Filosofía de un Caviloso (entrega 3 de 4)


LA BURLA DE LA NATURALEZA

“Ja, ja, ja –ha de burlarse la conocedora, eterna y bien temible Naturaleza–… Tú, pequeño y diminuto hombre, sigues pensando que el Universo tiene que tener una forma, una geometría y unas leyes perfectamente simétricas, lógicas y ordenadas… ¿Qué no podría ser el Universo desigual, sin proporción, asimétrico, deforme, desordenado, indiferente, injusto, antiético, vacía su moral y carentes sus virtudes…? ¿No te alcanza la razón para imaginar que donde habitas es una parte infinitamente pequeña y sin importancia del Todo, donde, tal como los adultos a los bebés, nos regalaron ciertas leyes a modo de ‘juguetes’ para que nos entretuviéramos? Hombre, ¿no crees, sinceramente, que creyéndote adulto, sabio y pudiente, eres realmente un simple niño? Eres tan ingenuamente infantil que crees que las guerras y la individualidad del hombre son la solución a tus preocupaciones, a tus deseos y a tus necesidades…

¡Tú, ser humano, eres tan insignificante que tus más altos objetivos, en este tiempo infinito y en este espacio eterno (llamado Universo) se reducen, primeramente, a lo que tú creaste y llamaste “dinero” y, seguidamente, a lo que tú apodaste como “deseo”, el cual no es más que tu necesidad de poder sobre los tuyos! ¡Tus metas, tus máximas fronteras, tu mayor esfuerzo como ser inteligente, durante tus cortos años de existencia, se limitan a ser alguien importante dentro de un mundo insignificante! ¡Te acomodas bajo el pensamiento fútil que escoge solamente ‘ser’ y ‘estar’ en… algo... una pequeña cosa… un insignificante lugar al cual llamaste “Tierra”… Y a veces (de hecho, en la mayoría de las ocasiones), ni siquiera intentas conquistar tu diminuto mundo, sino simplemente buscas ser una huella en un pequeñísimo lugar: un continente, un país, un estado, una región, una localidad, una familia… ¡y, los que se creen más sabios, creen que la importancia está solamente en sí mismos; es decir, los que creen poseer un vasto conocimiento de las cosas creen que la solución es volverse huraño y misántropo…!

Bueno, pues, querido sabio, te tengo noticias: ¡La verdad no está en los libros, ni en los viajes, ni en la gente, ni en el mundo, sino en el pensamiento mismo; es decir, en aquello que rechazas tanto por creerlo inútil y poco práctico y que llamas “imaginación”! Y es por eso que la filosofía (no como materia de historia del pensamiento humano, sino en el mismo “saber filosofar”), aquel pensamiento realmente puro, no busca la partícula mínima última de la materia, ni la galaxia más lejana a nosotros, ni la verdad absoluta de las cosas, sino la pura libertad: el verdadero pensamiento humano no debe encaminarse al saber, sino al conocer, pues sólo conociendo hallamos una esperanza que nos liberta de este mundo, de los demás hombres, del Universo mismo y de todo… Si bien la cultura nos revela el saber humano, la experiencia nos dota del conocer universal… Tratar de aprenderlo todo en páginas sólo te vuelve esclavo de la sabiduría humana, mientras que experimentando sobre todo lo que te rodea te convierte en amo y señor de tu propio universo…

¿Te lo repito…? Ahí te va: Es bueno, real y correcto saber, pero conocer es sencillamente verdadero.
¿Un poco más específico…? Vale, va de nuevo: El saber está en los libros, el conocer está allá afuera en el mundo y adentro en ti mismo…

Estás tan ocupado renovando leyes, reglas y normas de toda índole, hombre, que no alcanzas a razonar que el Universo no es algo que deba entenderse, sino algo que tiene que aceptarse…

¡Querido Ser Humano, ¿cuál es esa razón tuya que muestras en el más alto pedestal y que no puede ser ni debatida ni cuestionada y que te obliga a empeñarte a buscar un Universo ordenado y perfecto?! ¡¿Quién te dijo que el Todo debe ser a tu modo?!

