–LA HERMOSA SENCILLEZ DE AMAR Y SER AMADO–


–LA HERMOSA SENCILLEZ DE AMAR Y SER AMADO–


A Priscila,
la más grande y única razón de mi vida, pues me ha mostrado que la verdadera razón de la vida es la vida sin verdadera razón…


Yo…
Yo y esta absurda sed
que tanto me he creado
a través de largo tiempo,
por todo ya saber,
por todo conocer,
por muchos días que me gasto
en leer, releer y retener…
¡Ay, absurdo todo…!
Absurdo yo…

Yo,
ridículo intelectual
que se ha engañado,
que se ha creído
que entre tanta falsedad
de búsqueda banal
algún albor habrá de haber
para apagarse todo mal…
¡Ay, ridículo…!
Ridículo yo…

Yo,
que pensando bien-gastar
experticia en luengas horas
 y en estudios y tratados,
se me viene hacia el final
de mi vida terrenal
mil contrariedades
que ya no puedo soslayar…
Malas todas aquellas mis horas,
desperdiciadas… heridas… idas… perdidas…

Yo,
alguien de brillante intelecto,
de impecables cavilaciones,
imposible ya me ha sido
afirmarme que perfectos
se devienen los efectos
de esta mente pensadora,
pues igual muere un insecto
que ignorante siempre
vivió sus días con sonrisas…

Yo,
seguro, predispuesto y entregado
enteramente a una vida filosófica,
nadando entre mares ontológicos
de metafísicos oleajes revolcados,
hoy me reflejo igual y emparejado
a algún otro estúpido cualquiera
que tenga sapiencia de pescado…
Soy un punto de la nada,
algún esfuerzo malogrado…

Yo…
Yo soy aquello mismo
de aquél que sabe nada
y que esfuerzo nunca puso
para elevar su raciocinio,
pues el verdadero y simple tino
al final de nuestra vida
no es la ciencia que aprendimos,
ni la experiencia ya adquirida
ni la lógica perfecta…

Yo…
Yo, sin esfuerzo procurado,
sin encadenar mis pensamientos,
hoy entiendo lo que nunca comprendí,
pues viendo donde nunca hube mirado
vi que el hado y el destino son al suelo derrumbados
ante el paso de la única razón de toda vida:
la hermosa sencillez de amar y ser amado…