La Muerte: Sabiduría del Hombre




La muerte… Un concepto que ineludiblemente intriga a cualquiera… ¿Cómo es la muerte…? No, la pregunta que realmente me interesa es, ¿cómo son los últimos segundos de vida? ¿Qué se siente estar en esa transición entre estar dentro de un mundo, el cual es lo único y todo lo que conoces, y pisar otra dimensión donde te espera… nada? ¿Qué es ese último aliento antes de ser olvidado por el tiempo presente?

Quiero creer que es algo parecido a la primera vez que te emborrachas, el primer cigarrillo de tu vida, el primer momento en que manejas en una avenida de alta velocidad, el subir solo a un escenario donde te miran unos ojos que esperan algo grandioso de ti, o aquella vez donde te decidiste a probar marihuana… Es ese algo que tememos por que no le conocemos; ese instante donde te sudan las manos de nervios; ese sentimiento que es inexplicable y que, aunque alguien regresara del mundo de los no-vivos, no podría detallarlo de tal modo en que pudieras conocer la muerte…

Ese último respiro, esos finales instantes en el que te conviertes en otra persona, alguien que no eres tú, un individuo que le suplica al tiempo que se detenga, un hombre que le ruega piedad a todo, pues crees que si alguien con poder pudiera ver en ti esas ganas sinceras de vivir, te perdonaría diciendo: “Te devuelvo la vida, pues ahora sabes la importancia de vivir…”

Ese momento antes del ocaso de nuestra existencia, esos segundos que marcan el inicio del inevitable final, donde sabemos que no hay a quién acudir: ni doctores, ni sacerdotes, ni dioses… nada… nada… nada… Es un viaje al que sabemos que vamos solos a lo desconocido y que nunca pensamos que llegaría… Pero llega… siempre llega…

¿Quiénes somos en ese preciso tiempo donde ya no hay marcha atrás?

La muerte, o el último paso a ella, nos hace despojarnos de todo… todo… todo… Nos desnudamos de la codicia, del poder, del dinero, de la justicia, del amor, de nuestra propia humanidad… Es en esos segundos donde finalmente comprendemos que no hay nada suficientemente importante por lo cual debamos vivir nuestras vidas… El trabajo, el dinero, nuestra pareja, nuestras propiedades, nuestra familia…. Todo se esfuma para dejarnos con nosotros mismos…
“Si hubiera…” Palabras que seguramente pasarán por nuestra mente en esas circunstancias… Pero nada, nadie puede vivir tan plenamente su vida para no añorar otra… Ojalá pudiéramos estar completamente satisfechos con nuestra existencia, ojalá pudiéramos decir que nunca dejamos que el mundo nos robara nuestro preciado tiempo y que siempre supimos y conocimos el secreto íntimo de nuestra alma, ojalá pudiéramos morir con una sonrisa…

Y entonces, en esa situación, en esas circunstancias, nos volvemos finalmente sabios: Podríamos vivir en una cabaña lejana como misántropos si pudiésemos volver de la tumba; estaríamos definitivamente en paz con nosotros mismos y necesitaríamos poco para sentirnos libres y felices…

Pero el hombre olvida, tal como cuando ruegas por algo que necesitas y, una vez concedido ello, te olvidas de la promesa de pago, pues ya satisficiste ese deseo que tanto te carcomía el ansia… Y talvez por ello el tiempo es tan cruel; talvez el tiempo es lo suficientemente sabedor de la esencia humana para no perdonar a siquiera uno de nosotros…

Talvez, en ese período último de nuestra existencia, nos volvemos tan sabios que entendemos al tiempo y, finalmente, nos resignamos… “Bienvenida la muerte… Talvez descansar de los conceptos de “ser” y de “estar”, no sea algo tan malo…”

Si pensamos en que con la muerte nos deshacemos de nuestra esencia humana, de ese pensamiento en el que todo eso que forma a la naturaleza del hombre se esfuma, tal como el deseo, la avaricia, el rencor e incluso el amor, si pensamos en que en ese último soplo de vida dejamos de ser humanos, entonces no debemos temer a la muerte, pues la razón primordial por la cual le tenemos tanto miedo a la muerte, es porque somos humanos, racionales, emocionales y sentimentales…


Querido lector, cuando venga la muerte, piensa que finalmente te has despojado de todo; haz vencido al mundo, al hombre, al sentimiento, a la razón, a tu naturaleza humana y al mismísimo Tiempo… La muerte te ha convertido en el ser más sabio… Sólo quedará esa paz interior en ti que tanto has buscado en la vida y que, finalmente, ha llegado con la muerte… Descansa en paz… en paz… en paz…

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