¿Hasta cuándo, estimado humano, vas a continuar inventándote seres utópicos, délficos y perfectos para resanar las lagunas de tus pensamientos?

No, no, no y no, hombre; por más que así lo quieras creer, ¡no te conoces a ti mismo! Y sí, tal vez ya lo sabías, pero si lo sabes, entonces, ¿por qué no lo aceptas? ¿Por qué continúas expandiendo tus límites sabiendo que, por más que lo hagas, siempre estarás cirun-limitado?

Deja de justificar tus errores, pues esas imperfecciones que intentas perfeccionar no son fallas tuyas, sino desperfectos del Universo mismo… ¡Te repito, estimadísimo humano, que la imperfección es la perfección misma!

Créeme, si todo fuera perfecto, ya lo hubieras comprendido todo… Es más, si la perfección existiera, tú no existirías… En otras palabras, el Universo es perfecto por la única razón de que es imperfecto, y tú eres parte de Él, ¿o no?…

Querida especie humanoide, deja de pretender que eres un ente enteramente y ávidamente sociable… ¡Acepta que eres un individualista con necesidades sociales! ¡Estás eternamente condenado a buscar mejores formas y maneras de comunicación! ¡Sábete a ti como una inteligencia que encarna en el cuerpo de una bestia! ¡Sí, eres un dios, pero una deidad atrapada en un mundo material, entre millones de otros mundos (mentes) similares (aunque bien diferentes) y que, entonces, evidentemente, eres un ser délfico que se pone como meta llegar a un cielo ya inalcanzable!

¡Eximio, fausto y perínclito hombre, aprende que fuiste desterrado del mundo de la perfección: eres hoy (y siempre) anómalo, erróneo… un ‘algo’ vivo e imperfecto digno de vicios y tentaciones para intentar acomodarse y ser aceptado por otros mundos igualmente desproporcionados y desequilibrados!
¿Puedes con todo esto…? ¿Puedes dejar de negarlo y, entonces, razonarlo, comprenderlo y, finalmente, aceptarlo con una sonrisa?

Conócete y acéptate a ti mismo como lo que eres: una especie vulnerable, mortal, temporal y, consecuentemente, finita…

Te vuelvo a preguntar: ¿Qué no es posible que la imperfección sea la perfección misma de las cosas…? Es decir, si el Universo fuera perfecto, ¿qué sentido tendría Éste mismo para existir? Si algo es perfecto, ¡no tiene necesidad alguna de siquiera ‘ser’ y ‘estar’, pues, libre de imperfectos, no debe probar nada a nadie! ¿Me sigues…?

Lo único perfecto y realmente existente es lo abstracto, lo relativo y lo subjetivo… Es decir, lo único que puede existir sin errores, es lo que no existe: en otras palabras, tus propios pensamientos, tu propia imaginación, tus mismos sentimientos y emociones, pues tú eres tu propio dios en tu mismo mundo…
Sí, así es… si es que existe el Universo, ¡es porque es divina y perfectamente imperfecto (sí, ‘leyente’, acepta que la redundancia en las palabras cobran gustosa obviedad bajo el mandato de unos buenos y apasionadas razonamientos lógicos… Digo, entonces, que “el Universo es ‘perfectamente’ imperfecto […]” porque un buen escritor {presumiéndome a mí mismo} sabe utilizar la redundancia y las muletillas {y todo lo que parezca malo ante cualquier editor de redacción} para dar énfasis o fuerza en el resultado; un gran escritor {opino} primero entiende, luego experimenta, y después escribe… luego divaga, modifica, crea, destruye y amplía lo escrito…; luego, vuelve a escribir, evoluciona y se perfecciona a sí mismo: un verdadero escritor jamás debe considerarse escritor, sino un aprendiz de sí mismo)!

