Las Angustias de Dios -o crónica de una mente despertando - (SEXTA PARTE)

¡Ea, loco, ven! –continuaba diciendo aquella voz y yo, casi hipnotizado por la euforia del momento, sin pensarlo siquiera, resolví caminar hacia el lugar del cual emanaban aquellas palabras –.

Caminaba de un modo lento y tranquilo, como olvidándome de aquel torrencial que se nos aventaba desde el cielo: tal vez era mi cuerpo que, entumecido por el frío de la noche, me obligaba a caminar como zombi entre aquellas calles obscuras….

Pronto, frente a mí, pude ver la silueta de un hombre acostado sobre el vasto escalón de la entrada principal de un viejo edificio: la amplia cornisa le obsequiaba un fresco y seco refugio de la lluvia.
Conforme me acercaba, comenzaron a distinguirse las formas y colores de aquella escena: parecía tratarse de un vagabundo quien intentaba dormir sobre una cama improvisada de cartón, y quien se cubría únicamente con un sarape roído y descolorido.
En ese momento sentí envidia, pues por más paupérrima que pareciera aquel intento de vivienda del pobre hombre, se trataba, finalmente, de un ‘hogar’… Aparentaba cierta calidez bajo la tenue luz de los focos de la fachada del edificio y, de algún modo, también se me antojaba bastante cómodo aquello: él estaba “calientito”, yo estaba empapado…

Me di cuenta, entonces, que estaba yo tiritando de frío: mis manos estaban entumecidas y no podía sentir mis pies, y es que el río de agua de lluvia continuaba acrecentando su caudal a cada minuto: el nivel del agua me llegaba justo por debajo de las rodillas.

Apresuré mis pasos, ora cojeando, ora arrostrando y arrastrando mi cuerpo…

¡Ven! –continuaba gritando aquel hombre – ¡Date prisa! ¡No te vayas a morir congelado ahí afuera…! ¡De verdad que estás loco, muchacho!


Finalmente logré llegar hasta donde aquel hombre estaba: en un principio sentí gran alivio tras haberme librado de las punzantes gotas de lluvia, pero pronto comencé a sentir un frío letal y todo mi cuerpo no podía parar de temblar: por un momento pensé que ahí habría de morir de hipotermia…

(continuará...)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Comentarios? Por favor...