Aburrido, nada qué hacer… o nada qué querer hacer… De pronto, una lata de Coca-Cola vacía a mi izquierda… quieta, inamovible, calmada, como esperando a que algo suceda… y podría esperar aquella siglos enteros… pero nada pasa; ahí está, sola, sin nada que le perturbe, sin un solo pensamiento, ni una emoción, ni un sentimiento, ni…. nada… Y no obstante, algo, tarde o temprano, deberá sucederle… Pudiera yo dejarle ahí, pero siempre habrá cierta fuerza, humana o no, que le haga cambiar de espacio… El viento, un asentamiento telúrico, o alguien que la golpeé… Seguramente cambiará hasta su propia forma… Algún curioso vendrá a aplastarla y arrojarla al bote de la basura inorgánica… Y luego algún camión destinado a la labor le tomará indiferentemente a algún vertedero o algún separador de basura y será enterrado, reciclado o algún otro…
Y luego, ¿qué importancia tiene esto? ¿A quién pudiera interesarle la vida de una lata de soda? Lejos de todo el esfuerzo de mercadólogos y publicistas por enfocar la forma perfecta y los colores y letras adecuados para atraer al consumidor ayudados por espectaculares y comerciales de televisión y radio; lejos de las máquinas creadas para producir el producto (valga la redundancia)por millares, de un modo idéntico a cada momento, y de la inspección de los trabajadores, y la mano de obra que empaca y de estos otros encargados de colocar estratégicamente las cajas en los camiones, y de aquel que conducirá por las carreteras de la república entera hacia cada tienda y supermercado del país; lejos de los encargados de obtener la materia prima de las entrañas de la tierra… Lejos de todo este complejo de esfuerzos minuciosamente colocados, desde el que carga las cajas del refresco hasta el director empresarial que busca formar nuevos productos y alianzas para llevar promociones interesantes hacia el consumidor; lejos de todo esto, ¿a quién le importa una lata?
Y si esta lata terminase tirada, después de haberse consumido, en un bosque lejano, donde nadie volviera a poner un pie… ¿qué sería, entonces, de la lata? El sol y el clima se encargarían de hacerle perder su color llamativo… y tardaría miles o millones de años en degradarse… Sí, sería seguramente un contaminante… Pero, aún, lejos de todos los ecologistas preocupados por reciclar y reutilizar y de evitar a toda costa lacerar el planeta con basura y contaminantes… Lejos de todas las millones de moléculas formadas por la acomodación exacta de una cantidad específica de átomos que conforman el material de la lata, realmente, ¡¿a quién carajo le importa la vida de una lata?!
Querido lector, las cosas más sencillas pueden ser enormemente complejas si así deseas verlas; pero muchas veces, las cosas sencillas están destinadas a permanecer sencillas…
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