El Terrible Caso del iPhone Canibal

El Terrible Caso del iPhone Canibal

Su Softwerencia y miembros del hardwerado… –comenzó diciendo el Antivirus Fiscal levantándose de la silla-chip, arreglando el nudo de su corbata digital y dirigiéndose a quienes circundaban el honorable estrado de la sala del Juzgado del 5º Led de lo Penal de Ciudad Circuito –. No permitamos que la rareza del caso afecta nuestro  juicio: un juzgado del nivel de cien procesadores Pentium no puede retardar tanto su respuesta: debemos presentar de inmediato nuestro ‘pop-up’ (reporte) ante el Servidor de la Red para que sea expuesto ante cada par de web-cams de cada fusible de este pueblo a través de las cadenas de pantallas-táctil de mayor difusión. Es lo justo y lo menos que podemos hacer por el alto precio que nuestro Alcalde Humanoide ha desembolsado para comprar el poder de gobernarnos con sus dedos –aquí hubo una pequeña pausa; el orador colgaba los codos de sus brazos al aire, asiéndose con las manos de la solapa de su traje recién editado –. No estamos aquí todos en “power-on” para juzgar la contrariedad lógica en la naturaleza del delito (“Error 51: respuesta no válida”): estamos para juzgar el monstruoso acto que se llevó a cabo, y recordemos que, de acuerdo a las leyes de nuestra Carta Magna (El Manual del Usuario), no es menester guiarnos de acuerdo al proceso del “Instructivo” y resolver en base al “Índice”… Pido, además, que la sentencia sea plenamente justa e imparcial, sin temor a la intervención de la “Comisión Global de los Derechos Garantizados”: nosotros a lo penal, ellos a la póliza de fábrica… Enfoquémonos a los bits informáticos; es decir,  concentrémonos en la evidencia, por favor… –el Antivirus Fiscal pausó para obsequiar un largo sorbo a la botella de agua desfragmentada que estaba sobre su escritorio de metal barato pero modernamente labrado marca ‘Steve Jobs’–.
¡Objeción! –interrumpió de pronto el Malware Defensor, quien tenía la camisa de LSD empañada de tanto sudar el “pixel gordo” –.
Y, ¿cuál es la raíz de su objeción, licenciado Malware? –instigó el Ministro del Supremo Software retomando su deber y reprimiendo su curiosidad como mero espectador: las palabras del Antivirus Fiscal le habían nublado su juicio y le habían afectado la imparcialidad de su procesador –.
–Objeto que no es facultad de la fiscalía decidir el modo procesal del juicio… Es facultad de Usted, su Virtualísima Memoria…
¡No lo digo yo! –se apresuró a contestar el Fiscal justo cuando los labios del Ministro se separaban levemente con la intención de decir algo –. ¡Está escrito en el Manual! – el Ministro alzó la mano en contra del Antivirus Fiscal con la intención de silenciarlo, pero el astuto representante del pueblo de Ciudad Circuito hizo caso omiso a la advertencia, con el fin de demostrar su sabiduría hacia las normas virtuales –. ¡Página cinco, en la sección “Guía del Usuario”…
¡Orden!
… en el apartado “Antes de Usarse”…
¡Orden, he dicho…! –gritó el Ministro y todos callaron –. Objeción denegada en tanto que no tiene bases informáticas: las objeciones de “cookies” no son válidas en esta sala, Sr. Malware… Por favor, continúe, Sr. Fiscal; pero antes debo advertirle de no responder nuevamente las preguntas que me son dirigidas a mí… La próxima vez lo encerraré en la Papelera de Reciclaje por desacato, ¿entendido?
Desde luego, su Softwerencia… Les decía yo, pues, honorables señores del hardwerado, que no debemos enfocarnos si es inverosímil (o no) el objeto del asesinato en tanto que haya sido cuestión impulsiva (por celos) y, a la vez, un homicidio cuidadosamente premeditado. No podemos detener nuestro ‘procesamiento’ por pensar meramente que ambas cuestiones no pueden ser correctas y verdaderas a la vez… –el orador bebió nuevamente de su agua desfragmentada marca ‘Microsoft’–. ¡La decisión a la que ustedes han llegado (“Error 102: la celda no acepta información alfanumérica”) es inaudita! ¡Dejemos de pensar como lo hacían en tiempos de la ‘Commodore’ y del ‘Q-Basic’! ¡Por Intel, señores teléfonos y señoras celulares! ¡Vivimos en un tiempo en que los números y los caracteres de lenguaje pueden convivir en una misma celda de Excel! –pronto comenzaron murmullos en la sala –. ¡El Sr. iPhone no sólo mató a la Sra. iPod, sino que la devoró –murmullo creciente y usurpó sus funciones!más murmullos en la sala –. ¡Al Sr. iPhone no le bastó con cumplir su función de teléfono celular, sino que se apoderó del almacenamiento y reproducción de archivos musicales…! –la sala estalló en voces –. ¡Por Intel! ¡Esto no debe ser pasado por alto!
¡Orden…!
¡Urge enviar un ‘pop-up’ al usuario humanoide!
¡Orden, he dicho…!
¡El Sr. iPhone debe ser descontinuado del mercado…!
–¡Ooordeeeen!
–¡…ahora mismo!
¡Oooooordeeeeeeen! –el ministro continuaba digitando la “Silence app” sobre su escritorio; finalmente la sala volvió a la calma –. ¡Señor Antivirus! ¡Fue usted advertido de su conducta…!
Lo siento, su Virtualísima…
¡Queda usted hibernado hasta nuevo tecleo!
Pero su Softwerencia…
¡No se diga más!

