3) La Naturaleza del Hombre
¿Qué es lo que hace al hombre, hombre? Tenemos que aceptar que el hombre ve la vida de un modo muy distinto al de la mujer. Si la mujer no existiera, probablemente el hombre pasaría su vida en una caverna comiendo peyote; la mente masculina es curiosa por naturaleza, constantemente pensando en un porqué, condenado a esa locura que se muestra por querer resolver todo tipo de problemas. El hombre está destinado a la filosofía y a los placeres inmediatos de la vida; es hedonista y un buscador sempiterno del sentimiento de libertad. La practicidad del varón estriba en ese psique “a priori” de supervivencia, y no de su especie, mas de él mismo. Podríamos notar esto directamente en los atributos natales que se han concedido al hombre: agilidad, fuerza, destreza para las herramientas y la observación de las cosas. Si nos remontamos millones de años atrás, podemos claramente percibir que la especie masculina es una estirpe cazadora, capaz de edificar un techo para protegerse del clima y acérrimamente buscando esa soledad reflexiva, para entenderse a sí mismo. El varón, no necesita (naturalmente hablando) ver las consecuencias de sus actos a largo plazo, sino más bien los resultados casi instantáneos de sus acciones. Bien podemos observar a lo largo de la línea del tiempo humana, que la mayoría de las personas (y en proporciones más que evidentes) que tienden a ese recurso de descubrir e inventar fenómenos naturales y tecnológicos, de crear teorías y dar vida a leyes, son hombres y no mujeres.
Repito, tenemos que aceptar estos hechos y dejar de darle un nombre insulso como “machismo”, pues, si bien ideológicamente tenemos que tender a cierta igualdad de géneros, seremos infinitamente estúpidos de no darnos cuenta que el hombre y la mujer son distintos, mas bien aceptando que ninguno es mejor que el otro: El hombre es complemento de la mujer e inversamente proporcional (ya hablaremos de esto más adelante).
Ahora bien, si el hombre es apuntado hacia la reflexión solitaria, ¿por qué no puede vivir sin la mujer? Porque la mujer, al ser un ente pensante, capaz de elucubrar a un nivel parecido al de él y competente para manipular y hacer dudar al macho, se convierte, ella, en el más grande de los placeres para él, pues se le figura a cierto punto impenetrable pero alcanzable; es como tratar de obtener algo sin saber cómo hacerlo: El hombre no entiende a la mujer; y por lo tanto le intriga. A modo de experimento, con aciertos y fallas, el hombre trata de obtener ese placer que en muchas ocasiones se antoja inalcanzable.
Es cierto, la mujer que rechaza al hombre siempre estará rodeada por ellos, mas siempre llegará éste a cierto punto donde se resigne a perderla, pues para la mente masculina el tiempo es oro puro y su propia naturaleza le dictará una de dos cosas: Lograr algo que nadie ha conseguido o hundirse plenamente en los placeres (libertinos o no) que le ofrecen una escapatoria a este mundo.