El (casi) Don Pableone


Justamente hace un año, en el día de mi cumpleaños número veintiocho, escribí algo para ustedes llamado: “Pasando el Club de los 27”…
Para los que no pudieron leerlo el año pasado, aquí les dejo el ‘link’ para que puedan hacerlo…


¿Ya lo leíste..?
¿Seguro…?
Te va a gustar... Que no te gane la pereza: no es mucho lo que hay que leer...

¿Ya lo leíste...?


Muy bien, ahora, este año les presento:

“El (casi) Don Pableone”

Un niño, entre los once y los doce años de edad, un día se detiene en medio del patio del colegio, reflexionando sobre su futuro…
“En diez años, finalmente, habré terminado mi carrera estudiantil y seré un exitoso trabajador o un gran empresario…”

Ese niño, querido lector, estaba muy equivocado… Ese niño no contaba con que, cuando cumpliera dieciocho años, su padre moriría de cáncer y su mundo cambiaría de un modo en el que él jamás hubiera podido imaginar…
Ese niño, destinado a estudiar una buena licenciatura en un buen colegio, con grandes oportunidades de trabajo, se desintegró cuando perdió esa inocencia de creer que todo iba a estar bien…

Ese niño empezó a faltar a clases; ese niño se volvió rebelde contra el mundo; ese niño devoró libros que no debía leer a esa edad; ese niño estudió música dos años y le encantó la música, pero desentendió a la universidad de música; ese niño se volvió empleado del mundo capitalista; ese niño se volvió un escritor desconocido; ese niño comenzó a estudiar Derecho y jamás terminó la carrera…

Ese niño… ese niño soy yo…

Hoy, justo antes de cumplir los veintinueve años de edad, vuelvo al colegio para terminar esa carrera de Derecho que dejé pendiente…
En un año, Pablo Letras, además de músico, escritor, filósofo y amigo, será también un abogado… En un año, probablemente ya entienda un poco más a la sociedad…

Hace un año mi mentalidad era distinta… hoy, mi pensamiento ha evolucionado y mi sabiduría ha crecido… Sólo puedo esperar a que pase otra añada más para llenarme un tanto más de sabiduría hacia la vida y entenderme un poco más a mí mismo…

Hoy, mis letras llegan a muchas más personas que hace un año… Hoy, muchos de ustedes se han convertido en personas importantes para mí…
Querido lector, gracias por acercarte. Gracias a ti por tratar de entenderme y gracias, también, por dejarme intentar entenderte a ti…

Un año más… En un año… en un año seré “Don Pableone”…  ;)


Feliz cumpleaños, Pablo Letras; sonríe, alza las comisuras de los labios a la altura de los ojos, pues vivir para poder escribir esto ya es cuestión suficiente para hacerlo. Vive, sonríe, y la vida te sonreirá de vuelta…” (Párrafo tomado del final del blog escrito hace un año: ‘Pasando el Club de los 27’”)

Un capítulo más de mis "Cavilaciones Sinceras de una Mente Madura"


¡Cómo amo venir a hacer las compras! Tanta gente nueva… Niños pidiendo a sus mamás que les compren cosas; aquella con el bebé; esa otra tan activa que va exactamente a lo que va; ese señor que no tiene idea de nada; ese muchacho que viene a comprar específicamente uno o dos cosas que necesita, tal vez para cocinarle una cena especial a su novia; aquellos recién casados; las que se fueron de pinta y planean alguna trampa para poder comprar una o dos cervezas; la que viene a comprarle los calzones a su hijo aquí por que se dio cuenta que los que éste usaba (desvergonzadamente) ya estaban por convertirse en esporas; el que viene a comprar toda la materia prima para su restaurante; los que se quedan tres horas decidiendo qué productos son mejores que otros y a un mejor precio; los que no tienen idea de cómo escoger la fruta ni la verdura y están atrás de los encargados de la sección para que les ayuden; los que vienen a comprar neumáticos o baterías nuevas para sus autos y los maníacos del automóvil que vienen por accesorios para mejorar su “nave”; las mujeres que ya tienen familia (y que, entonces, ya entienden más a sus propias madres) que vienen a acompañar a su mamá para que compre la despensa del mes… tal vez vienen de desayunar juntas…; los de clase media alta y los pocos de clase baja que no saben que en otro lado comprar les saldría mucho más barato… o tal vez vienen porque el supermercado con productos más baratos estaba muy lejos y les ganó la pereza; los chiquillos jugando a los “carros chocones” con los carritos del supermercado; y, por supuesto, los viejos como yo, observadores, tranquilos, rutinarios, pensativos, cómodos consigo mismos y burlándonos de todos esos personajes tan extraños que nosotros los viejos sí podemos entender…

