El Peligro de Mantener un Ideal


No, no creo en ningún ideal ataviado con ropas religiosas… No, no creo no por mera rebeldía… No, no creo no por creerme diferente… No… No creo, simplemente, porque no necesito creer en algo para creer en el humano… Y para ello, lo único que necesito es creer en mí… Yo sigo creyendo lo que creía cuando chico: algo debe hacerse para cambiar el mundo; todavía tengo ese aguijoneo de heroísmo que me impulsa a hacer que las cosas funcionen mejor.


Aún cuando la gente cercana a ti te de palmadas en la espalda queriendo expresar que eres un ingenuo; aún cuando hay quienes se desesperan por ver cómo, según ellos, te hundes entre las fauces del mundo; aún cuando hay quienes te abandonan por creerte inútil; aún cuando hay quienes te odian por pensar que incitas a los demás a la rebeldía; aún cuando el sistema económico-social te priva de una vida de lujos por no querer adaptarte; aún cuando las personas no te escuchan por no tener poder monetario o afamado; aún cuando todas las puertas se te cierran y te ves envuelto en una desesperación que te hace dudar de tu camino en esta vida; aún así, siempre hay una razón para seguir luchando: la humanidad misma.
Sí, esa misma humanidad que tanto te pisotea y te da la espalda, por esa misma razón, debemos pelear por salvarla… y no, no estoy loco… o por lo menos no tanto… Precisamente porque el mundo está como está, debemos hacer todo, todo, todo, todo lo posible para cambiarlo…

Somos pocos los que tienen la idea de que hay que amar a los que nos odian, o, mejor dicho, amar al hombre a pesar de que nos odie, pues tal vez mañana el amor sea recíproco… Y esa es la única manera en que seremos escuchados: la convicción es persuasión: no hay nada más convincente que un humano que se ha superado a sí mismo: nada más atractivo que un súper hombre aún humano. Así lo hizo Jesús, así Gandhi, Nelson Mandela, y un sinnúmero de héroes que hemos tenido a través de la historia humana… Desafortunadamente han sido muy pocos…
Y, como comentaba en un inicio, no necesitamos una religión para ello; no necesitamos reglas divinas (en sí creadas por el hombre) que nos digan cómo cambiar al mundo, pues las reglas mismas son las que ciñen de defectos a los sistemas gubernamentales.

Yo… yo sólo espero mantener esta convicción en mis ideales el tiempo suficiente para poder enseñar a mis hijos que el mundo ideal no existe, pero que, no obstante, sí está en sus manos crearlo… Tal vez así les sea más fácil a ellos mantener también ese ideal y lo inculquen a sus hijos… Y así, tal vez, y sólo tal vez, en tan sólo unos cuantos milenios, lograremos ser mayoría y, entonces, tal vez, podamos tratar de crear un mundo mejor… El que no pueda existir un mundo perfecto no quiere decir que no tendamos a ello…


Querido lector, si es verdad que el hombre aprende de sus errores, ¿por qué, entonces, si no nos ha funcionado nunca vivir entre pobreza, hambre, poder y dinero, por qué (repito) no cambiamos nuestro modo de ver al mundo y ayudamos a aquellos que necesitan de nosotros?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Comentarios? Por favor...