¡Señor Ministro, señor Ministro! –entró corriendo de pronto el Secretario Scanner de lo Penal a través de las puertas de la sala –. ¡Han hackeado la ‘carpeta’ de evidencia! –nuevamente comenzaron los murmullos en la sala –. ¡La han ‘suprimido’!
¡¿Cómo dice usted?! –el Ministro se apresuró a iniciar la aplicación de “búsqueda” en su pantalla táctil y escudriñó minuciosamente toda la memoria virtual de su laptop –. ¡“Error 78: el archivo no se encuentra”! –la sala no tardó en convertirse en mercado entre tanto grito –. ¡Orden! –nada… –. ¡Orden, he dicho…! –nada… –. ¡Ooooordeeeeeeen! –nada… –. ¡Ooooooooooooooooordeeeeeeeeeeeeeeen! finalmente el ambiente se tranquilizó –. ¡Orden, o todos serán re-formateados y enviados a la Papelera de Reciclaje…! –finalmente la sala quedó en ‘mute’ –. Bien… Siendo, pues, que ya no existe evidencia suficiente para continuar con el caso…
Pero, su Softwerencia… –interrumpió el Antivirus Fiscal, pero los leds rojos en el rostro del Ministro le contuvieron –.
…y basándome en la similitud de los antecedentes del “Caso Walkman vs Discman”, me veo en la necesidad de liberar al Sr. iPhone…
¡Pero, su Virtualísima…!
…y declararlo “inocente”…
¡Pero, señor Ministro…!
…y sentenciarlo a no más de un rápido formateo con toda su información guardada, respaldada y reinstaurada tras dicho formato…
¡Señor juez!
… ¡Caso cerrado, señores teléfonos y señoras celulares!

Un par de Firewalls se acercaron para arrestar al Antivirus Fiscal…

¡Esto no se ha acabado, Malware…! ¡¿Me oyes?! ¡Esto no se ha acabado…! ¡Algún día caerá el Sr. iPhone, te lo aseguro…!

Al Sr. iPhone le fueron retirados todos los bloqueos, y no tardó en venir una ola de crímenes ‘troyanos’ similares en Ciudad Circuito y pronto los iPhone terminaron extinguiendo la especie de los iPods… Una nueva era digital había comenzado…

'CICLOS' MÁS TARDE EN CIUDAD CIRCUITO…

Su Softwerencia… –se acercó el Secretario Scanner al ministro con una 'tablet' en la mano–. Tenemos un problema… Ha surgido un nuevo caso, parecido a aquel de “iPod vs iPhone”… –el Secretario entregó el iPad al Ministro –. Su nombre es Android y está acabando con los iPhone, Blackberry y demás Smartphones… Esta es su ‘pic’ de 'perfil'…

–¡Por Intel! ¡Parece más poderoso que toda la RAM de la ciudad…! Sr. Scanner, investigue bien a ese tal Android...

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