¡Ah!, tantos y tantos mundos en esas cabezas de todos ellos… Y ninguno sabe lo que la vida les espera… Si hubiera un modo de decirles lo egoísta y cruel que puede llegar a ser este mundo y que a la vida no le interesa el deseo ni las ganas de superación del hombre… ¡La vida no conoce de justicia!
Pero, aunque hubiera un modo de decirlo y de que ellos se interesaran en lo que les digo y que, finalmente pudieran entenderme, ¿qué cambiaría ello? Aunque un adolescente pudiera entender todo lo que alguien como yo pudiera explicarle y prevenirle, ¿por qué habría él de cambiar su forma de pensar? ¿Por qué habría de volverse más cauteloso y menos vicioso? Finalmente, su vida es mucho mejor que la mía… ¡Yo aceptaría primero cambiar mi vida por la de él que él viceversa! Ni todas las advertencias, ni todos los consejos, ni todas las precauciones que alguien pudiera tomar, aceptar y consentir, le salvarán de la muerte inminente…
Adultos, dejemos que los jóvenes vivan, pues aunque mueran en el intento de aprender la realidad de este mundo, así habrán probado lo que es la verdadera vida libre…

¡Adoro el hecho de que existan tantísimos productos de los cuales escoger… incluso esos que sabes que no te van a servir pero que te gustaría tenerlos! Es impresionante el poder que tiene la publicidad: entras por una cosa a la tienda y sales con diez cosas más… Es difícil razonar qué es exactamente lo que necesitas cuando te ofrecen de un modo posible unos lujos que tú, por tu economía, no deberías adquirir… Ir al supermercado es arriesgarse a despintar la línea que divide lo que quieres de lo que necesitas… Y, ¡ay!, es error fatal ir a hacer las compras con el estómago vacío, pues entonces adquieres todo lo que se te va antojando en el camino: cuando llegues a tu casa y comas, te darás cuenta que has hecho un gasto realmente absurdo… Yo por eso comí antes de venir, jeje…

¡Ay, es que hay tantos productos nuevos que prometen delicias…! Artículos que juran realizar toda la limpieza de la casa como por arte de magia, objetos que garantizan una comodidad casi extraterrestre, y millones de mentiras escondidas en letras pequeñas o en frases confusas, tales como: “Queso TIPO manchego”, o “salsa TIPO cátsup”, u “hojuelas con cubierta SABOR a chocolate”… O sea, realmente, el queso no es queso, ni la salsa es cátsup, ni la cubierta es chocolate…

Mira, por ejemplo, una botella de agua purificada que presume ser baja en sodio… Yo me pregunto, ¿qué, es tan malo el sodio? ¡El agua mineral está llena de sodio y es un perfecto rehidratante!

Y claro, he aquí los productos de moda: los “light”… Toda clase de postres, la tentación de lo dulce sin azúcar y… ¿qué no están llenos de endulzantes artificiales, tales como la fenilalanina, que hacen estragos a largo plazo en la salud?
Los productos reducidos en grasas y en carbohidratos… Querido consumista, las grasas también juegan un importante factor en nuestro cuerpo y los carbohidratos nos dan la energía para rendir nuestro día…

Definitivamente hay que cuidar muy bien lo que uno está comprando… Aunque a veces es imposible resistirse…

Y, lo que me encanta, es que los productos con fecha de caducidad más futura o, lo que es lo mismo, los productos menos frescos o menos nuevos, siempre se encuentran atrás de los estantes o en cajas en las bodegas de los supermercados; la carne que ya lleva varios días, la empaquetan y la ponen a la mayor vista posible del consumidor bajo un gran letrero que dice: “descuento”, o “sólo por hoy, a precio muy bajo…”; o qué tal el empaque de las galletas que dice: “30% más gratis”, cuando lo único que hicieron, en realidad, fue subirle el precio a la galletas: más tarde quitarán ese “30% más gratis” y el costo seguirá siendo el mismo (el último)…
En fin… esto es el precio que pagamos del capitalismo desmesurado… Pero, ¿qué no el capitalismo también me da el derecho de exigir el mejor producto? Si yo quiero tomar la leche más fresca, tomo la que está atrás del estante; si el producto está en mal estado, tengo mi derecho de reclamar un reembolso o la restitución del objeto; puedo pedir que me den de vuelta dos monedas de diez pesos en vez de un billete de veinte pesos…
En fin, la eterna lucha entre personas morales y personas físicas: los primeros, las empresas, buscan vender más con la mayor ganancia posible; los segundos mayor producto a menor precio… Y esa lucha eterna de dinero y poder es lo que mantiene la relación empresa-individuo en una red de mentiras… Y lo mismo con las empresas que ofrecen servicios: ¿quieres mejor servicio, cliente?; entonces paga más…


En fin… ¡veamos qué nos depara nuestra odisea consumista!


