EL CHÍCHARO MEDIEVAL

Hemos hecho un pequeño concurso interactivo, donde el público debía enviar propuestas sobre el tema para un cuento.
Las propuestas se han cerrado, los temas están dados y la mente comienza su viaje hacia una historia desconocida que iremos desarrollando mientras nos dejamos llevar por el tintero.

Las propuestas fueron las siguientes:
*Pepe: Viaje por el distribuidor
*Andrea: Enrique VIII, playa de amazonas
*Betty: Chicharo narco
*Patty: Pablo Letras como niña
*Cris: Circo
*Víctor: Historia de Pablo Reven/Pablo Sober
*Gio: Medieval, dragones
*Fanny: Corazon

Tras todas estas ideas, se me hizo dificil decidir sobre qué escribir exactamente, por lo que decidí meter todo en una cacerola, condimentándola con un poco de poesía prosaica de repente, un toque de comedia en ocasiones, y un hilo condutor que revuelva todo aquello.
No obstante, los "premios" quedan como tal: Los ganadores quedarán como protagonista y antagonista respectivamente y, en cuanto a los demás, decidí meterlos como personajes secundarios en el cuento.

Amo inventar palabras mientras me hundo en las letras; palabras tales que, aunque bien no existen, sí pueden entenderse por ser derivadas de otras más, por lo que, para evitar confusiones, he decidido ponerlas entre comillas sencillas.

Sin más, aquí los disparates...

EL CHICHARO MEDIEVAL (Primera Parte)

Preámbulo

Una luz… ¿Qué es esto... dónde estoy? ¿Dónde están todos… por qué no puedo escuchar nada? Estoy… ¿quién soy?
La luz… ¿qué es ese brillo? Se acerca… viene directo hacia mí… cada vez más rápido… ¿qué busca… qué quiere? Ahí viene… siento miedo… ¡Qué es esa luz!

–Betty… Betty…

¿Quién habla? ¿Quién es Betty?...

–Betty… soy yo…
–¿Yo? ¿Quién es yo?
–Yo, Fanny, tu corazón…
–¿Mi corazón? Entonces… yo soy Betty…
–Ven, sígueme…
–¿Seguirte? Pero… ¿a dónde?
–A mi interior, a tu mayor deseo… Estás en un limbo tal que puede ser peligroso quedarte como estás… Podría quedar tu mente totalmente en blanco… Ven, no preguntes, sólo sígueme…


Capítulo Primero: La Playa Amazónica

Una playa… la brisa… ¡Ah! ¿Cuánto ha que no me sentía tan relajada? El disco dorado, lanzando sus áureos saetazos hacia mí ‘pertífica’ soma; y el cerúleo ponto, ‘bienviniéndome’ con su alba y rutilante espuma… Mas, ¿por qué hablo así? ¿Por qué canto como aquel poeta florentino que, en “terza rima”, trajo al mundo los círculos del Hades y el que media entre Jove y el de su hermano el de los siete mares, para, finalmente, dibujarnos el ‘circúleo’ paraíso?
¿Dónde yo… dónde he…?

–En una playa amazónica, no Greta, no Micenas, mas alguna arenosa griega es donde tus trapas clavas. No, no has viajado tiempo atrás como 'cuestiónanse' tus mientes; existimos en universos paralelos, donde, en un atisbo, estamos, ora allá, ora acá; ya en este, ya en 'aqueste'…
–Pero…
–No hables, Beatriz. Mi nombre es Andrea, y eres ahora parte de nosotras: Hermanas, esclavas en esta isla por los cientos de los siglos y centurias de milenios, víctimas de Víctor, el nefasto dios olímpico del olvido y la miseria, capaz de hacer y deshacer sin que las demás deidades lo perciban; pues bien apenas es enterada alguna de ellas de sus actos, Víctor logra que ello desvanezca en el olvido. Y es tan insaciable su sed de miseria, tal que ni un centauro podría alabar en tal grado a Baco; tal es su hambre destructiva, que pronto aquel globo que paséase sobre los hombros de Atlas, se habrá sumido en una oscura tristeza perenne. No, paseante de otro mundo, no tiempo hay para discursos 'ciceróneos'; apresura tu par y calla tus ansias, que habré de llevarte donde mis hermanas han, que no lejos está ni hercúleas fuerzas necesitarás para llevarte hasta donde mi boca ha pintado la idea en tus mientes. ¡Ea!, Beatriz, hundámonos en los tilos amazónicos...

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