En uno de esos momentos donde suele invadirnos una lucidez rara, paradójica y fantástica; a modo de epifanía personal donde queremos decirlo todo, cual si fuese ello la verdad final de todo y donde creemos que seremos escuchados, entendidos y, finalmente, colmados de loores y encomios por emanar las palabras más exquisitamente sabias (y sutilmente acomodadas en las mentes de los leyentes –o leedores o lectores o, lo que es lo mismo, de ti–), pues soñamos que logramos desentrañar los enigmas y misterios irresolutos que aguijonean el alma del hombre… Mmm… algo así como cuando nos sumergimos en uno de esos instantes en los que se nos antoja soñar despiertos sobre un futuro que creemos posible y que, por ello, lo construimos en nuestras mentes como algo divinamente exacto y perfectamente adecuado a nuestras necesidades más próximas (y también para cubrir hasta los más pequeños de nuestros deseos de adaptación, de utilidad y, finalmente, de sentirnos necesarios para el mundo)…; en pocas palabras (o en muchas tal vez), uno de esos periodos donde parece que el mundo se detiene para nosotros y, volviéndonos dioses de todas las consecuencias mundanas y humanas (e involuntarias), nos transformamos a nosotros mismos, en nuestra imaginación, pasando de simples mortales plebeyos que somos en el presente, en reyes del mundo y emperadores del Universo –¡Sí, querido lector, todos hemos conquistado el corazón de todos los hombres en algún momento de nuestras vidas… en nuestros más profundos deseos de ser adorados y conducidos a la realidad ficticia por las razones en nuestra imaginación…! Mmm… mas, ¿qué no la imaginación es lo que antecede a los sucesos reales actuales?; ¿qué no primero imaginamos para poder crear en lo real?... Para 'real-izar' algo, primero debemos entenderlo, ¿cierto? Entonces, todo primero en la mente y luego lanzado hacia el mundo exterior… ¡Lo abstracto es madre y padre de todo lo humanamente concretado…! ¡Ah!, por lo tanto, por todo esto, todos somos candidatos a ganarnos al mundo, y no a través del miedo (contradiciendo al eximio florentino, quien besaba los talones ‘Medici’ –Sí, me refiero a Maquiavelo–…), sino a través del razonamiento lógico y las acciones que son dignas de ejemplo de estilo de vida; es decir, a través del amor, y no del miedo, es que podemos precisamente ganarnos al mundo… Pues, si bien es inherente a nosotros los humanos la búsqueda del poder, también somos capaces de ganar ello por medio del amor; pues, ¿qué no el amor es nuestro ideal como humanos?; ¿es mentira que veneramos esas historias de amor novelescas?; ¿no pedimos a gritos finales felices en las historias cinematográficas?; ¿no honoramos la perfección humana en valores, en consciencia ética y moral, de un personaje ideal (llámese “príncipe azul”) que no tiene enemigos y que, los únicos personajes que están en su contra terminan por convertirse al camino del bien o, en última instancia, muertos o alejados de toda sociedad?; ¿qué no todos los mensajes mercadotécnicos y publicitarios nos enfocan hacia la meta de darlo todo (como robots) recibiendo a cambio poco más que la satisfacción de ser útiles a la comunidad?; ¿qué no nos gusta pensar que, a pesar de que todos somos imperfectos, existe la posibilidad de perfección?; ¿es falsa mi idea de que en todos los filmes existe un solo gran problema que termina por resolverse (muy alejado todo ello de la realidad, en donde nos atacan infinitos problemas, tanto internos como externos, a diario)?; ¿realmente somos tan idiotas los hombres como para saber que somos imperfectos y, no obstante, como imperfectos obstinados que somos, reclamar que merecemos la perfección por el simple hecho de ser inteligentes?... ¡¿Es que realmente pensamos que podemos llegar a ser perfectos, en un trabajo envidiable, con una familia galante y una serie de posesiones materiales dignas de admiración?! ¡¿Es que somos sólo un pedazo más de cosa viviente en el Univeso?! ¡¿Es que realmente podemos alcanzar un mundo sin hambre ni pobreza, donde todo el mundo porte una sonrisa como uniforme y se comporte impecablemente como miembro domado por una sociedad dominante…? ¡La felicidad propia no es más que la desdicha ajena...!
Sí, hombre, eres único, pero no perfecto… ¡Ay, cómo desconfío de todo aquel que niega sus vicios y sus perversiones, pues aquel que se muestra como una superficie de seda, termina siendo un nido de insectos por dentro!
Sí, definitivamente el amor es algo indubitablemente humano que nos hace aceptar nuestro lado oscuro, nuestras imperfecciones, nuestro “niño” interno, nuestro “yo” verdadero, nuestro mismo lado humano… Si el efecto de las cosas es el competitivo sentimiento de sonreírle a nuestra propia imperfección, entonces, la causa es el amor… El amor es como una vacuna, una medicina… Algo así como: “Úsese en contra de los síntomas de soledad y de locura genial en el hombre. Efectos secundarios: estabilidad monótona del alma, arrepentimiento punzante, ansias esporádicas de una vida “libre” y delirio de utilidad y de grandeza social”.
En fin… A todo esto, ¿acaso no el enamoramiento es tan poderoso que puede controlar nuestras razones lógicas…?
Bueno... Querido lector, continuando con la explicación de mi “momento de lucidez”, te decía que en esos momentos donde podemos saborear la victoria personal e ilusoria en nuestras cabezas; esos minutos que terminamos con una sincera sonrisa y que, posteriormente al recordar la realidad de la situación en donde vivimos, acabamos con una resignación hacia todo… mas siempre, extrañamente, llenos de una energía potente, mas efímera, para enfrentar al mundo… en uno de esos instantes de "pseudo" soñar con los ojos abiertos (y perdón, lector, por describir tanto este momento que en tantas letras te he comentado, pero quiero que quede perfectamente entendido mi sentimiento; el cual, me atrevo a afirmar, todos en algún momento lo hemos experimentado), en uno de estos cortos (y muy escasamente contados en nuestras vidas) periodos de tiempo donde somos realmente humanos, pues nos transformamos (en nuestros sueños lúcidos) en seres conscientes, prudentes, amantes de una realidad perfecta y admirables… Repito (por último), en uno de estos momentos que tanto te he descrito aquí, estimado repasador de estas letras, me atreví a envolverme entre las auroras filosóficas y cuasi-poéticas, en donde me dispuse a escribir…
Y así, entonces, ávido lector, como suelo hacer de vez en vez, comencé a divagar y a navegar sobre las arenas metafísicas de mi mente, tratando de entender un poco más del hombre… Y en este estado soporífero pero consciente, me atrevo a escribir a modo de prosa poética (no de poesía prosaica), lo que me pasea por la mente ahora…
[continuará en la siguiente entrega...]
Título: El Soñador
Serie: Ediciones
Serie: Ediciones
Año: 2011
Autor: Pablo Letras (Pablo Navarro)
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