Amamos, luego somos…
El amor es una
magia,
un ensueño y
fantasía,
religión más
fervorosa,
la costumbre más
perpetua,
el ideal más
perseguido,
el final más
esperado,
la razón de
nuestra vida,
la fortuna
aplaudida,
la raíz de más
envidia
y ese lujo más
gustoso…
Mas si es por el
placer
que nos brinda su
presencia
la razón de ser
gran lujo,
menester nos es
saber
que también le
procuramos
por ser alivio
necesario
de las angustias
más profusas,
pues es un lazo
progresivo
de confesiones y
confianzas
que nos liberan
de la duda
de saber si es
que estamos
muy dentro de lo
cierto
al revelar el
lado oscuro
de los secretos
vergonzosos.
Amar es formar la
valentía
de compartir
debilidades
sin temor a la
traición;
es entregarse
vulnerable
en espera de
empatía;
es saber que los
errores
se nos curan con
abrazos
y que nada en
este mundo
nos espanta aquel
cariño…
Amar es parir un nuevo
mundo
donde conjugan y
se estallan
dos universos
infinitos;
es liberarse de
la carga
de la crítica
humillante
de este mundo y de su gente…
El amor es mutar
las prioridades,
depreciar nuestros
deberes,
triunfar sobre
placeres,
denigrar el
egoísmo,
pretender el
heroísmo,
ser ejemplo de
los hijos,
esperar un mundo
bueno;
es domar a
nuestra bestia,
imponernos con
realeza
ante la vil
naturaleza
que nos dicta
nuestros modos,
las conductas e
instintos todos
que nos enferma
como locos…
Amamos y nada
importa más arriba;
Amamos y después
nos elevamos;
Amamos y sólo
entonces es que somos…
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