Mmm… bien, pues, creo que es todo… Ni una cosa más porque si no luego tengo que usar la tarjeta de crédito y entonces volvemos a las deudas que no podemos costear… No cabe duda que las tarjetas de crédito son como las “tiendas de raya” de la época de la revolución mexicana: te dan cierto crédito, y te amplían la línea de crédito tan sutilmente que siempre estarás endeudado, pues nunca podrás pagarlo…

En fin… ¡Vamos a la caja, Pablito!


Crisis Existencial de una Hoja


Cuando la vida me vio nacer,
era tierna y verdosa,
llena de brillo y esperanza;

la arboleda admiraba mi ser,
era joven e impetuosa,
tenía al valle en mi palma;

Crecí y entendí mi poder,
tenía mil enamoradas,
y, desde la copa de mi árbol,
miraba al mundo hacia abajo.

Fui la envidia y el deseo,
fui el asombro en los retoños,
fui candidato a deidad,
mas, para ello, reglas había…

Crecí, me volví sedicioso,
busqué mi dulce libertad
y la supresión de las normas.

Comencé a perder buena fama,
me desentendí de los demás,
pues yo quería ser algo más…

Y, entonces, conocí al viento,
y quise convertirme en ello,
alejarme de todo e ir a donde fuera…

Y un día, quise cumplir mi sueño,
y me solté de mi rama, mi hogar,
y me aventé al mundo:
me alejé de todo lo que conocía…

Mas el viento no me quiso:
fui un estorbo más que aliado,
y me azotó al suelo, al piso…

Y ahí quedé, sola y deshecha,
abandonada y desentendida,
alejada de todas las mías…

Y ahora mi color se torna opaco,
pierdo mi fulgor y mi belleza,
muero segura y lentamente…

Y ahora, cuando vuelvo la mirada
hacia el árbol que tanto amé,
se me secan las entrañas
y la envidia me corroe…

Vida, me diste tanto y tanto
que quise ser extraordinaria
al punto de querer ser algo más…

Hoy quela muerte me supera,
me doy cuenta que mi soledad
es resultado de mi necedad:

quise ser viento y fui insensato,
pues por más brillante que fuera,
la hoja, hoy y siempre, sigue siendo hoja…

Les presento a Dios...

Como conmemoración a este blog que cumple ciento un entradas, me dispuse a presentarles a alguien a quien, tal vez, no conocían...


 
Introducción

Querido lector, después de tantas cosas que hemos pasado juntos en las últimos blogs; después de tanto discutir y de habernos conocido y haber formado cierta confianza personal que únicamente podríamos tener tú y yo, quiero tener ahora el suficiente ‘sincerismo’ para contarte algo más íntimo, más confidencial aún que todo lo que hemos dejado atrás. Estimado compañero, sin más, quiero presentarte a alguien sumamente importante para mí: mi Dios.


La Naturaleza de La Justicia y La Justicia de la Naturaleza

La justicia… Un término utópico, una palabra que justifica el orden social, una meta para la mente humana, un concepto inventado por el hombre… La justicia es un ideal destinado al fracaso, pues la justicia de uno es la injusticia del otro: verbigracia, si yo mato a alguien, su familia pedirá mi muerte para hacer justicia; pero, así mismo, mi familia sufrirá mi muerte: la justicia para la familia del difunto, es la injusticia para la familia del asesino…

La justicia, al igual que muchos otros términos, tal como el heroísmo o el honor, es algo que simplemente no existe dentro de los límites de la Naturaleza. A la Naturaleza no le interesa si muere un hombre o muchos, si se extinguen diez o mil especies; ni siquiera la Naturaleza juzga el hecho de que el hombre haga acciones que dañen al planeta.
No, la Naturaleza no busca justicia, sino equilibrio: aun cuando el hombre se destruya a sí mismo y reduzca la vida de la Tierra a cenizas, la Naturaleza siempre encontrará el modo de subsistir… Jamás el hombre podrá destruirla... Repito, nunca podrá el ser-humano, por más que lo intente, acabar con la Naturaleza… No olvidemos que el primero depende de la segunda y nunca viceversa…
Es inútil, pues, luchar contra ésta. Hay que reconocer el absoluto poder que posee el Universo sobre el hombre.

El hombre puede temerle al tiempo, pero la Naturaleza desconoce la existencia de dicho concepto, pues existe ella desde el inicio del Universo, y continuará siendo ella misma hasta el final.


