Filosofía de un Caviloso (entrega 4 de 4)


EN PRO DEL “BASTA DE SEXISMOS”


¡Los hombres seguimos buscando una mujer que nos convierta en seres satisfechos y las mujeres continúan en la persecución de un hombre que les dé más importancia a ellas que a él mismo…!

¡Ay, necedad humana…!

¡Damas y caballeros, recordando a Nietzsche en voz de Octavio Paz: “Los hombres son idealistas y las mujeres ilusorias”! ¡Dejemos de imponer nuestra esencia sobre el sexo opuesto! ¿Cuál es exactamente el objeto de buscar adaptar a nuestra contraparte sexual…? Es decir, lo que es igual, no busquemos hacer un hombre de la mujer, ni una mujer del hombre…
En el momento en que entendamos esto, dejaremos las peleas sexistas, pues la mujer entenderá que debe otorgar cierta libertad al hombre para sus vicios (sin querer bañar esta llamada “libertad” con la bien polémica y eterna cuestión de la infidelidad) y, a su vez, es menester que el hombre comprenda que las mujeres son fieles cuando se les ofrece lo que, a mi parecer, creen más preciado: atención y prioridad: sobre todos y sobre todo…

La mujer no es menos que la misma salvación de la especie: es quien guía y controla a la bestia humana (es decir, al hombre) con el objetivo de librarle de sus vicios y tentaciones para que éste se estabilice, encuentre su lado emocional y altruista (mas sin dejar atrás su ambición) para que éste supere a la raza… Es decir, el motivo de existencia del hombre es la evolución de la estirpe humana, mientras que el papel de la mujer se entiende como la encargada de perpetuar la especie…
Así es, la mujer es la administradora por excelencia de la existencia humana… Y, si bien –en base a nuestros razonamientos y a la experiencia propia– la mujer es una inigualable organizadora y ordenadora de la humanidad, ¿no deberíamos (a modo de comentario reflexivo) nombrar a las mujeres como dirigentes de las naciones? ¿Qué no nos conviene ello…?

¡Ah!, pero perderíamos el orgullo viril, ¿cierto…?

Y es que al hombre no le interesa perpetuar la especie, si no llegar, él mismo, más lejos que sus semejantes… ¡Nosotros los machos buscamos no más que ser los mejores a cualquier costo!

Desde luego, el hombre tiende a ser ‘la mejor opción’ entre sus similares para poder, entonces, escoger a la ‘mejor’ hembra… Mas el hombre indómito, aquel que decide vagar como bestia callejera sin una mujer guía en su vida, si bien es cierto que será capaz de adquirir el mayor poder entre los demás hombres, también es cierto que nunca se entenderá a sí mismo, pues cierra su mente a su propio pensamiento, a su propio mundo, y no recibe consejos, lo que le evita mirar todo desde otro ángulo…

En pocas palabras, un hombre sin mujer es un hombre ignorante… Sí, tal vez se logre a sí mismo como una persona con mucha cultura, dinero y capital político y, consecuentemente, con mucha ‘posibilidad’; mas, no obstante, sin experiencia de vida… Es decir, puede ‘saber’, pero no ‘conocer’ la vida…

Sin más, ‘empático’ cohabitante, queridísimo y razonable hombre, quiero decirte que el sabio, el verdadero sabio, aquel que muere y deja esta vida con una sonrisa en el rostro, es aquel valiente que se atrevió a enfrentarse a sí mismo y que, conociéndose como lo que ‘es’ y aceptando que ‘está’ aquí (por alguna razón favorablemente inexplicable), hizo todas o, simplemente, alguna de tres cosas: persiguió sin dudas sus sueños, logró lo que creía imposible, o encontró a una pareja que lo aceptara y lo entendiera puramente como ‘es’ y como ‘está’…


Aaaaaah… En fin…


Sin más, querido y loco amigo, después de mucha cavilación que oscila entre lo interesante y lo fútil, te deseo una vida ‘aceptada’ y ‘conocedora’…


Título: El Soñador 
Serie: Ediciones 
Año: 2011 
Autor: Pablo Letras (Pablo Navarro)

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