El Nacimiento de la Filosofía (Parábola)


Se dio que, en algún momento, en algún lugar, un joven quien, sin conocer a sus padres o a nadie, creció solo en un mundo solitario…

Un buen día, el joven, sentado frente a una fina cortina de agua provocada por alguna cascada en la montaña, preguntó a su hermana gemela:


–¿Alguna vez, Sofía, te has preguntado qué es esa cosa blanca que alumbra cuando todo se oscurece en el cielo? ¿Has notado que a veces brilla completamente, y otras parece como encajada en ese manto oscuro e inalcanzable sobre nuestras cabezas? Incluso, he de confesar que existen ocasiones en que ni siquiera puedo encontrarla…
–Mmm… ¿Sabes algo, Filos?
–Dime, hermana…
–He notado que ese disco brilloso al que te refieres, se mueve por el manto oscuro… A veces aparece por allá, y otras tantas por ese otro lado…
–Mmm… No lo había notado… Pero me parece que muestra su cara, para luego ocultarla lentamente, de un modo cíclico… contable… numerable…
–¿Numerable?
–Así le llamo yo a las veces en que oscurece en un cierto periodo de tiempo…
–Interesante… Y, dime, ¿alguna vez has notado que, cuando todo está iluminado, es porque, en el manto de arriba, se pasea otro disco aún más brillante que el otro…?
–Por supuesto…
–Y, ¿te has fijado que ese nunca oculta su cara… y que siempre se aparece por un lado y, después, camina sobre el cielo para caer del otro lado…?
–Mmm…
–¡Y siempre hace lo mismo…! ¡Nunca cambia su rutina…!
–Sinceramente, yo pienso que nos vigila… Pero, no te preocupes, creo que aquí, donde estamos, no puede vernos, pues no llegan sus rayos de luz…
–Y, ¿te has detenido a pensar cómo se siente diferente el cuerpo y la piel cuando aparece uno o el otro astro?
–¡Sí!
–A eso yo le llamo “calor” y “frío”…
–¡Suena excelente!



Después de un largo rato, Filos se levantó, y su hermana Sofía hizo lo mismo… exactamente lo mismo… al mismo tiempo… frente a él…
Entonces, pensativo por unos momentos, Filos se dio cuenta que, en realidad, Sofía no era más que él mismo reflejado, a modo de espejo, sobre la fina cortina de agua frente a él…

–Mmm… Sofía era yo… Yo era Sofía… Filos… y Sofía… ¡Filos-Sofía…! ¡Sí, así es como llamaré a mi esencia, a mi mente, a mi razón, a mi entendimiento, a mi… a mi… a mi “duda”… a mi capacidad de dudar… a mi… a mi… a mi ¡filosofía…!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Comentarios? Por favor...