Sí… estimado ingenuo, querido imberbe, amado pueril e indispensable e irremplazablemente bello y cómico y estúpido hombre (que en realidad eres nada si te comparamos con el tamaño del Universo y de todos los enigmas que no puedes siquiera imaginar {por ser ajenos a tu conocimiento, tanto ‘a priori’ como ‘a posteriori’ }; pues, somos tan irracionalmente racionales {sí, así como lo escribo: “irracionalmente racionales”}, que, como te decía anteriormente, siempre tendemos a imaginar la perfección y la simetría de las cosas…); sí, así eres tú…

Querido hombre, es hora de que comiences a realmente usar esa razón tuya…”

Mmm… O algo así pienso yo que diría la Naturaleza sobre nosotros como especie…

Título: El Soñador 
Serie: Ediciones 
Año: 2011 
Autor: Pablo Letras (Pablo Navarro)

Filosofía de un Caviloso (entrega 2 de 4)


LA IMPERFECCIÓN COMO PERFECCIÓN DEL HOMBRE

…Y, filosofando sobre sonrisas y porqués, de pronto, me vino a la mente alguien: Nietzsche, quien nos habla (en “Así hablaba Zaratustra”) que la gran solución del hombre como ser vivo y pensante (y tal vez con cierta alma), estriba en que el hombre debe (lo escribo literalmente y tal como copiosas veces lo repite dentro de su libro) “superarse a sí mismo” como hombre…
Mmm… superarse a sí mismo… ¿a qué se habrá referido exactamente aquel alemán…?

Yo, por mi parte, pienso que la solución del problema ontológico[1] no está en la superación propiamente, sino en la aceptación del hombre como hombre (tal vez sí exista esa superación hacia el superhombre nietzscheniano, pero indudablemente primero deberá haber una aceptación del humano como ser imperfecto) pues la imperfección misma de éste estriba en tender a la perfección, sabiendo que, por más normas que se imponga a sí mismo, el hombre seguirá siendo ni mucho, ni poco más, que una bestia…  Sí, por supuesto que es un ser inteligente pero, finalmente, bestia…

¿Qué no todos poseemos un lado oscuro, secreto y temible en nuestra mente…? ¿Existe realmente aquel que pueda ‘tirar la primera piedra’? ¿Es que somos tan ingenuos que creemos (o queremos pensar) que existe la bondad plena y pura en el humano…? ¿Qué no incluso, hasta los niños de tres años pueden llegar a pellizcar o jalarle el pelo a otro infante? ¿Qué no siente celos el más pequeño de cada familia (incluso los bebés –de hecho, especialmente los bebés–, y también los hombres ya maduros) cuando llega un nuevo miembro más pequeño en la familia? ¿Qué no nos nace un sentimiento de negación, de celos, de disgusto y de venganza (o justicia) cuando perdemos la atención [o la prioridad] que otra persona nos ofrecía? ¿Qué no nacemos con la necesidad de posesión de las cosas, así como con el deseo de ser prioridad entre los sentimientos y los razonamientos ajenos? ¿No es cierto que lo que más añoramos es ser deseados? ¿Es mentira que queremos ser dioses ante los demás de nuestra especie? ¿Qué no perseguimos tercamente el dinero y el poder para gobernar sobre nosotros mismos? ¿Me falta verdad al decir que nos matamos, nos deshacemos, nos mutilamos, nos esclavizamos, nos humillamos y nos tratamos de la peor manera [humanamente maquinada] para elevarnos al cielo con la explosión de aquella droga, tan personalísima del hombre, llamada: Ego?

¡Todos estamos corrompidos y corruptos entre el campo de batalla donde querellan el mundo del hombre y el mundo de la Naturaleza y del Universo!

¿Qué no lo primero que hacemos al salir del vientre de nuestra madre es llorar? ¿Qué no es ello natural…?

