LA BURLA DE LA NATURALEZA
“Ja, ja, ja –ha de burlarse la conocedora, eterna y bien temible Naturaleza–… Tú, pequeño y diminuto hombre, sigues pensando que el Universo tiene que tener una forma, una geometría y unas leyes perfectamente simétricas, lógicas y ordenadas… ¿Qué no podría ser el Universo desigual, sin proporción, asimétrico, deforme, desordenado, indiferente, injusto, antiético, vacía su moral y carentes sus virtudes…? ¿No te alcanza la razón para imaginar que donde habitas es una parte infinitamente pequeña y sin importancia del Todo, donde, tal como los adultos a los bebés, nos regalaron ciertas leyes a modo de ‘juguetes’ para que nos entretuviéramos? Hombre, ¿no crees, sinceramente, que creyéndote adulto, sabio y pudiente, eres realmente un simple niño? Eres tan ingenuamente infantil que crees que las guerras y la individualidad del hombre son la solución a tus preocupaciones, a tus deseos y a tus necesidades…
¡Tú, ser humano, eres tan insignificante que tus más altos objetivos, en este tiempo infinito y en este espacio eterno (llamado Universo) se reducen, primeramente, a lo que tú creaste y llamaste “dinero” y, seguidamente, a lo que tú apodaste como “deseo”, el cual no es más que tu necesidad de poder sobre los tuyos! ¡Tus metas, tus máximas fronteras, tu mayor esfuerzo como ser inteligente, durante tus cortos años de existencia, se limitan a ser alguien importante dentro de un mundo insignificante! ¡Te acomodas bajo el pensamiento fútil que escoge solamente ‘ser’ y ‘estar’ en… algo... una pequeña cosa… un insignificante lugar al cual llamaste “Tierra”… Y a veces (de hecho, en la mayoría de las ocasiones), ni siquiera intentas conquistar tu diminuto mundo, sino simplemente buscas ser una huella en un pequeñísimo lugar: un continente, un país, un estado, una región, una localidad, una familia… ¡y, los que se creen más sabios, creen que la importancia está solamente en sí mismos; es decir, los que creen poseer un vasto conocimiento de las cosas creen que la solución es volverse huraño y misántropo…!
Bueno, pues, querido sabio, te tengo noticias: ¡La verdad no está en los libros, ni en los viajes, ni en la gente, ni en el mundo, sino en el pensamiento mismo; es decir, en aquello que rechazas tanto por creerlo inútil y poco práctico y que llamas “imaginación”! Y es por eso que la filosofía (no como materia de historia del pensamiento humano, sino en el mismo “saber filosofar”), aquel pensamiento realmente puro, no busca la partícula mínima última de la materia, ni la galaxia más lejana a nosotros, ni la verdad absoluta de las cosas, sino la pura libertad: el verdadero pensamiento humano no debe encaminarse al saber, sino al conocer, pues sólo conociendo hallamos una esperanza que nos liberta de este mundo, de los demás hombres, del Universo mismo y de todo… Si bien la cultura nos revela el saber humano, la experiencia nos dota del conocer universal… Tratar de aprenderlo todo en páginas sólo te vuelve esclavo de la sabiduría humana, mientras que experimentando sobre todo lo que te rodea te convierte en amo y señor de tu propio universo…
¿Te lo repito…? Ahí te va: Es bueno, real y correcto saber, pero conocer es sencillamente verdadero.
¿Un poco más específico…? Vale, va de nuevo: El saber está en los libros, el conocer está allá afuera en el mundo y adentro en ti mismo…
Estás tan ocupado renovando leyes, reglas y normas de toda índole, hombre, que no alcanzas a razonar que el Universo no es algo que deba entenderse, sino algo que tiene que aceptarse…
¡Querido Ser Humano, ¿cuál es esa razón tuya que muestras en el más alto pedestal y que no puede ser ni debatida ni cuestionada y que te obliga a empeñarte a buscar un Universo ordenado y perfecto?! ¡¿Quién te dijo que el Todo debe ser a tu modo?!
¿Hasta cuándo, estimado humano, vas a continuar inventándote seres utópicos, délficos y perfectos para resanar las lagunas de tus pensamientos?
