¿Acaso crees que me conoces? ¿Crees que por que me han tocado tus dedos, puedes presumir que me tienes para siempre? Sábete que estás en un error… Aquí quien manda soy yo.
No soy como cualquiera... Puedo ser alegre, acongojada o melancólica, pero siempre elegante y con un porte impecable. Tú… tú sólo eres uno más, en el sentido que no eres ni serás el único con quien he de estar. Debes saber perfectamente que siempre habrá alguien más que me trate mejor que tú y que me haga cantar de alegría y llorar de goce o me cuente sus tristezas más profundas mientras me abraza con la mirada… Tienes muy bien en mente que soy codiciada por miles…
Mas, no, no estoy enojada contigo; no aún cuando me buscas más estando triste que contento; no incluso cuando me hablas con torpeza y con aliento alcohólico, queriendo tocarme y, aún así, te hago caso; y tampoco me enfado por que me abandones por días enteros para irte de la casa con alguien más… ¿Celosa? Sí, siempre tendré celos y no en todo momento habrás de verme lista para ti ni dispuesta a tus caricias.
Y te acepto… te acepto por que, a pesar de todo, tienes un alma pura que sólo me muestras a mí y, de ese modo, puedo escudriñar el lugar más recóndito de tu corazón; te acepto por que hay cierta química entre nosotros que nos vuelve uno solo, pudiendo estar juntos por horas sin decir una palabra; podemos estar días escuchando la música que más nos gusta o, simplemente, mirarnos por minutos. Te dejo que vuelvas por que de un modo sé que siempre terminarás sentado frente a mí, pidiéndome con lágrimas que sane la profunda herida de tu alma o sencillamente para que te escuche o te cante una melodía que pueda ayudar a tu dolor.
Te conozco, probablemente mejor que cualquier persona… y sí, te quiero, por que tratas incansablemente de conocerme mejor, de entenderme, de hacerme reír y, cuando me miras, tus ojos se iluminan con un fuego apasionante.
Sé que a veces te desesperas y sientes ganas de golpearme, mas sé que nunca lo harías. Tenme paciencia, pues yo la tengo contigo; verás que de este modo podemos alcanzar nuestras metas.
Sé que en ocasiones no me atiendes por temor o pena de que te vean conmigo; sé que tenemos algo tan personal que en muchas situaciones prefieres que no hablemos frente a otras personas; pero, si alguien se me acerca, puedo sentir cómo te atrapan los celos. Pero, también, si alguien derramara su bebida sobre mí, sé que vendrías corriendo a defenderme.
No tengas miedo de mí; yo te amo… ¡Ámame a mí también! ¿Qué no hacemos una pareja perfecta? ¿Qué no te lo ha dicho la gente con una gran y sincera sonrisa?
Siempre estaré esperándote con los brazos abiertos, mas ten presente que nunca te seguiré. Te adoro, pero si me dejas, te desconoceré hasta que vuelvas a ganarte mi confianza, lo cual no será cosa fácil.
Date cuenta que estamos hechos el uno para el otro y nunca dudes de nuestro destino juntos. Es tiempo que decidas pasar unos minutos más conmigo, pues yo ya he decidido aceptarte como eres, sin juzgar tus más oscuros secretos ni burlarme de tus defectos. Te amo, date cuenta de ello, pues estando uno al lado del otro podemos hacer cosas inimaginablemente grandes; basta con que mires la historia del amor del hombre… Tú y yo… por siempre…
Te ama,
Violeta, tu piano…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Comentarios? Por favor...