La Naturaleza es sabia, pero también macabra, pues a Ésta poco le importa el hecho de que tendamos (los hombres) a la justicia, a la perfección, a los ideales de paz y bondad, a la falsedad de un líder-héroe-salvador-profeta (que sólo puede existir en libros) a modo de personaje de tragedia del griego “Sófocles” o un héroe versado por la boca de Homero o de Virgilio: un ser que roza la seda de la perfección humana, una persona sin vicios y atestado de todas las virtudes conocidas y por conocer…
En pocas palabras, el hombre tiende a ser el personaje utópicamente admirable…

Y sobre todo esto, ¿qué no tiene la Naturaleza una razón correcta y suficiente para burlarse de nosotros? ¡Los hombres somos ridículos…! Somos unos seres imperfectos que, como hemos logrado tanto y hemos rebasado y destruido millones de obstáculos para evolucionar a un modo que ni nosotros mismos podemos creer; y que, como hemos entendido, aprendido y comprendido tantas y tantas cosas –nosotros: estos seres imperfectos –, como hemos alcanzado todo esto, ¡pensamos que podemos ser dioses perfectos del Universo!

¿Qué no, finalmente, todos somos ‘políticos’ vitalicios…? ¿Qué no buscamos más y más y más y más…? ¿Qué no deseamos destronar al poderoso para hacernos más o mejores?

[continuará en la siguiente entrega...]
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[1] Como ciencia del ‘ser’ y el ‘estar’ del hombre


Título: El Soñador 
Serie: Ediciones 
Año: 2011 
Autor: Pablo Letras (Pablo Navarro)

Filosofía de un Caviloso (entrega 1 de 4)

INTRODUCCIÓN

En uno de esos momentos donde suele invadirnos una lucidez rara, paradójica y fantástica; a modo de epifanía personal donde queremos decirlo todo, cual si fuese ello la verdad final de todo y donde creemos que seremos escuchados, entendidos y, finalmente, colmados de loores y encomios por emanar las palabras más exquisitamente sabias (y sutilmente acomodadas en las mentes de los leyentes –o leedores o lectores o, lo que es lo mismo, de ti–), pues soñamos que logramos desentrañar los enigmas y misterios irresolutos que aguijonean el alma del hombre… Mmm… algo así como cuando nos sumergimos en uno de esos instantes en los que se nos antoja soñar despiertos sobre un futuro que creemos posible y que, por ello, lo construimos en nuestras mentes como algo divinamente exacto y perfectamente adecuado a nuestras necesidades más próximas (y también para cubrir hasta los más pequeños de nuestros deseos de adaptación, de utilidad y, finalmente, de sentirnos necesarios para el mundo)…; en pocas palabras (o en muchas tal vez), uno de esos periodos donde parece que el mundo se detiene para nosotros y, volviéndonos dioses de todas las consecuencias mundanas y humanas (e involuntarias), nos transformamos a nosotros mismos, en nuestra imaginación, pasando de simples mortales plebeyos que somos en el presente, en reyes del mundo y emperadores del Universo –¡Sí, querido lector, todos hemos conquistado el corazón de todos los hombres en algún momento de nuestras vidas… en nuestros más profundos deseos de ser adorados y conducidos a la realidad ficticia por las razones en nuestra imaginación…! Mmm… mas, ¿qué no la imaginación es lo que antecede a los sucesos reales actuales?; ¿qué no primero imaginamos para poder crear en lo real?... Para 'real-izar' algo, primero debemos entenderlo, ¿cierto? Entonces, todo primero en la mente y luego lanzado hacia el mundo exterior… ¡Lo abstracto es madre y padre de todo lo humanamente concretado…! ¡Ah!, por lo tanto, por todo esto, todos somos candidatos a ganarnos al mundo, y no a través del miedo (contradiciendo al eximio florentino, quien besaba los talones ‘Medici’ –Sí, me refiero a Maquiavelo–…), sino a través del razonamiento lógico y las acciones que son dignas de ejemplo de estilo de vida; es decir, a través del amor, y no del miedo, es que podemos precisamente ganarnos al mundo… Pues, si bien es inherente a nosotros los humanos la búsqueda del poder, también somos capaces de ganar ello por medio del amor; pues, ¿qué no el amor es nuestro ideal como humanos?; ¿es mentira que veneramos esas historias de amor novelescas?; ¿no pedimos a gritos finales felices en las historias cinematográficas?; ¿no honoramos la perfección humana en valores, en consciencia ética y moral, de un personaje ideal (llámese “príncipe azul”) que no tiene enemigos y que, los únicos personajes que están en su contra terminan por convertirse al camino del bien o, en última instancia, muertos o alejados de toda sociedad?; ¿qué no todos los mensajes mercadotécnicos y publicitarios nos enfocan hacia la meta de darlo todo (como robots) recibiendo a cambio poco más que la satisfacción de ser útiles a la comunidad?; ¿qué no nos gusta pensar que, a pesar de que todos somos imperfectos, existe la posibilidad de perfección?; ¿es falsa mi idea de que en todos los filmes existe un solo gran problema que termina por resolverse (muy alejado todo ello de la realidad, en donde nos atacan infinitos problemas, tanto internos como externos, a diario)?; ¿realmente somos tan idiotas los hombres como para saber que somos imperfectos y, no obstante, como imperfectos obstinados que somos, reclamar que merecemos la perfección por el simple hecho de ser inteligentes?... ¡¿Es que realmente pensamos que podemos llegar a ser perfectos, en un trabajo envidiable, con una familia galante y una serie de posesiones materiales dignas de admiración?! ¡¿Es que somos sólo un pedazo más de cosa viviente en el Univeso?! ¡¿Es que realmente podemos alcanzar un mundo sin hambre ni pobreza, donde todo el mundo porte una sonrisa como uniforme y se comporte impecablemente como miembro domado por una sociedad dominante…? ¡La felicidad propia no es más que la desdicha ajena...!