No, no, no y no, hombre; por más que así lo quieras creer, ¡no te conoces a ti mismo! Y sí, tal vez ya lo sabías, pero si lo sabes, entonces, ¿por qué no lo aceptas? ¿Por qué continúas expandiendo tus límites sabiendo que, por más que lo hagas, siempre estarás cirun-limitado?
Deja de justificar tus errores, pues esas imperfecciones que intentas perfeccionar no son fallas tuyas, sino desperfectos del Universo mismo… ¡Te repito, estimadísimo humano, que la imperfección es la perfección misma!
Créeme, si todo fuera perfecto, ya lo hubieras comprendido todo… Es más, si la perfección existiera, tú no existirías… En otras palabras, el Universo es perfecto por la única razón de que es imperfecto, y tú eres parte de Él, ¿o no?…
Querida especie humanoide, deja de pretender que eres un ente enteramente y ávidamente sociable… ¡Acepta que eres un individualista con necesidades sociales! ¡Estás eternamente condenado a buscar mejores formas y maneras de comunicación! ¡Sábete a ti como una inteligencia que encarna en el cuerpo de una bestia! ¡Sí, eres un dios, pero una deidad atrapada en un mundo material, entre millones de otros mundos (mentes) similares (aunque bien diferentes) y que, entonces, evidentemente, eres un ser délfico que se pone como meta llegar a un cielo ya inalcanzable!
¡Eximio, fausto y perínclito hombre, aprende que fuiste desterrado del mundo de la perfección: eres hoy (y siempre) anómalo, erróneo… un ‘algo’ vivo e imperfecto digno de vicios y tentaciones para intentar acomodarse y ser aceptado por otros mundos igualmente desproporcionados y desequilibrados!
¿Puedes con todo esto…? ¿Puedes dejar de negarlo y, entonces, razonarlo, comprenderlo y, finalmente, aceptarlo con una sonrisa?
Conócete y acéptate a ti mismo como lo que eres: una especie vulnerable, mortal, temporal y, consecuentemente, finita…
Te vuelvo a preguntar: ¿Qué no es posible que la imperfección sea la perfección misma de las cosas…? Es decir, si el Universo fuera perfecto, ¿qué sentido tendría Éste mismo para existir? Si algo es perfecto, ¡no tiene necesidad alguna de siquiera ‘ser’ y ‘estar’, pues, libre de imperfectos, no debe probar nada a nadie! ¿Me sigues…?
Lo único perfecto y realmente existente es lo abstracto, lo relativo y lo subjetivo… Es decir, lo único que puede existir sin errores, es lo que no existe: en otras palabras, tus propios pensamientos, tu propia imaginación, tus mismos sentimientos y emociones, pues tú eres tu propio dios en tu mismo mundo…
Sí, así es… si es que existe el Universo, ¡es porque es divina y perfectamente imperfecto (sí, ‘leyente’, acepta que la redundancia en las palabras cobran gustosa obviedad bajo el mandato de unos buenos y apasionadas razonamientos lógicos… Digo, entonces, que “el Universo es ‘perfectamente’ imperfecto […]” porque un buen escritor {presumiéndome a mí mismo} sabe utilizar la redundancia y las muletillas {y todo lo que parezca malo ante cualquier editor de redacción} para dar énfasis o fuerza en el resultado; un gran escritor {opino} primero entiende, luego experimenta, y después escribe… luego divaga, modifica, crea, destruye y amplía lo escrito…; luego, vuelve a escribir, evoluciona y se perfecciona a sí mismo: un verdadero escritor jamás debe considerarse escritor, sino un aprendiz de sí mismo)!
Sí… estimado ingenuo, querido imberbe, amado pueril e indispensable e irremplazablemente bello y cómico y estúpido hombre (que en realidad eres nada si te comparamos con el tamaño del Universo y de todos los enigmas que no puedes siquiera imaginar {por ser ajenos a tu conocimiento, tanto ‘a priori’ como ‘a posteriori’ }; pues, somos tan irracionalmente racionales {sí, así como lo escribo: “irracionalmente racionales”}, que, como te decía anteriormente, siempre tendemos a imaginar la perfección y la simetría de las cosas…); sí, así eres tú…
Querido hombre, es hora de que comiences a realmente usar esa razón tuya…”
Mmm… O algo así pienso yo que diría la Naturaleza sobre nosotros como especie…
Título: El Soñador
Serie: Ediciones
Año: 2011
Autor: Pablo Letras (Pablo Navarro)
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