Breve Ensayo Sobre Las Decisiones (o Del Hubiera)

“Hubiera…”

Un verbo que se refiere a un acto inexistente, una palabra que nos indica que pudimos actuar de modo distinto en el pasado y que, finalmente, creemos que resultaría en un presente alternativo más confortable, más pacífico o, simplemente, menos penitente. Mas, ¿qué nos lleva a pensar en ello? ¿Por qué nos gusta soñar con un presente distinto al que vivimos? ¿Por qué ese afán de querer volver el tiempo atrás?

Sería fácil dejarlo ir todo pensando en que todo está dictado por el destino, mas eso sería una forma de engañarnos a nosotros mismos. Si queremos librarnos de un problema, debemos ahondar en la raíz que le generó; es decir, ¿cómo podemos dejar de arrostrar (sí, arrostrar, no arrastrar) un pasado que nos resulta en un presente incómodo?

Examinemos…

Antes de resolver nuestra cuestión, debemos hacer la pregunta adecuada. No podemos preguntar qué fue lo que sucedió o qué estuvo mal; lo correcto es profundizar en nosotros mismos: los actores de la situación. Si nos interrogamos con el “¿qué estuvo mal?”, la respuesta no nos dará un resultado deseable, pues aunque descubramos cuál fue el error, ello no cambiará nuestra situación actual. Lo ideal, pienso, sería preguntar: ¿Por qué actuamos en ese instante de esa manera?

Algo que me ha servido mucho en mi vida es ver que las personas constantemente juzgamos el “qué” y no el “porqué”. Es decir, no podemos juzgar el acto en sí, sino al actor. Si nos enteramos de que alguien mató a otra persona, inmediatamente lo juzgamos sin piedad; mas lo correcto es profundizar el porqué actuó de ese modo; y es imposible conocer toda la vida, eventos y circunstancias del perpetrador, por lo que juzgar a alguien es algo que siempre haremos sin las bases suficientes (quiero pensar que si las leyes siguieran este método de entender todo lo que lleva a alguien a cometer un acto criminal, no habría una sola persona en las cárceles).

Mas, ¿podemos juzgarnos a nosotros mismos?

Desde luego que sí, si es que nosotros mismos conocemos toda nuestra vida; pero, por otro lado, nadie puede acordarse de todo lo que ha vivido ni los estragos que nuestras circunstancias han hecho en nuestro psique (nuestra mente o, mejor dicho, nuestro subconsciente). ¿Por qué, entonces, juzgamos nuestro modo de actuar en el pasado si no nos encontramos hoy en las mismas circunstancias?

Creo que juzgarnos a nosotros mismos, por lo tanto, es inútil y mal hecho, pues, repito, no tenemos las bases suficientes para hacerlo. “Yo soy yo y mis circunstancias”, decía un filósofo español, y mucha razón tiene en ello. Nosotros nos convertimos en algo distinto dependiendo de todo lo que nos rodea en un momento determinado. Si actuamos de un modo, es por que en ese preciso instante pensamos que nuestra decisión era la correcta o la “menos peor”.

Si entendemos que la decisión fue motivada por unas causas exactas y precisas, tanto internas como externas, que se conjugaron en un instante, entonces, podemos estar tranquilos de que hicimos lo correcto, pues, ¿en quién pudiésemos confiar más, sino en nosotros mismos?

Debemos estar seguros de que nuestras decisiones se basan en una cadena de razonamientos que dan como resultado el elegir la mejor opción; es imposible hacer una decisión incorrecta… Repito: ES IMPOSIBLE HACER UNA DECISIÓN INCORRECTA, pues no podemos ir en contra de nuestra propia naturaleza de elegir egoístamente lo que es ideal para nosotros mismos en ese santiamén. Y, así, no podemos arrepentirnos de nuestro pasado, pues podemos estar inequívocos de que fue lo mejor que pudimos elegir.

Y con esto concluimos nuestro brevísimo ensayo, donde hablamos del pasado… Habrá que hablar del futuro en otro momento…

Querido lector, jamás te arrepientas, pero ten en mente que tu presente siempre será mañana tu pasado. Te deseo una vida llena de libres decisiones…

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