La mujer… Un ente tan extraño como el agua: un cristal líquido; algo bello, incomprensible en su estructura y, no obstante, vital… La mujer tiene esa capacidad asombrosa de ser maquiavélicamente astuta y, al mismo tiempo, infinitamente capaz de sentir las emociones en una escala desmesurada. El toque femenino es siempre algo calculado, analizado, maquinado, elucubrado… El ente femíneo tiene esa virtud de poder calcular sus acciones hacia un horizonte futuro considerablemente lejano (y por ello, además de que son, generalmente, excelentes administradoras, creo vehementemente que deberían ser más las mujeres quienes sean mandatarias de sus propios países, con algún Consejo de hombres que detenga sus decisiones emocionales).
Ellas, a diferencia del hombre, tienen una misión personal en la vida: Un lugar en la sociedad a través del hombre. La mujer compite contra las demás por ubicarse en un mejor lugar definido por los estratos sociales; cuando esto falla, buscan un lugar “raro” dentro de la comunidad para sentirse distinguidas: Una mujer que se convierte en artista, hippie, etc., se distingue de las demás y constantemente habla mal de las mujeres que alcanzaron una posición monetariamente estable; y viceversa: también éstas hablan mal de las otras.
El hombre, para conquistar a la mujer, debe mostrarse con cualidades que le difieran de los demás: ora con dinero, ora con inteligencia; ya con atractivo físico, ya con entendimientos sobre materias extraordinarias. ¿Por qué creen que el dinero, el poder y la fama son conceptos tan codiciados por el hombre?
La mujer no busca, como el hombre, los placeres hedonistas ni el sentimiento de libertad, sino la preservación de la especie y la presunción de su posición; cualquier atentado contra alguna de estas dos metas, resultará en la aparición de la ferocidad en la fémina; la mujer, (aunque pueda sonar ofensivo) es una especie elitista por naturaleza, lo cual sirve para poder obtener esa colocación en la “socialité”; y, por otro lado, es capaz de un amor inigualable para sus hijos y su familia, cosa que le permite la preservación de la especie, justo en el punto donde el hombre se muestra indiferente.
El objetivo principal de la mujer es poder domar a la bestia que esconde la naturaleza masculina; su razón es convertirse en la prioridad de él para poder manejarlo y lograr las dos metas mencionadas: Posición y preservación, cosa que se obtiene mediante el matrimonio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Comentarios? Por favor...