Sí, hombre, eres único, pero no perfecto… ¡Ay, cómo desconfío de todo aquel que niega sus vicios y sus perversiones, pues aquel que se muestra como una superficie de seda, termina siendo un nido de insectos por dentro!

Sí, definitivamente el amor es algo indubitablemente humano que nos hace aceptar nuestro lado oscuro, nuestras imperfecciones, nuestro “niño” interno, nuestro “yo” verdadero, nuestro mismo lado humano… Si el efecto de las cosas es el competitivo sentimiento de sonreírle a nuestra propia imperfección, entonces, la causa es el amor… El amor es como una vacuna, una medicina… Algo así como: “Úsese en contra de los síntomas de soledad y de locura genial en el hombre. Efectos secundarios: estabilidad monótona del alma, arrepentimiento punzante, ansias esporádicas de una vida “libre” y delirio de utilidad y de grandeza social”.

En fin… A todo esto, ¿acaso no el enamoramiento es tan poderoso que puede controlar nuestras razones lógicas…?

Bueno... Querido lector, continuando con la explicación de mi “momento de lucidez”, te decía que en esos momentos donde podemos saborear la victoria personal e ilusoria en nuestras cabezas; esos minutos que terminamos con una sincera sonrisa y que, posteriormente al recordar la realidad de la situación en donde vivimos, acabamos con una resignación hacia todo… mas siempre, extrañamente, llenos de una energía potente, mas efímera, para enfrentar al mundo… en uno de esos instantes de "pseudo" soñar con los ojos abiertos (y perdón, lector, por describir tanto este momento que en tantas letras te he comentado, pero quiero que quede perfectamente entendido mi sentimiento; el cual, me atrevo a afirmar, todos en algún momento lo hemos experimentado), en uno de estos cortos (y muy escasamente contados en nuestras vidas) periodos de tiempo donde somos realmente humanos, pues nos transformamos (en nuestros sueños lúcidos) en seres conscientes, prudentes, amantes de una realidad perfecta y admirables… Repito (por último), en uno de estos momentos que tanto te he descrito aquí, estimado repasador de estas letras, me atreví a envolverme entre las auroras filosóficas y cuasi-poéticas, en donde me dispuse a escribir…

Y así, entonces, ávido lector, como suelo hacer de vez en vez, comencé a divagar y a navegar sobre las arenas metafísicas de mi mente, tratando de entender un poco más del hombre… Y en este estado soporífero pero consciente, me atrevo a escribir a modo de prosa poética (no de poesía prosaica), lo que me pasea por la mente ahora…

[continuará en la siguiente entrega...]


Título: El Soñador
Serie: Ediciones
Año: 2011
Autor: Pablo Letras (Pablo Navarro)