Dios, y el Hombre como error de la Naturaleza

Dios, como muchos lo creen, es omnipresente, todopoderoso e inmortal. Pero Dios (mi Dios) no es justiciero; a este Ser no le importa si muere aquel que es bondadoso o vive el asesino; éste no es un Ente que esté instruido en las artes de lo verdadero o lo falso, lo correcto o lo incorrecto, o lo bueno y lo malo; éste no es un Dios ataviado con ropas místicas, ni filosóficas, ni religiosas…

Su nombre: Naturaleza, Universo…

Hablamos de un Dios real, presente, tangible, que únicamente busca que todo esté equilibrado; que todo funcione de modo que el Tiempo pueda caminar sobre sus senderos: y no hay obstáculo sobre su camino que pueda detenerle. La humanidad es como una pequeña hormiga indefensa que se pasea por el abrigo de la Sra. Naturaleza; el Tiempo son los zapatos de ella; y la hormiga no puede rebelarse contra ninguno: si no hay Naturaleza, la hormiga no estaría por ningún lado, y si se rebela contra el Tiempo, moriría aplastada. Y no obstante, la hormiga continúa tratando de encajar sus mandíbulas en la carne de la Naturaleza, provocando nada más que simple picazón, no teniendo en cuenta que, si llegamos a colmar de cosquillas a la Naturaleza, ésta podrá echarnos fuera de ella y aniquilarnos sin dificultad ni arrepentimiento alguno.

En resumen, mi Dios es algo que bien pudiera serlo todo y nada a la vez; mi Dios es algo que pudiera no llamarse Dios, sino una fuerza puramente indiferente que conforma al todo…
Mi Dios, sin más, es libre de éticas, reglas y cualquier otro concepto parido en la mente del hombre… Mi Dios es él y nada más; sí, mi deidad no ama al hombre, sino al equilibrio mismo del todo…
Cuando logres olvidarte de todo lo que has aprendido, sólo entonces, encontrarás a mi Dios…


Conclusiones

Si bien, entonces, podemos decir que la justicia no es algo que exista dentro de la Naturaleza, también podemos decir, por otro lado, que la justicia es inherente a la Naturaleza del Hombre.
Sí existe un Dios, pero no es ningún Dios que se adorna con ceremonias ni normas inventadas por el hombre: Dios es la Naturaleza misma.
El hombre es anti-natural, ya que está fuera de los límites de la Naturaleza, pues es un ente que busca un orden que no puede coexistir con el desorden universal; el hombre tiene cierta Naturaleza propia que le motiva a rebelarse contra su creadora… Muy posiblemente, el hombre sea un tremendo error de la Naturaleza… ¿Qué otra especie sufre de la siguiente incoherencia: ser un individualista con necesidades sociales?

Un Momento de Soledad


A continuación, queridos lectores, les ofrezco el resultado de un Johnnie Walker et. Negra, mis dedos y un momento de soledad, plasmado en mis "Cavilaciones de Una Mente Madura" (pag. 152), hace unos minutos...




–¡Muy bien!
–Gracias…
–Con eso, Mica, me acabas de demostrar que eres inteligente y talentosa… tal como lo era yo de chico… prometedor… Pero eso tú ya lo sabes, ¿o no…? ¿A poco no sientes que eres diferente a los demás de tu salón? Te aseguro que eres de las que no necesita estudiar mucho para sacar buenas calificaciones… Te apuesto a que eres un “desmadre” pero que, por otro lado, eres retraída y callada con quienes no te conocen… Te cuesta mucho tomarle confianza a la gente… Te gusta estar de vez en cuando contigo misma y reflexionar las cosas… Es como si tu cabeza fuera dos “Micas” que tienen una batalla constante de razonamientos lógicos… Todos te miran con sonrisas porque saben perfectamente bien que eres brillante, y eso les atrae… Tus padres te miran con orgullo porque, de entre todos tus hermanos, tú eres esa esperanza de éxito para la familia… Tus hermanos finalmente están aceptando que tú eres más apta para adecuarse al mundo; es decir, ellos ya reconocen que tú eres la más inteligente…
Pero pueden estar en un error… no se dan cuenta de que con todas esas actitudes, te están hartando y colmando de estrés y de presiones futuras, pues todos piensan que tú eres inmune al fracaso, cuando no lo eres porque, finalmente, tú sigues siendo humana y no un robot que está programado para convertirse en lo que los demás quieren… Con tus padres, por ejemplo, te preguntas: ¿cómo puede alguien de coeficiente inferior guiar a alguien superior a él?
¡Ah!, pero existe algo que, muchas veces, tiene más peso que la inteligencia: se trata de la experiencia… No cabe duda que es muy cierto el dicho que reza: “Más sabe el diablo por viejo, que por diablo…” La inteligencia es nada si no tiene una experiencia que la respalde, pues la primera madura en cuanto a los eventos vividos: yo no puedo deducir el perímetro de la superficie de una mesa, si antes no conozco los conceptos de figuras geométricas…
No cabe duda que las madres son sabias: todo lo que nos dicen es por algo, y ese algo nace de su experiencia, la cual siempre será superior a la nuestra…
–¿Seguimos hablando de mí…?