Cualquier moraleja que esta pequeña historia les pueda dejar, espero que sea una que logre calmarles el ego y volverlos más humanos...
"La Parábola del Hombre Rosa"
(Preámbulo)
Llega un alienígena al mundo. Todos están ansiosos y con deseos de conocer a aquel hombre de color rosa pálido que ha aterrizado sobre el planeta. Se organiza una gran conferencia de prensa, donde todos los medios de comunicación de todo el orbe se encuentran presentes. Se ha conseguido crear un dispositivo traductor para que las palabras de aquel personaje puedan ser entendidas por todos.
Capítulo Único
–Quiero contarles un poco acerca de donde yo vengo –comienza el hombrecillo extraño–… Por lo que he visto, y comparándolo con lo que he mirado a mi alrededor, puedo comentarles que es un lugar no muy diferente a este: también hay árboles, animales, un sol, una luna, ríos, montañas, risas, llantos, deseo, pasión… Pero, no obstante, existe algo diferente, algo tan pequeño que puede ser imperceptible, pero es algo tan profundo que hace toda la diferencia entre mi mundo y el suyo… Donde yo vengo habemos muy pocos, pues no necesitamos ser muchos… De donde soy, la gente es distinta, pero no tanto físicamente, sino intelectualmente… Mi gente aprendió a deshacerse de las cadenas de todas aquellas reglas sociales que le impedían verse a sí mismos como personas; logramos desbaratarnos de nuestro propio ego, un ego tan deseoso de un poder que jamás podía ser satisfecho, y hallamos la forma de crecer en una economía basada en el altruismo; comprendimos que se avanza más alto y más rápido cuando ayudamos a los demás a superarse a sí mismos, superándonos así a nosotros mismos: cuando mejoras lo que hay alrededor de ti, te mejoras a ti mismo; entendimos que el ambiente donde vive alguien es el que forma la personalidad del individuo y, por ello, nos esforzamos al máximo por crear un medio ambiente ideal para los que aún no habían nacido; inventamos una técnica para juzgar lo menos posible a los demás y, cuando tenemos que hacerlo, hacemos todo lo posible por conocer las circunstancias que llevaron a la persona a actuar de ese modo; por ello, en mi mundo no existen cárceles, sino centros que se ocupan de entender al criminal para, así, lograr que aquél entienda lo grande que es armonizar con los mundos de las mentes ajenas; y sí, esto nos costó enormes cantidades de dinero y miles y miles de años, pero decidimos realizarlo porque, al final, sabíamos que era lo mejor que podíamos hacer para vivir en una sociedad tranquila y contenta… y lo logramos, hicimos posible una sociedad basada en la caridad, y poco a poco comprendimos que ayudar al otro es lograr que aquél ayude a otro, y aquel otro terminará ayudándote a ti.
Una vez cumplido este sistema, pudimos ver desde otro ángulo que las guerras entre naciones eran cosa de niños… entendimos que esa sociedad egoísta e individualista que habíamos formado nos impedía madurar como pensamiento social… y comenzamos a ver cómo muchas cosas que el hombre acostumbraba a inculcar a sus niños a través de toda la historia del hombre, impedían a los niños, al crecer, pensar por ellos mismos y entender la esencia de la vida: la religión que vuelve conformista a la gente, pues no les permite preguntarse el “porqué” de las cosas; las absurdas reglas sociales que inyectan miedo y reprimen tanto a las personas que no les deja ser ellas mismas; los códigos legales ridículamente atestados de leyes tan minuciosamente especificadas que no permitían que una persona sabia pudiera juzgar con ojos de imparcialidad al perpetrador; los valores inventados por el hombre, tales como la justicia, el honor y el heroísmo, que solamente intentaban crear la paz social por medio del temor de la gente a ser “malo”, pero el resultado únicamente violentaba esta armonía, pues la represión extrema de la gente explotaba en actos criminales… Entendimos que nuestra especie sobre-poblaba al mundo y que, era obvio que entre más nacíamos, más debían morir, por lo que dejamos de llamar catástrofes a los eventos naturales tales como tsunamis, sismos, etcétera…
Percibimos que nuestra especie se había envuelto en un tipo de carrera tecnológica que no conducía a ningún lugar, pues lo único que nos importaba en ese entonces era hacer tanto dinero y tecnología como nos era posible, pero sin ninguna meta… Es decir, no teníamos un objetivo en común; cada nación era un territorio individual que avanzaba como pudiera y por donde pudiera; pero esto únicamente ocasionaba un patriotismo que en muchas ocasiones desencadenaba guerras, ora por ideologías, ora por conquistas materiales… Y por ello logramos deshacer las fronteras que partían a ciertas clases de hombres y nos organizamos para volvernos un mundo único… Y encontramos la meta en común: La paz sobre el mundo. Y fue entonces cuando la humanidad brilló a más: La gente sonreía y encontraba siempre la manera de ayudar a otros, y esto los volvía aún más felices, pues sentían esa emoción de ser útiles, lo que inevitablemente les conducía a un sentimiento de libertad; y, como ya sabemos, la alegría es un accesorio de la libertad, por lo que se logró una retroalimentación constante en esas emociones y el planeta entero comenzó a superarse a sí mismo a un ritmo impresionante… Y, repito, esto sólo pudo ser posible cuando tuvimos una meta en común, y no cualquier meta, si no lograr la paz mundial…
Pero, a pesar de todo esto, no fue suficiente… Hubo muchos, muchos más que nosotros, los más poderosos, que no pudieron despojarse de su egoísmo y continuaron explotando, pisoteando, chantajeando y atemorizando a los demás para hacerse de más dinero y poder, y poco a poco fueron perdiendo su humanidad, y con ello se perdió el mundo…
Entre esas guerras de poder y dinero, terminaron por destruir a la humanidad y al mundo… y sólo unos cuantos, los que más nos habíamos despojado de ese sistema cruel y egoísta, pudimos escapar… y heme aquí ahora con ustedes…
–¿Tu especie se llamaba humanidad?
–Sí, así es…
–Y, a todo esto, ¿cuál es tu nombre?
–Soy conocido como Pablo Letras, mi planeta es la Tierra, y vengo a advertirles sobre los riesgos a los que tiende una especie racional si no logra superar su ego y, por el contrario, hacer brillar su esencia más profunda: En mi caso, la humanidad del hombre…
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Comentarios? Por favor...