De La Vulnerabilidad Humana (o La Humillación: etimología de los celos y otras emociones) [CUARTA PARTE]

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HUMILLACIÓN: DESHUMANIZACIÓN

La humillación se me antoja como el arma más deplorable que posee el hombre para destruir la humanidad de otro semejante; todo ello con el mero propósito de elevar el propio ego…
La idea de ridiculización de un ser ‘parecido’ a nos, tiene como objeto romper con el supuesto de ‘igualdad’ que merecemos los hombres como entes semejantes para, así, superponerse entre éstos y ganar el dulce y seductor placer de la admiración ajena…
La ignominia es el producto de la intención humana de saberse como algo “mejor” entre los de su especie…
La meta de la tendencia hacia la humillación estriba en el deseo del hombre hacia la deshumanización, de convertirse en asesino de esencias, filosofías y estilos de vida, de escapar de sus capacidades raciales limitantes como una prueba viva –y supuestamente fehaciente– de que el hombre, como individuo, puede ser más capaz y original en un modo personal que el conglomerado de los demás de su especie… Es decir, entonces, que si bien la necesidad natural del hombre (como sujeto único, original e irrepetible) le dicta a éste intentar lograr cierta singularidad-particular o cierto liderazgo entre la colectividad de los de su estirpe para que, así pues,  descollando por encima del sistema social (es decir: viéndose admirado y reconociblemente aceptado dentro de su comunidad), su conciencia alcance cierto descanso ante aquella exhaustiva batalla moral interna que siempre le ha acongojado, le ha atormentado y aterrorizado (por aparentar una ininteligibilidad –o contrariedad– a su lógica) ante la duda que le extravía como persona bienintencionada de acuerdo a sus acciones (pues, finalmente, el fin de nuestros actos se nubla: nos perdemos en el laberinto del querer, el deber, el necesitar y el poder)…

Si bien (repitiendo y en resumen) nos es inherente a los de nuestra especie aquel deseo necesario de superarnos como individuos-solitarios dentro del orden unificado de la sociedad-ajena, no es válido, por otro lado, el hecho de lograr aquello por medio del artificio de la humillación; pues, francamente, ¿cómo podríamos superarnos como humanos al deshumanizar la humanidad de otro hombre…?

(de derecha a izquierda: Pablo Letras, su padre, su hermano)

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