano bañado en salsa de frijol con queso-crema, acompañado de un café latte de maple descafeinado y, desde luego, justo después de divagar sobre la Teoría de la Curiosidad… No cabe duda que esto es un momento único e irrepetible en mi vida…


Buenas noches, querido lector, te deseo una semana llena de momentos específicos… únicos...